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Vettonia obliga

Sobre el blog

En este blog quiero recoger algunas de mis lecturas, pasajes de mi vida académica y de mis viajes, así como ideas sobre la cultura y la sociedad actual.

Algunos chilenismos

Viajes Posted on Tue, October 18, 2016 13:26

No me resisto a incluir algunos chilenismos. Son aquellos que me resultaron curiosos. Espero no haber metido la pata con ninguno.

“A lo pobre” (ternera, pollo, etc.): Carne con huevos, cebolla frita, patatas y arroz.

“Al tiro”: De inmediato, de golpe. Al lado, junto.

Bajativo: Licor para después de comer.

Barros Luco: Sándwich de ternera y queso (toma su nombre de un antiguo presidente).

Buena onda: Buen rollo, amigable.

Cabro/a: Joven, inexperto.

Cachar (ais): Entender (eis). (Aquí afirman que es un anglicismo, que proviene del
inglés “To Cach”, aunque tengo mis dudas pues en la jerga de mi pueblo cachar
es hablar mucho).

Carretear: Ir de fiesta, “de marcha”.

Casino: Además del local de juego, hace referencia al edificio de restauración de
un edificio.

Chana: Choni, mujer jóven de clase obrera urbana con malos modales.

Chanta: Poco creible, de mala calidad.

Colectivo: Taxi con una ruta fija.

“Con recompra”: Pago con tarjeta (se puede aplazar el pago, “recompra con cuotas”).

Coños: Españoles (despectivo).

Cuecas: Baile regional.

Cuicos: Antiguamente extranjeros bolivianos o peruanos, hoy miembros de la clase
alta (similar al pijo/a).

Culear: Follar.

Curtido: Borracho.

Empanada “de pino”: Empanada de carne.

Flaite: Quinqui, jóvenes de clase obrera, malos modales y pequeña criminalidad.

Frica: Pan de hamburguesa.

Gallo/a: Hombre/Mujer.

Gringos: Extranjeros europeos o estadounidenses (despectivo).

Guagua: Bebé.

Harto: Bastante, de sobra.

Huicos: Campesinos (p.e. traje huicos), folclórico.

Lucas: Pesos, coloquial.

Machucársela: Aguantar con un trabajo duro y cansino.

Micro: Microbús.

Mina: Mujer.

Pacos: Carabineros (policía).

Paro: Huelga.

Pebre: Salsa de tomate, cebolla, cilantro y ají. (Por extensión, estoy “hecho
pebre”, estoy destrozado).

Pega (la): Trabajo.

Pico: Polla, verga.

Pitcher: Jarra cerveza.

Pololo/a: novio/a.

Porotos: Judías, habas.

Pucha: Desagradable o malo.

Rotos: Antiguamente proletariado urbano, en la actualidad bruto, basto
(despectivo).

Schop: Jarra de cerveza.

Taco: Atasco.

Vienesa: Salchicha.



Adenda

Viajes Posted on Tue, October 18, 2016 13:11

Como comenté en el primer post del blog, llegué a Chile en agosto de
2011 con la intención de dar clases en una importante universidad del país,
pero los estudiantes decidieron ponerse en huelga. A resultas de lo cual me
encontré de repente sólo, sin poder realizar el trabajo que tenía pensado hacer
y con mucho tiempo libre. Cuando acudía
la universidad descubrí que el profesorado, en líneas generales,
aprovechaba la huelga para otros quehaceres. Vamos, que los despachos estaban
tan vacíos como las aulas. Ante mi desazón Arelis, la secretaria administrativa
de la facultad, me aconsejó: “váyase a pasear por el país”. Y, tras dudarlo
apenas un momento, me dirigí a los soportales de la Plaza de Armas y me compré
una mochila y, en el barrio de Providencia, un par de botas de montaña.

