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Vettonia obliga

Sobre el blog

En este blog quiero recoger algunas de mis lecturas, pasajes de mi vida académica y de mis viajes, así como ideas sobre la cultura y la sociedad actual.

Algunos chilenismos

Viajes Posted on Tue, October 18, 2016 13:26

No me resisto a incluir algunos chilenismos. Son aquellos que me resultaron curiosos. Espero no haber metido la pata con ninguno.

“A lo pobre” (ternera, pollo, etc.): Carne con huevos, cebolla frita, patatas y arroz.

“Al tiro”: De inmediato, de golpe. Al lado, junto.

Bajativo: Licor para después de comer.

Barros Luco: Sándwich de ternera y queso (toma su nombre de un antiguo presidente).

Buena onda: Buen rollo, amigable.

Cabro/a: Joven, inexperto.

Cachar (ais): Entender (eis). (Aquí afirman que es un anglicismo, que proviene del
inglés “To Cach”, aunque tengo mis dudas pues en la jerga de mi pueblo cachar
es hablar mucho).

Carretear: Ir de fiesta, “de marcha”.

Casino: Además del local de juego, hace referencia al edificio de restauración de
un edificio.

Chana: Choni, mujer jóven de clase obrera urbana con malos modales.

Chanta: Poco creible, de mala calidad.

Colectivo: Taxi con una ruta fija.

“Con recompra”: Pago con tarjeta (se puede aplazar el pago, “recompra con cuotas”).

Coños: Españoles (despectivo).

Cuecas: Baile regional.

Cuicos: Antiguamente extranjeros bolivianos o peruanos, hoy miembros de la clase
alta (similar al pijo/a).

Culear: Follar.

Curtido: Borracho.

Empanada “de pino”: Empanada de carne.

Flaite: Quinqui, jóvenes de clase obrera, malos modales y pequeña criminalidad.

Frica: Pan de hamburguesa.

Gallo/a: Hombre/Mujer.

Gringos: Extranjeros europeos o estadounidenses (despectivo).

Guagua: Bebé.

Harto: Bastante, de sobra.

Huicos: Campesinos (p.e. traje huicos), folclórico.

Lucas: Pesos, coloquial.

Machucársela: Aguantar con un trabajo duro y cansino.

Micro: Microbús.

Mina: Mujer.

Pacos: Carabineros (policía).

Paro: Huelga.

Pebre: Salsa de tomate, cebolla, cilantro y ají. (Por extensión, estoy “hecho
pebre”, estoy destrozado).

Pega (la): Trabajo.

Pico: Polla, verga.

Pitcher: Jarra cerveza.

Pololo/a: novio/a.

Porotos: Judías, habas.

Pucha: Desagradable o malo.

Rotos: Antiguamente proletariado urbano, en la actualidad bruto, basto
(despectivo).

Schop: Jarra de cerveza.

Taco: Atasco.

Vienesa: Salchicha.



Adenda

Viajes Posted on Tue, October 18, 2016 13:11

Como comenté en el primer post del blog, llegué a Chile en agosto de
2011 con la intención de dar clases en una importante universidad del país,
pero los estudiantes decidieron ponerse en huelga. A resultas de lo cual me
encontré de repente sólo, sin poder realizar el trabajo que tenía pensado hacer
y con mucho tiempo libre. Cuando acudía
la universidad descubrí que el profesorado, en líneas generales,
aprovechaba la huelga para otros quehaceres. Vamos, que los despachos estaban
tan vacíos como las aulas. Ante mi desazón Arelis, la secretaria administrativa
de la facultad, me aconsejó: “váyase a pasear por el país”. Y, tras dudarlo
apenas un momento, me dirigí a los soportales de la Plaza de Armas y me compré
una mochila y, en el barrio de Providencia, un par de botas de montaña.

Pude hacer el viaje gracias a una beca de investigación que me
concedió la Fundación Caja Madrid. La ceremonia de entrega de becas, a la que
era obligatorio asistir, estaba presidida por el ahora tristemente famoso
Rodrigo Rato. Creo recordar que también andaba por allí Rafael Spottorno. El
objetivo de las mismas era, primariamente, fomentar la “internacionalización”
del profesorado de las universidades públicas de la Comunidad de Madrid. Es
decir, tratar de evitar el parroquianismo, un mal habitual en nuestra
universidad.

En mi caso, decidí concursar, porque siempre he tenido un gusanillo
viajero, que parece acrecentarse con el tiempo. La idea de investigar o enseñar
fuera no era lo más atractivo, lo importante era dar rienda suelta a mis deseos
de conocer nuevas tierras y nuevas personas. Además, por una vez conseguí una
ayuda bien dotada económicamente, lo que me permitió dejar a mi familia bien
atendida en ese aspecto y tener un capital para moverme libremente por el país.

¿Por qué Chile? La verdad es que no hay una respuesta clara. Apenas
sabía nada del país antes de partir. Simplemente tenía un contacto allí, el
profesor Jorge Larraín, al que había escrito durante la realización de la tesis
y al que había invitado a escribir en el libro sobre globalización que publiqué
conjuntamente con Octavio Uña y Jaime Hormigos. Gracias a él, obtuve una
invitación para realizar una estancia de cuatro meses en la Universidad Alberto
Hurtado. En realidad, podría haber ido más tiempo, un año, pero la universidad
ya daba las primeras señales precrisis y no me pareció lo más sensato y si le
hubiese dicho a mi esposa que la dejaba con los niños un curso completo pues no
sé lo que hubiese pasado.

Echando la vista atrás, creo que en lo personal gané mucho con la
experiencia, pero no en lo académico. Hice algunos contactos, firmé un convenio
entre ambas instituciones, escribí algunos artículos, finalicé un libro y abrí
una línea de investigación sobre turismo mochilero (que ha resultado más
interesante de lo que pude imaginar en un principio), pero no fue un viaje que
supusiera un giro en mi carrera académica. Eso sí, gané mundo, y en cierto
sentido me “internacionalicé” de nuevo, pues desde que viví en el Reino Unido
no había vuelto a hacerlo fuera de España. Además, volví a ver las cosas con
otro prisma, más abierto y valiente, menos centrado en las pequeñeces que tejen
la vida diaria.

En estas entradas he intentado ser preciso, contrastar los datos y no
errar demasiado en las apreciaciones. Pero estas notas son, dada su naturaleza,
inevitablemente subjetivas. Es mi visión de Chile. Nada más. Algunas
afirmaciones serán controvertidas, otras simplemente erróneas. No conozco el
país mejor que sus habitantes. Tampoco lo pretendo. He reflejado sin más mi
experiencia, lo que he visto, leído, escuchado y aprendido en estas tierras. Por
otro lado, muchas cosas han quedado en el tintero (en el teclado, más bien).
Pero así debe ser.