Pude hacer el viaje gracias a una beca de investigación que me
concedió la Fundación Caja Madrid. La ceremonia de entrega de becas, a la que
era obligatorio asistir, estaba presidida por el ahora tristemente famoso
Rodrigo Rato. Creo recordar que también andaba por allí Rafael Spottorno. El
objetivo de las mismas era, primariamente, fomentar la “internacionalización”
del profesorado de las universidades públicas de la Comunidad de Madrid. Es
decir, tratar de evitar el parroquianismo, un mal habitual en nuestra
universidad.

En mi caso, decidí concursar, porque siempre he tenido un gusanillo
viajero, que parece acrecentarse con el tiempo. La idea de investigar o enseñar
fuera no era lo más atractivo, lo importante era dar rienda suelta a mis deseos
de conocer nuevas tierras y nuevas personas. Además, por una vez conseguí una
ayuda bien dotada económicamente, lo que me permitió dejar a mi familia bien
atendida en ese aspecto y tener un capital para moverme libremente por el país.

¿Por qué Chile? La verdad es que no hay una respuesta clara. Apenas
sabía nada del país antes de partir. Simplemente tenía un contacto allí, el
profesor Jorge Larraín, al que había escrito durante la realización de la tesis
y al que había invitado a escribir en el libro sobre globalización que publiqué
conjuntamente con Octavio Uña y Jaime Hormigos. Gracias a él, obtuve una
invitación para realizar una estancia de cuatro meses en la Universidad Alberto
Hurtado. En realidad, podría haber ido más tiempo, un año, pero la universidad
ya daba las primeras señales precrisis y no me pareció lo más sensato y si le
hubiese dicho a mi esposa que la dejaba con los niños un curso completo pues no
sé lo que hubiese pasado.

Echando la vista atrás, creo que en lo personal gané mucho con la
experiencia, pero no en lo académico. Hice algunos contactos, firmé un convenio
entre ambas instituciones, escribí algunos artículos, finalicé un libro y abrí
una línea de investigación sobre turismo mochilero (que ha resultado más
interesante de lo que pude imaginar en un principio), pero no fue un viaje que
supusiera un giro en mi carrera académica. Eso sí, gané mundo, y en cierto
sentido me “internacionalicé” de nuevo, pues desde que viví en el Reino Unido
no había vuelto a hacerlo fuera de España. Además, volví a ver las cosas con
otro prisma, más abierto y valiente, menos centrado en las pequeñeces que tejen
la vida diaria.

En estas entradas he intentado ser preciso, contrastar los datos y no
errar demasiado en las apreciaciones. Pero estas notas son, dada su naturaleza,
inevitablemente subjetivas. Es mi visión de Chile. Nada más. Algunas
afirmaciones serán controvertidas, otras simplemente erróneas. No conozco el
país mejor que sus habitantes. Tampoco lo pretendo. He reflejado sin más mi
experiencia, lo que he visto, leído, escuchado y aprendido en estas tierras. Por
otro lado, muchas cosas han quedado en el tintero (en el teclado, más bien).
Pero así debe ser.



A modo de conclusión

Viajes Posted on Tue, October 18, 2016 13:09

“Chile, fértil provincia y señalada
en la región antártica famosa,
de remotas naciones respetada
por fuerte, principal y poderosa:
la gente que produce es tan granada,
tan soberbia, gallarda y belicosa,
que no ha sido por rey jamás regida
ni a extranjero dominio sometida.”

Alonso de Ercilla, La
Araucana
.

La historia de Chile es una historia de
lucha por el territorio. Los mapuche lucharon contra los incas, primero, y
contra los españoles después (a los que llamaban huincas). La primera incursión
la hizo Diego de Almagro y fue bastante infructuosa. Posteriormente, Pedro de
Valdivia con muchos menos recursos se asentó en el país y fundó buena parte de
las ciudades que todavía hoy aparecen en el mapa.