A modo de conclusión

Viajes Posted on Tue, October 18, 2016 13:09

“Chile, fértil provincia y señalada
en la región antártica famosa,
de remotas naciones respetada
por fuerte, principal y poderosa:
la gente que produce es tan granada,
tan soberbia, gallarda y belicosa,
que no ha sido por rey jamás regida
ni a extranjero dominio sometida.”

Alonso de Ercilla, La
Araucana
.

La historia de Chile es una historia de
lucha por el territorio. Los mapuche lucharon contra los incas, primero, y
contra los españoles después (a los que llamaban huincas). La primera incursión
la hizo Diego de Almagro y fue bastante infructuosa. Posteriormente, Pedro de
Valdivia con muchos menos recursos se asentó en el país y fundó buena parte de
las ciudades que todavía hoy aparecen en el mapa.

Isabel Allende narra en una novela Inés del Alma mía los avatares de la
conquista, personalizándola en Inés Suárez, amante de Pedro de Valdivia. Con
buen ritmo y sin aburrir en ningún momento nos acerca a la historia. Lo más
sorprendente es que muchas de las situaciones descritas son plenamente novelescas,
en el peor sentido, pero también ciertas. La conquista (aunque pueda ser un
término tachado de imperialista, creo que aun es el mejor para describir una
situación en que un pueblo mediante una acción militar se adueña de la tierra
de otro) fue, como todas, atroz. Los conquistadores eran igual de valientes que
de crueles y despiadados.

No me resulta posible valorar Chile de modo
conjunto de un modo claro. Mario Vargas Llosa en su Diccionario del amante de América Latina (Barcelona, Paidós, 2006)
lo describía como uno de los países más avanzados económica y socialmente del
continente. Las recetas económicas neoliberales han hecho de Chile, afirmaba,
una de las economías punteras. Existían, sin embargo, contradicciones, pues las
zonas rurales aún vivían atrasadas respecto a las urbanas. Esto lo puedo
corroborar, porque cuando se sale de los aceros y neones santiaguinos o de las
pulcras zonas residenciales de Viña del Mar, uno encuentra un Chile más
pedestre donde la gente tiene problemas para llevar un plato de comida todos
los días a la mesa (visitamos a una familia en Curacaví, una población a unos
50 kilómetros de Santiago, que nos invitó a comer en su casa y allí nos
comentaron que la pasta y el arroz hacían pasar mejor la semana cuando no había
otra cosa para comer).

Pero quizá lo que más desazón le producía a Vargas
Llosa era el origen de esa prosperidad. Consideraba que la dictadura era
anómala, pues en general estas tienden a generar sistemas estatales fuertes y
voluminosos. Sin embargo, en Chile había producido un Estado fuerte pero
pequeño y eficaz, del gusto liberal. La causa de esta anomalía no aparece clara
en su escrito. En este blog he ido recogiendo algunos aspectos de la economía
chilena. Creo que tiene grandes potencialidades, pero también graves carencias.
Sigue siendo una economía extractiva basada en la explotación de los recursos
naturales a la que se ha superpuesto un pujante sector servicios. En la región
de La Araucanía, por ejemplo, todavía existen conflictos por la apropiación del
territorio de los mapuches, ahora en forma de grandes proyectos
hidroeléctricos. Sin embago, hay poca
creación y generación de valor. Ese es su principal hándicap.

Lo peor del desarrollo económico chileno no se
encuentra en las grandes cifras. Vargas Llosa decía que tras el jarabe liberal,
amargo y difícil de tragar, ya se veían los frutos del desarrollo económico.
Puede ser cierto, pero solo para una parte de la población. El grueso de la
misma recibe un escaso salario por su trabajo con el que han de costear todos
los aspectos de su vida, ya que el Estado poco les da (la sanidad y la
educación son privadas en su mayor parte). La desigualdad es muy acusada. Aún
recuerdo como una de las primeras veces que compraba en un supermercado cerca
de mi apartamento en Santiago, la cajera me ofreció pagar “con cuotas” un par
que paquetes de galletas y un litro de leche. Le contesté que no, sin saber muy
bien a qué se refería. Luego me enteré de que es habitual que la gente con
menos ingresos pague a plazos la compra diaria. La bonanza económica chilena
esconde estas cosas: los trabajadores han de financiar las compras diarias para
ir tirando. Los bancos, es de suponer, les cobrarán un magnífico 24% al ser una
compra a crédito con una tarjeta.

Chile es un país paradójico: quizá el más aislado
de América Latina y, al tiempo, el más inmerso en el mundo global. Esto produce
que la identidad chilena sea contradictoria. Según el sociólogo Jorge Larraín,
la identidad chilena actual se estructura en torno a una serie de rasgos:
clientelismo, tradicionalismo y sociedad civil débil; despolitización,
revalorización de la democracia formal y de los derechos humanos;
autoritarismo, machismo, legalismo y racismo oculto; fatalismo y solidaridad
entre las clases excluidas; religiosidad; mediatización de la cultura y
eclecticismo; consumismo, ostentación y fascinación con lo extranjero; y un
cierto malestar en la cultura. Este conjunto de rasgos muestra, desde mi punto
de vista, un país en el que coexisten tendencias modernas y premodernas, con
una marcada inclinación hacia los valores de la cultura capitalista.

Lo cual no evita que lo religioso siga siendo
importante para una parte de la misma. Cuando visité el Campus de San Joaquín,
de la Universidad Católica, pude comprobar el amplio seguimiento que tenían los
servicios religiosos entre los alumnos de la institución. Mientras, los locales
de ocio nocturno santiaguinos se
encuentran llenos de jóvenes haciendo música y buscando nuevas formas de
expresividad.

Los valores religiosos también continúan teniendo
peso. En las Termas de Puritama, cerca de San Pedro de Atacama, vi a muchas
jóvenes que se bañaban con una camiseta sobre el bañador. La exhibición del
cuerpo continúa siendo vista como impúdica en algunos ambientes. Y, por
contraste, en Santiago me entregaron en la calle panfletos con publicidad de
hoteles por horas para parejas y todavía se pueden ver Cines X. Una sociedad en
transición, sin duda, también en lo cultural, desde valores tradicionales y
católicos a valores modernos (o post-) y seculares.

En todo caso, no creo que se pueda dar una imagen
cerrada del país. Todas las sociedades complejas viven presas de los matices y
las variaciones. Una sociedad vibrante. He escrito mucho del país, pero lo
mejor sin duda de Chile son los chilenos. A decir verdad, en los meses que
estuve allí no me sentí nunca maltratado. Tal vez los primeros día un poco solo,
pero no rechazado. Al contrario, cuando conocía gente siempre me sentía bien
tratado y acogido. Y puedo decir que hice amistades. En especial, he de
recordar a Juanjo, con el que sigo teniendo contacto (las tecnología favorecen
mucho esto). Nos conocimos en la barra de un bar –las costumbre españolas son
difíciles de perder– y a partir de ahí compartimos muchos y buenos ratos
juntos. También a Marcelo o a Alejandro, por mencionar a aquellos con los que
tuve más trato. Sin ellos, mi viaje no hubiese sido lo que fue.



Carreteando

Viajes Posted on Tue, October 18, 2016 12:59

Chile, sobre todo Santiago, es un
sitio estupendo para carretear, es decir, para salir de fiesta. La vida
nocturna es muy animada y la juventud tiene ganas de fiesta. Es verdad que los
chilenos son serios, discretos y en muchos sentidos familiares, pero también
les gusta salir a divertirse. Los restaurantes y bares de copas en Santiago
suelen estar muy concurridos incluso los días centrales de la semana. El
domingo, sin embargo, es un desierto. Es el día para la familia, por lo que es
mejor no hacer muchos planes.

Bellavista es el barrio más
famoso para ir de carrete, aunque en Providencia, Centro, Vitacura, Brasil o
las Condes también hay zonas animadas. La fiesta, como en España, comienza tarde,
a eso de las once de la noche y se extiende hasta las tres o cuatro de la
madrugada. Es posible, no obstante, extender la noche si se acude a algún after o discoteca. Si a eso le añades
que Santiago suele ser punto en el que actúan las mejores bandas
internacionales de pop y rock, la cosa pinta muy bien en lo de divertirse.

Una cosa interesante de Santiago
es la gran profusión de pequeños grupos musicales. Es, por tanto, frecuente
encontrar locales donde se toca música en directo. En los locales se pueden
escuchar todos los estilos de música y no suele haber graves problemas de
seguridad. Como es natural, siempre puede estallar alguna pelea, pero la noche
es tranquila y en líneas generales no hay mayor problema en salir por ahí y
tomar unos tragos.

También he de decir que yo salía de
fiesta, pero no tanto como cabría imaginar. La edad no perdona y si uno quiere
visitar el país de día no puede dedicarse a festejar sin pausa durante la
noche. Además, ya no soy tan joven y en ciertos ambientes tampoco me sentía
demasiado a gusto. Pero no lo voy a negar, disfruté la noche santiaguina.



Comer y beber en Chile

Viajes Posted on Mon, October 17, 2016 18:59

Ha llegado el momento de hablar
de una de las mejores cosas de Chile: su gastronomía. Si os gusta comer visitad
el país, si no os gusta demasiado o queréis mantener la línea no lo hagáis. La
comida y la bebida son excelentes y, además, no están mal de precio. Con esto
último, sin embargo, hay que tener cuidado. No se está en el sudeste asiático.
Para comer y beber bien hay que gastar dinero (un poco menos que en España,
pero no tan poco como me hubiese gustado). Eso sí, la calidad suele ser buena y
uno sale satisfecho de los restaurantes, bares y tabernas.

No sé por dónde empezar, la
verdad. Quizá lo más típico son los asados chilenos. Estos lejos de hacerse en
un horno, como indica el nombre, son una parrillada de carne. Un buen asado
suele tener carne de vacuno (lomo liso, vetado o entraña), carne de cerdo,
pollo, chorizos criollos y prietas (morcillas). Todo ello se sirve acompañado
de ensaladas y pebre. Este último es un
aliño omnipresente en la gastronomía chilena. Se sirve en todas las comidas y
es habitual tomarlo como entrante sobre pan antes de comenzar a comer. Lleva cebolla,
tomate, ajo, cilantro, ají, aceite, vinagre o limón.
Otros platos habituales son las
cazuelas (guisos muy variados), porotos con almejas o con riendas, las
empanadas rellenas de todo lo que se pueda imaginar, el pastel de choclo, los
mariscos (ostiones, picorocos, machas, choros, erizos, locos, jibias o
langostas), los pescados (pejerreyes, congrio, merluza o salmón –de este último
en el sur del país hay gran cantidad de piscifactorías–), ossobuco (tradición
alemana), ensalada chilena, croquetas y un largo pero largo etcétera. Algo que hacen muy bien,
aunque el más famoso es el peruano, son los cebiches. También en esta línea se
puede comer carne molida (picada para nosotros) en “crudo”, es decir, aliñada
con lima o limones y mostaza, o en “Steak tartare”, parecido pero la carne mezclada
con huevo crudo. Y de postre solo cito
uno: leche asada. (Por cierto, si pasais por Santiago de Chile debeis comer en el “Liguria Providencia”, daos el capricho, no os arrepentiréis).
En caso de no querer hacer una
comida de mantel y servilleta, en Chile también es un paraíso para la comida
rápida (y sin acudir a los Macdonald o Burguer King de turno). Se puede pedir
una “chorrillana”, es decir, una bandeja de patatas cubierta de tiras de carne
de vacuno, vienesas (salchichas), huevos o cebolla pochada o frita. Los
ingredientes sobre las patatas varían de un restaurante a otro y de una región
a otra. También un lomo “a lo pobre”, es decir, un plato combinado con lomo,
patatas fritas, huevos y cebolla pochada.

Por otro lado, las vienesas son
muy populares. Son nuestros perritos calientes. Pero allí lo habitual es tomar
un “completo”, que es un perrito caliente cargado, pero cargado de todo tipo de
aliños. Los más habituales son la palta (guacamole), chucrut, tomate cortado en
dados, ají, kétchup, mostaza o mayonesa. Pero caben otros dependiendo del gusto
de la clientela o del cocinero.

Y donde la comida rápida llega a
la excelencia es con los “sanguches” chilenos. Se sirven en distintos tipos de
pan (frica, marraqueta, etc.) y lo que más llama la atención al extranjero es
que existen gran cantidad de tipos de sándwich diferentes con nombres ya
establecidos: Barros Luco, Barros Jarpa, Lomito, Mechado o, entre otros muchos,
Chacarero. Habitualmente se anuncian así y no se explicitan los ingredientes,
que el cliente ya conoce de antemano. Mi recomendación es pedirlos todos, no en
el mismo día claro, para así poder elegir el que más se adapte a tu paladar. A
mí me gustaba sobre todo el Chacarero con “harto ají”.

En cuanto a las bebidas, los
españoles llevaron la tradición vitivinícola al país y tienen muchísimas
variedades de uva, bodegas y marcas. En el vino, como ocurre en todos los
países productores, hay una gran diversidad de calidades: desde el peor vino
peleón (para hacer calimocho llamado allí jote) a vinos de altísima calidad. La
principal diferencia, desde mi punto de vista, es que envejecen menos los vinos
en barrica y además suelen elaborar “varietales”, es decir, vinos de un único
tipo de uva. La más representativa del país es Carménère. Esta cepa se consideraba
extinta en Europa, donde la filoxera acabó con ella, y sobrevivió en Chile.
También elaboran buenos vinos con la variedad Pinot Noir, Cabernet Sauvignon o,
entre otras, Merlot. He de decir que probé muchas y me quedo con los Carménère
y los Pinot Noir. Todos ellos, además, tienen unos precios estupendos incluso
en las mejores marcas. El vino chileno me entusiasmó, porque además coincide
con mis gustos: no me gusta demasiado el vino pasado de madera y, por tanto,
disfruto mucho de aquellos caldos más ligeros y afrutados.

Como derivación del vino se
encuentra el Pisco chileno, un aguardiente que se produce destilando el vino. Los
mejores suelen añejarse en barricas de roble, convirtiéndose en una bebida de
sabor parecido al coñac. Las dos marcas que ví con más frecuencia eran
Capel y Alto del Carmen, aunque existen muchísimas más. Como curiosidad, suelen
ser de diferentes graduaciones, encontrándose de 35, 40 y 45 grados. Recomiendo
este último, es más puro y si uno se excede la resaca es menos horrible. Los
chilenos suelen tomarlo antes de comer como aperitivo en el llamado Pisco-sour.
Está muy bueno, pero no es apropiado para los estómagos delicados pues suele
producir acidez (deben evitarse, además, los industriales de venta en grandes
superficies). Y como copa suelen tomarlo mezclado con cocacola: el famoso
piscola. Su sabor es similar al antiguo “España”, es decir, coñac con cocacola.
Recomendable.

Después de comer tienen
costumbre, aunque no tan extendida como aquí, de tomar una copa o “bajativo”.
Los más populares son el licor de almendras (amaretto), menta y el araucano.
Este último es el más especial. Es un licor de hierbas de color negruzco. Sabe
un poco como el Fernet, aunque más intenso. En sus orígenes, dicen, fue un
tónico de venta en farmacias y, la verdad, si tiene algo de sabor a jarabe de
regaliz.

Las cervezas también son
magníficas. Chile tiene una gran tradición cervecera fruto de las emigraciones
centroeuropeas del siglo XIX. Me gustaba especialmente la Kuntsmann Torobayo
(tostada), aunque la lager o la negra también eran muy buenas. Pero existían
muchas más marcas, nacionales o propias de regiones del país, de gran calidad:
Cristal, Escudo, Del Puerto o, entre otras, Austral.



Isla de Pascua (y V)

Viajes Posted on Fri, October 14, 2016 19:51

La última
noche fuimos a ver un espectáculo de danzas y cantos tradicionales. El
espectáculo, pese a estar orientado al turista, tenía mucha fuerza y resultó
interesante de principio a fin. Esa noche había, además, una fiesta en el local
para los participantes en el campeonato sudamericano de canotaje, que se
desarrollaba esos días en Rapa Nui. Se encontraba allí el millonario chileno
Leonardo Farkas. Todos degustaban una “res al palo”, es decir, una vaca abierta
en canal y asada entera, acompañada de abundantes bebidas. La noche, pese a mis
recelos iniciales, resultó interesante y divertida.

El tal
Farkas, del que cuentan gran cantidad de anécdotas ensalzando su generosidad,
es un recién llegado a las clases dirigentes chilenas. La élite empresarial,
política y cultural chilena es una casta estructurada y autoconsciente, que
defiende con fuerza sus privilegios. Los mismos apellidos se encuentran en
todos los intersticios de la sociedad chilena. Larraín, Matte, Piñera, Luksic,
Fabri, Said o, entre otros, Huidobro son frecuentes entre la alta sociedad.
Uno, cuando revisa los consejos de administración de las universidades, las
presidencias de las empresas o los gabinetes ministeriales, tiene la sensación
de estar en un cortijo, donde los puestos están reservados de antemano para
ciertas personas. Puede que esto pase en todos los países, España es un buen
ejemplo, pero aquí tal vez por mi condición de extranjero o por el pequeño
tamaño del país, se nota más.

Un
distintivo de esta élite –una marca de esta clase ociosa, de la que habló con
profusión Veblen– es que, en general, todos cursaron sus estudios
universitarios en la universidades locales, para terminar en haciendo un
postgrado en Europa o los Estados Unidos. Los estudios de economía en Estados
Unidos y de ciencias sociales y humanidades en Europa. Sin el master o el
doctorado en el extranjero es prácticamente imposible encontrar un puesto
decente en la universidad o en la dirección de las empresas.

El caso es
que Farkas visitaba Isla de Pascua y pagaba una vaca a los regatistas, pero la
isla tenía sus propios problemas que el gobierno chileno, y su élite, tampoco
solucionaban. Pongamos un ejemplo: la asistencia hospitalaria. Allí hay un
hospital a base de barracones instalado por el ejército chileno. La situación
anterior mejoró, porque al menos cubre las enfermedades más comunes. Esto es,
no mueres de una apendicitis. Los problemas vienen cuando es algo más grave. Si
el hospital no puede intervenirte, los habitantes de Pascua deben desplazarse a
Chile. En caso de poca gravedad, lo harán en vuelo regular (5 horitas) y si es
más complicado deberá hacerlo en un avión medicalizado. Aquí viene el problema,
según nos contó en la playa una rapanui mientras tomábamos unas cervezas, pues
la asistencia sanitaria chilena no lo cubre. O tienes un buen seguro privado o
lo pasarás mal. (Consejo al turista: llevar un buen seguro privado, no todo es perfecto en el “paraíso”). En todo
caso, lo conveniente sería tener un avión medicalizado permanentemente en la
isla.

Abandonamos
Isla de Pascua con mucho pesar, pues habíamos pasado unos días estupendos en la
misma.



Isla de Pascua (IV)

Viajes Posted on Fri, October 14, 2016 19:46

Unas
palabras sobre los moáis. Estos son las famosas estatuas antropomorfas que se
encuentran diseminadas por toda la isla. Suelen estar situadas en la costa,
mirando hacia el interior. Y los que vi con mayor frecuencia suelen formar
agrupaciones sobre una larga base de piedra. Los moáis son la parte más visible
de los monumentos, que se componen de tres elementos. La base es el llamado
ahu. Sobre la misma se sitúan los moáis propiamente dichos. En la cabeza de los
mismos se situaba un pukao o sombrero de piedra rojiza. Finalmente, los ojos se
solían rellenar con coral blanco para darle sensación de vida al conjunto.

He leído y
escuchado en algunos programas de “misterio y ocultismo” que se desconoce la
utilidad de estas enormes estatuas. No hay tal misterio, son monumentos funerarios.
La base, el ahu, es una gran mastaba en la cual se enterraban los líderes de la
comunidad rapanui. Hay una en especial que suele llamar la atención de estos
programas, porque se compone de grandes piedras de distintos tamaños finamente
encajadas (véase la foto). Parece ser que fue una de los primeros ahu en
construirse y tiene una construcción más “fina” que los posteriores. Además,
recuerda a las construcciones incaicas y algunas del antiguo Egipto. Esto, como
parece lógico, ha dado pie a todo tipo de teorías de extraterrestres. Esta
hipótesis no merece más comentario por
mi parte, sobre todo por la falta de pruebas para sustentarla.

Hay, sin
embargo, un misterio real. Los moáis se construían en una ladera de un volcán
del interior de la isla (se pueden ver varios abandonados a medio construir e
incluso algunos preparados, y también abandonados, para ir a su destino). Eran
enormes y muy pesados. El misterio es como los transportaban hasta su
emplazamiento en la costa. Hay varias hipótesis: trineo de madera, troncos bajo
el moái –el uso de árboles contribuyo, afirman, a la deforestación de la isla y
a la crisis ecológica mencionada antes– y, la más novedosa, caminando. Esto de
caminar es curioso. Según las leyendas, los moáis iban “caminando” hasta el
ahu. Los arqueólogos han comprobado que poseen una base redondeada y que, tal
vez, los antiguos rapanui ataban cuerdas a la cabeza del moáis y con movimiento
de un lado a otro iban haciendo avanzar lentamente la gran estatua como si
anduviese.

La isla cuenta,
además, con dos buenas playas, una abierta al público y otras cerrada, al estar
cerca de un acantilado donde se producen desprendimientos. La gente va a las
dos y, desde mi punto de vista, es mejor la del acantilado. Allí nos bañamos
rodeados de peces de colores. No he visto agua de mar más clara. Un tipo a mi
lado tomo un pez globo entre las manos y luego lo devolvió al agua.

También se
pueden visitar algunas cuevas volcánicas de fácil acceso. Fuimos a ver en una
de las construcciones rapanui una piedra volcánica perfectamente esférica. En
teoría no era de la propia isla. Los
primeros pobladores debieron traerla desde la Polinesia en sus primeros viajes.
Debía tener gran cantidad de metales, pues volvía locas las brújulas situadas
cerca de la esfera. La costumbre era tocarla, pues supuestamente tenía
propiedades curativas generalizadas. Nos dijeron que allí acudía gente de
muchas partes del mundo para poner las manos sobre esa roca.



Isla de Pascua (III)

Viajes Posted on Fri, October 14, 2016 19:39

Para recorrer la isla, alquilamos un pequeño todoterreno:
un Suzuki Jimmy. Resultó muy divertido y fácil de conducir. Además, para viajar
por una isla de apenas 24
kilómetros entre sus puntos más alejados, es más que
suficiente. Es conveniente llevar un 4×4, aunque sea en miniatura como este.
Los caminos fuera de la ciudad son todos de tierra y si llueve, algo frecuente
en ciertas épocas, es fácil quedar enfangado. Los coches de alquiler, además,
son caros y debes alquilarlos sin seguro a costa de una tarjeta de crédito. Si
tienes un accidente, difícil dado el bajo nivel de tráfico de la isla mas no
imposible, la reparación irá a tu costa y no debe ser barata, pues todos
recambios deben venir de Chile.

Es una isla pequeña, con un clima templado aunque no
demasiado caluroso. Damián se quejaba del clima, pues las Canarias eran mucho
más cálidas. La temperatura media es de unos 20ºC. Esta cubierta de un manto
verde y tiene algunos árboles, aunque en general está bastante despejada de
maleza y zonas arboladas. De origen volcánico, la isla tiene tres cráteres
inactivos. En ellos se almacena el agua de lluvia.

La población tiene un origen polinesio. Durante algunos
años hubo polémica, pues también se mantenía su posible origen americano. Thor
Heyerdahl con su famosa expedición Kon-tiki trataba de mostrar la viabilidad de
esta teoría. Sin embargo, los estudios genéticos actuales parecen mostrar que
son polinesios y la verdad es que nada más verlos da esa impresión. Parecen
maoríes. Las mujeres eran muy hermosas de jóvenes y muy gruesas al envejecer.
Los hombres suelen ser musculosos y no engordan tanto con el paso de los años.
Tanto los hombres como las mujeres suelen ser altos.

Nos contaron algunas leyendas sobre el origen de esta
población. Según las mismas, los rapanuis provienen de una tierra lejana que se
hundía en el mar (la posible interpretación podría ser algún tipo de catástrofe
natural en su originaria isla de la Polinesia). Mandaron a siete exploradores
en busca de una nueva tierra y encontraron Rapa Nui. Tras volver con noticias a
la polinesia, condujeron a su pueblo a su actual asentamiento. En el interior
de la isla se encuentran siete moáis, supuestamente construidos para albergar
las tumbas de los siete exploradores. Son los únicos moáis que miran hacia el
mar, porque el resto lo hacen hacia el interior de la isla.

Estos primeros pobladores prosperaron y construyeron una
sociedad jerarquizada. Llegaron a ser unos 10.000 habitantes en un espacio muy
reducido. La consecuencia de esta superpoblación fueron guerras constantes, nos
hablaron incluso de canibalismo, y cambios en la estructura política de la
isla. De esto había leído en un libro de Jared Diamond, Colapso, que explica la debacle en clave ecológica: se superó la
capacidad de carga del territorio.

En clave mítica se habla de una guerra entre dos grupos:
los orejas cortas o clase trabajadora y los orejas largas o clase dirigente.
Los orejas largas dominaban la sociedad y hacían trabajar a los orejas cortas,
entre otras cosas erigiendo los moáis en honor a los dirigentes. Se produjo una
guerra civil, donde se derrocó a los orejas largas. Prueba de ello, se aduce,
es que en los moáis fueron derribados por los propios isleños.

Sea esta explicación real, o se tratase de un proceso
diferente de confusas guerras tribales, el caso es que cambió el tipo de
sistema político y el tipo de monumentos. No se construyeron más moáis (se
dejaron abandonas algunos a media construcción) y se estableció un sistema de
liderazgo anual a través del rito del hombre-pájaro (Tangata manu) realizado en un poblado construido a ese propósito en
lo alto de uno de los volcanes. Con el mismo, accedía a la jefatura el hombre que
pudiese coger el primer huevo de un pájaro. Era una prueba atlética muy
complicada y exigente.

La llegada de los europeos complicó aún más la cosa para
los rapanuis. Trajeron consigo enfermedades que diezmaron su población y
también arribaron barcos esclavistas. Tomaron gran cantidad de rapanuis para
llevarlos a trabajar a Perú. Un repoblamiento posterior y la protección de esta
etnia permitieron aumentar la población hasta llegar a los 2.000 rapanuis que
viven en la isla en la actualidad (acompañados de unos 3.000 habitantes
procedentes en su mayoría de Chile).



Isla de Pascua (II)

Viajes Posted on Fri, October 14, 2016 19:35

Siguiendo
una de las recomendaciones de Damián, fuimos a bucear. La isla es uno de los
mejores lugares del mundo para hacerlo, porque el nivel de plancton es muy bajo
y se tiene una visibilidad magnífica debajo del agua. La idea era hacer un
bautismo, es decir, una pequeña inmersión con bombonas de oxígeno, acompañados
de un buzo experto. Sole, desde el comienzo, se mostró reacia. Pero una vez
allí no pudo con ello.

Al final, me
sumergí sólo con el guía y fue una experiencia interesante pero agotadora.
Realmente no haces un esfuerzo físico grande, pero los nervios unidos a la
necesidad de controlar la respiración en todo momento y la incapacidad de
controlar tus movimientos hacen que todo te resulte muy pesado. Además, el
hecho de estar descomprimiendo la presión sobre los tímpanos todo el tiempo
también resulta muy molesto. Pero, a pesar de todo, disfrute de la inmersión.

Bajamos unos
diez metros, el máximo permitido para la primera experiencia, y permanecimos
una media hora. La verdad, perdí la noción del tiempo, pues me pareció haber
estado menos de cinco minutos. Allí pude ver gran cantidad de peces de colores, y los puede incluso tocar, corales y erizos de mar. El “maestro” me hizo unas
fotos entre la fauna marina.

Descansamos
por la tarde, dando un paseo por Hanga-Roa, y fuimos a cenar. La gastronomía en
la isla está muy bien, sobre todo si te gusta el pescado. Siempre recordaré el
cebiche de atún, aunque también tomamos otros pescados de la zona muy sabrosos.
Uno de los días se lo compramos a unos rapanuis a primera hora de la mañana,
pues salen muy pronto a faenar, sobre la trasera de un pickup. Después los hicimos a la brasa en una de las cuevas de la
isla (lo pudimos hacer gracias a nuestro amigo canario, pues solo los lugareños
pueden hacer fuego). Deliciosos.

Comer y
beber solo tienen un inconveniente en Isla de Pascua: es muy caro. Excepto el
pescado, algo de carne y fruta, todo lo demás es importado desde Chile. Tienen
hasta una cerveza local, de buena calidad, pero como no vi campos de cebada en
la isla he de suponer que o bien importan la materia prima o simplemente es una
cerveza chilena etiquetada para la isla. En todo caso, dormir y comer en Isla
de Pascua es oneroso y merma las reservas del viajero, sobre todo si no tiene
gran capacidad adquisitiva. Además, las tiendas de comestibles también son caras.



Isla de Pascua (I)

Viajes Posted on Fri, October 14, 2016 12:31

Viajé a Isla de Pascua acompañado de mi mujer, que había llegados unos días antes para pasar un par de semanas conmigo. El vuelo a Isla de Pascua es
relativamente largo: unas cinco horas. Pero se hizo breve, ya que fue muy
reposado y además pude ver un par de películas que me interesaban. Recuerdo sobre
todo una de ellas, una película chilena que se estrenó por aquel entonces sobre
la vida de Violeta Parra. No era gran cosa, pero me gustó mucho la
ambientación. Los paisajes desnudos eran media película.

Nos alojamos en unas cabañas regentadas por un canario y
una madrileña en Hanga-Roa, la única población de la isla, llamadas de un modo
poco original: Rapa Nui Aventure. En general, casi todos los alojamientos son
cabañas y hospedajes rurales, si se exceptúan un par de hoteles de lujo. El pueblo,
porque realmente lo es, conserva todo su encanto, ya que el impacto del turismo
es muy reducido. La isla se encuentra protegida por las autoridades y el número
de turistas que llegan cada año es limitado.

El canarión se llamaba Damián. Nos contó su historia, cuanto
menos curiosa. Parece que pasó su infancia en las Canarias, hasta que a los
trece o catorce años trasladaron a su padre a la península. Entonces él, que no
deseaba vivir en ella, inició trámites legales para evitarlo. El juez lo
entrevistó y, finalmente, decidió emanciparle legalmente. Como consecuencia de
ese hecho, volvió a Canarias. Allí, pasando de un trabajo a otro, conoció a un
Rapa-Nui del cual se hizo amigo y le invitó a la isla. Esta le gustó tanto que
decidió afincarse allí. Ahora está integrado y es el único europeo al que
el consejo tribal le ha concedido tierras.

En Isla de Pascua, la tierra es propiedad de sus
habitantes Rapa-Nui, que la distribuyen a razón de una hectárea por familia.
Esta tierra es transmisible de padres a hijos, pero no enajenable fuera de la
comunidad tribal. En consecuencia, si un individuo no deja descendencia, sus
tierras revierten de nuevo en la comunidad. A Damián, le concedieron un lote,
que puede legar a sus hijos, pero en ningún caso vender a un tercero.

Él y su compañera, Sandra, viven de las cabañas y de los
cursos de buceo que imparte. Es decir, el turismo, así como la huerta y los
animales que tienen en la finca, son su principal fuente de ingresos. Eso les
permite llevar una vida modesta, como al resto de habitantes de la isla, pero
sana y, sobre todo, muy relajada. Me confesó una noche que Pascua es uno de los
pocos sitios en el mundo en el cual se puede vivir prácticamente sin trabajar.



Perito Moreno

Viajes Posted on Tue, October 11, 2016 14:39

Cuando regresamos al Perito
Moreno decidimos ir a visitar el Glaciar Perito Moreno. La verdad es que
teníamos apenas un día para hacerlo. Contratamos una excursión en autobús desde
Puerto Natales y, la verdad, fue un error. El glaciar se encuentra a unos 350
kilómetros de Puerto Natales, pero el trayecto se hacer eterno. Además, se debe
pasar el puesto fronterizo y siempre se producen retrasos. Estos, para más
complicación, cierran por la noche. De hecho, cuando volvíamos encontramos el
puesto cerrado y tuvimos que ir a otro paso más lejano, creo que en Rio Turbio,
que lo hacía más tarde.

En fin, el resultado fue un día
pasado prácticamente en el autobús para estar unas horas viendo el glaciar. Lo
más sensato, sin duda, hubiese sido cruzar la frontera en autobús, pasar un día
en El Calafate –la población tiene, además, una animada vida enfocada al
turista– y visitar tranquilamente el Perito Moreno. Pero no disponíamos de
tiempo.

El viaje fue muy pesado. Recuerdo
ver pasar kilómetro tras kilómetro de estepa por la ventanilla, mientras el
conductor bebía mate que le cebaba el guía y escuchaba una y otra vez un mismo
casete. No sé el motivo, si tenían solo uno o algún tipo de fijación, pero ponían
el mismo una y otra vez sin descanso.

El glaciar es maravilloso. Lo vimos desde unos
barcos que se acercan al mismo y también desde el mirador. Hay excursiones para
recorrer un pequeño tramo del glaciar a pié. Hubiese estado bien, pero como
dije, el avión nos esperaba el día siguiente
y no pudimos hacer mucho más.



Torres del Paine

Viajes Posted on Fri, October 07, 2016 11:20

Decidimos visitar las Torres del
Paine y hacer la famosa “W”. La verdad, no la hicimos entera pues no
completamos algún tramo, pero sí en su mayor parte. El trayecto está muy bien
organizado, con autobuses hasta los puntos de partida, trasbordadores para
atravesar los lagos y buena señalización en todos los tramos que se deben
completar a pié. Además, los albergues son
muy buenos (también las zonas de acampada).

El primer día, tras dejar
nuestras cosas en el albergue, caminamos y nos acercamos al Glaciar Grey. Forma
parte del llamado Campo de hielo Patagónico Sur, la mayor mole de hielo a parte
de los polos. El clima fue estupendo durante esos días, pero cuando soplaba el
viento desde el glaciar sentíamos como se nos congelaba todo el cuerpo. En
invierno debe ser un lugar terrible y muy poco transitable.

El siguiente día hicimos la pata media
de la famosa W y dejamos para el último la subida hacia el mirador de las Torres.
El lugar, en general es de un enorme interés y belleza. Combina en la parte
baja la aridez de la estepa patagónica con paisajes de media y alta montaña.
Todo el recorrido está salpicado de ríos, arroyos y grandes lagos de un intenso
azul. En la fauna destacan los guanacos, omnipresentes, y en las alturas los
cóndores. También hay pumas, pero por fortuna no vimos ninguno.

Durante nuestra visita, además, estábamos
en verano y los días en esa latitud parecían no acabar. Tras la primera
jornada, terminamos en el bar del albergue tomando cerveza Austral. No fuimos
los primeros en llegar, pero si los últimos en irnos. Viendo la puesta de sol,
que parecía no retirarse nunca, acabamos con las reservas de cerveza del lugar.

En general, el recorrido habitual
no es de gran exigencia en cuanto a su dificultad. Se hace largo, pues las
distancias son enormes, pero no es excesivamente duro. Las cuestas se hacen más
duras solo cuando se sube hacia las Torres. De todos modos, casi todos los
visitantes lograban realizar el trayecto. Solo un matrimonio británico entrado
en años y con muchos kilos de más nos dijeron que habían preferido permanecer
en el refugio, pues no se veían capaces de hacer el camino.



El chileno y el europeo

Viajes Posted on Fri, October 07, 2016 10:47

Chile es un país que está cambiando muy
rápidamente sus valores. Esto se nota especialmente entre la juventud. Una
generación de chilenos tiene una moral mucho más relajada y tiene otras expectativas sobre su vida. En Puerto Natales
coincidimos y nos fuimos a tomar algo con un grupo de chicos y chicas que
encontramos andando por la calle. Mientras fumaban unos canutos, conducta allí
mucho menos socialmente aceptada que en España, nos comentaron que les
encantaba el acento español. Nos imitan como nosotros a los vascos. Cuando les
preguntamos si eran de allí, pues también hay visitantes de otras partes de
Chile, contestaron: “Sí, pero no nos gusta”.

Una sensación que tenía permanentemente
al tratar con los chilenos es que todos querían estar con un europeo. Es más,
pienso que lo que realmente querrían es estar en Europa. Este hecho, además, es
más frecuente cuanto más clara tienen la tez y mejor posición económica
ostentan –ambos hechos, lamentablemente, siguen yendo parejos en muchas
ocasiones–.

En todas las conversaciones, al hablar
de mi país encontré una de las siguientes posiciones. O bien me contaban sus
viajes por Europa o bien su deseo de cruzar el charco. Curiosamente muy pocos
hablaban de viajar a los Estados Unidos, pese a que quizá sea un destino de
migración más habitual. En el imaginario, Europa es la matriz y todos desean
acabar o, al menos, pasar una temporada allí. Luego, probablemente, vuelvan, ya
que la nostalgia del hogar es un sentimiento universal, pero el deseo está ahí.
Durante mi estancia, el diario La Tercera publicó una encuesta en la cual el
85% de los chilenos afirmaban tener deseos de trabajar en otro país y, de esos,
la mayor parte dirigían sus anhelos a Europa (en España, por comparación,
sumergidos en una de las crisis económicas más profundas que se recuerdan, las
encuestas hablaban de que el 65% de los españoles deseaban trabajar fuera de su
país).

Digo conscientemente Europa y no España,
pues existen importantes contingentes de población con orígenes alemanes o, por
ejemplo, británicos. Además, cuando hablaba con las más diversas personas,
sobre todo si son de las clases más favorecidas, todos tenían una curiosa
versión del proceso migratorio de sus antepasados. En general, solían enfatizar
los elementos europeos, eliminando las posibilidades de mezcla con la población
local, y sostenían descender de familias nobles. Alguno incluso me dijo al
hablar sobre el tema que solamente emigraron desde España las personas de alta
cuna, “como queda recogido en el Archivo de Indias”. Con otras justificaciones,
el argumento se repite en el caso de los inmigrantes de origen alemán. Además,
y aquí se muestran profundos prejuicios, los españoles llegados a Chile eran
godos, enfatizando sus rasgos norteños: altura, pelo rubio y tez clara.

En muchas cosas, el pensamiento colonial
no ha desaparecido. Todavía una parte importante de la población se ve a sí
misma como población europea trasplantada a otro continente. Esta visión,
además, se refuerza en Chile, porque su aislamiento histórico del resto de
América Latina ha fomentado el deseo de unirse a la matriz cultural que se
considera más avanzada, desarrollada y sofisticada. Opera una lógica similar al
deseo español de asimilación con Europa que desde el siglo XIX articula nuestra
política y cultura.



Puerto Natales

Viajes Posted on Wed, October 05, 2016 12:11

Tras ese par de días en Punta Arenas,
subimos a un autobús dirección a Puerto Natales y las Torres del Paine. Puerto
Natales se encuentra a unos 250 kilómetros en dirección norte. Fue un trayecto
largo y aburrido recorriendo la árida Patagonia chilena. Carlos se durmió
enseguida y no se despertó casi hasta el fin del trayecto. Al levantar la
cabeza me preguntó:

– ¿Qué has visto?

– Nada, tierra y ovejas.

En verdad, el paisaje está compuesto por
una sucesión de haciendas vacías, rodeadas de vallas bajas para evitar que se
escapen los esporádicos rebaños de ovejas. De vez en cuando una pequeña y
destartalada caseta aparece en esas estancias. El refugio de los pastores. Más
tarde nos comentaron que al ser el terreno tan árido, podía sostener muy poco
ganado: unas dos ovejas por hectárea. El rebaño típico tiene 10.000 ovejas. Por
tanto, una finca media tendría 5.000 hectáreas o 50 kilómetros cuadrados.

La región es inmensamente grande y está
muy despoblada. Tiene cerca de 260.000 kilómetros cuadrados y está poblada por unas
280.000 personas. La densidad de población es de aproximadamente 1,1 habitante
por kilómetro cuadrado. Además, la mayoría de los chilenos viven en poblaciones
como Punta Arenas (solo esta ciudad concentra a 130.000 personas), Coyhaique,
Puerto Aysén y Puerto Natales (17.000 habitantes). El terreno no urbano está
prácticamente desierto. La Patagonia chilena tiene unos 2.800 millones de
ovejas. Por tanto, la densidad es de algo menos de 11 ovejas por kilómetro
cuadrado. Más ovejas que personas.

Pero bueno, dejaré de lado estas cifras
y volveré al viaje. Puerto Natales es una ciudad diseñada en cuadrícula, con
amplias calles y avenidas, construida a base de casas prefabricadas de una o
dos plantas pintadas de colores. Se encuentra bien conservada, limpia y es una
bonita ciudad, sobre todo por estar enclavada en un entorno natural de gran
belleza. En toda la ciudad se encuentran repartidos multitud de hoteles y, sobre
todo, albergues para mochileros. La ciudad es un verdadero enclave mochilero,
desde el cual parten para visitar las Torres del Paine y otros lugares de la
Patagonia chilena. A causa de ello, hay muchos restaurantes, agencias de viajes
y tiendas para satisfacer a estos jóvenes turistas extranjeros.

Cerca de Puerto Natales se encuentra la
Cueva del Milodón. Era una especie de perezoso prehistórico gigante. El mismo
que Bruce Chatwin cita en su obra En la
Patagonia
como causa para iniciar su viaje. No fuimos a la cueva, pues nos
pareció que no tendría mayor interés (al parecer han puesto una reproducción
del milodón para hacer algo más atractiva la vista a ese lugar).

En su lugar, nos embarcamos en una
lancha para ver lobos marinos, los fiordos y algunos glaciares. Visitamos el
Glaciar Serrano. El trayecto fue interesante por los paisajes, aunque un tanto
largo. Para entretenernos nos anestesiaban con whiskey escocés enfriado con
hielo del glaciar.

A la hora de comer paramos en una estancia
ovejera que llevaba una familia de orígenes alemanes. Debían completar el
sueldo dando de comer a turistas, porque conocimos al dueño y estaba trabajando
con las ovejas. No era atrezo. Compartimos el almuerzo con unas simpáticas
enfermeras chilenas, también de vacaciones. La comida consistió, cómo no, en
cordero a la estaca, es decir, asado al aire libre en una especie de cruz de
hierro. Nos sorprendió, pues a pesar de ser ya una señora oveja, y no un tierno
corderito, tenía buen sabor y apenas se notaba la grasa.



Punta Arenas

Viajes Posted on Tue, October 04, 2016 10:39

Punta
Arenas es una ciudad situada sobre el Estrecho de Magallanes, vamos en el fin
el mundo, y sin embargo es una ciudad
respetable, con una adecuada planificación y una población notable. Alejandro
Pelfini, compañero y buen sociólogo en la Universidad Alberto Hurtado, me dijo
que a él le había sorprendido, pues es una ciudad en un lugar donde uno no
espera encontrar nada. Hago mías sus palabras. Es una verdadera ciudad rodeada
de páramos semidesérticos y tiene cierto encanto.

Pasamos
allí un par de días. Tras recorrer la mayor parte de los hoteles de la ciudad,
nos alojamos en el de mayor categoría pues nos hicieron descuento. Es curioso,
pero en Chile era posible negociar un descuento hasta en los mejores
establecimientos hoteleros. Siempre había un cierto margen de maniobra. Era una
de las ventajas de moverse en un país donde hay una buena oferta de alojamientos
y los turistas no son tan abundantes como en otros lugares.

Recorrimos
la plaza de armas, rodeada de buenos edificios entre los que se encuentra la
Casa de España. En el centro de la misma una estatua dedicada, como no podía
ser de otra forma a Hernando de Magallanes. Visitamos también el casino de
Punta Arenas, un edificio moderno y de no demasiado buen gusto. Desde su planta
superior, donde hay un café, se tienen unas estupendas vistas de la ciudad y
del estrecho. Por la noche, terminamos en un “bailable” que nos habían
recomendado dos chicas por la calle en el cual éramos los únicos extranjeros. Había
buen ambiente y muchos puntarenenses con ganas de divertirse.


La
verdad es que toda la ciudad pivota en torno al Estrecho de Magallanes. Es,
pese a no ser nada más que una lengua de mar entre dos tierra, uno de los
atractivos de la ciudad. Anduvimos varios kilómetros paralelos al estrecho para
visitar una réplica de la Nao Victoria. El barco nos gustó, aunque esté
decorado con unos “muñecos” a modo de navegantes de pésimo gusto y factura. Uno
puede imaginarse lo que debió ser la convivencia de sus 42 tripulantes durante
tres años.

También
contaban con una réplica del bote James Caird con el cual Shackleton y sus
compañeros recorriendo 1.500 kilómetros en busca de ayuda y salvación. Si la
Nao Victoria sobrecoge, el caso de este bote aún más pues en comparación es
minúsculo. No sé cómo pudieron sobrevivir a las tormentas y las olas del Atlántico
sur en semejante embarcación.

Como curiosidad, en diversos puntos del
estrecho quedan restos de las pasarelas de madera a través de las cuales se
embarcaban miles de ovejas en el pasado con destino a los países más ricos.
Esta industria ha sido básica para la región, origen de fortunas y sigue siendo
la base de la economía local, como pudimos comprobar después al movernos por un
terreno enorme poblado únicamente por millones de ovejas.



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