Isabel Allende narra en una novela Inés del Alma mía los avatares de la
conquista, personalizándola en Inés Suárez, amante de Pedro de Valdivia. Con
buen ritmo y sin aburrir en ningún momento nos acerca a la historia. Lo más
sorprendente es que muchas de las situaciones descritas son plenamente novelescas,
en el peor sentido, pero también ciertas. La conquista (aunque pueda ser un
término tachado de imperialista, creo que aun es el mejor para describir una
situación en que un pueblo mediante una acción militar se adueña de la tierra
de otro) fue, como todas, atroz. Los conquistadores eran igual de valientes que
de crueles y despiadados.

No me resulta posible valorar Chile de modo
conjunto de un modo claro. Mario Vargas Llosa en su Diccionario del amante de América Latina (Barcelona, Paidós, 2006)
lo describía como uno de los países más avanzados económica y socialmente del
continente. Las recetas económicas neoliberales han hecho de Chile, afirmaba,
una de las economías punteras. Existían, sin embargo, contradicciones, pues las
zonas rurales aún vivían atrasadas respecto a las urbanas. Esto lo puedo
corroborar, porque cuando se sale de los aceros y neones santiaguinos o de las
pulcras zonas residenciales de Viña del Mar, uno encuentra un Chile más
pedestre donde la gente tiene problemas para llevar un plato de comida todos
los días a la mesa (visitamos a una familia en Curacaví, una población a unos
50 kilómetros de Santiago, que nos invitó a comer en su casa y allí nos
comentaron que la pasta y el arroz hacían pasar mejor la semana cuando no había
otra cosa para comer).

Pero quizá lo que más desazón le producía a Vargas
Llosa era el origen de esa prosperidad. Consideraba que la dictadura era
anómala, pues en general estas tienden a generar sistemas estatales fuertes y
voluminosos. Sin embargo, en Chile había producido un Estado fuerte pero
pequeño y eficaz, del gusto liberal. La causa de esta anomalía no aparece clara
en su escrito. En este blog he ido recogiendo algunos aspectos de la economía
chilena. Creo que tiene grandes potencialidades, pero también graves carencias.
Sigue siendo una economía extractiva basada en la explotación de los recursos
naturales a la que se ha superpuesto un pujante sector servicios. En la región
de La Araucanía, por ejemplo, todavía existen conflictos por la apropiación del
territorio de los mapuches, ahora en forma de grandes proyectos
hidroeléctricos. Sin embago, hay poca
creación y generación de valor. Ese es su principal hándicap.

Lo peor del desarrollo económico chileno no se
encuentra en las grandes cifras. Vargas Llosa decía que tras el jarabe liberal,
amargo y difícil de tragar, ya se veían los frutos del desarrollo económico.
Puede ser cierto, pero solo para una parte de la población. El grueso de la
misma recibe un escaso salario por su trabajo con el que han de costear todos
los aspectos de su vida, ya que el Estado poco les da (la sanidad y la
educación son privadas en su mayor parte). La desigualdad es muy acusada. Aún
recuerdo como una de las primeras veces que compraba en un supermercado cerca
de mi apartamento en Santiago, la cajera me ofreció pagar “con cuotas” un par
que paquetes de galletas y un litro de leche. Le contesté que no, sin saber muy
bien a qué se refería. Luego me enteré de que es habitual que la gente con
menos ingresos pague a plazos la compra diaria. La bonanza económica chilena
esconde estas cosas: los trabajadores han de financiar las compras diarias para
ir tirando. Los bancos, es de suponer, les cobrarán un magnífico 24% al ser una
compra a crédito con una tarjeta.

Chile es un país paradójico: quizá el más aislado
de América Latina y, al tiempo, el más inmerso en el mundo global. Esto produce
que la identidad chilena sea contradictoria. Según el sociólogo Jorge Larraín,
la identidad chilena actual se estructura en torno a una serie de rasgos:
clientelismo, tradicionalismo y sociedad civil débil; despolitización,
revalorización de la democracia formal y de los derechos humanos;
autoritarismo, machismo, legalismo y racismo oculto; fatalismo y solidaridad
entre las clases excluidas; religiosidad; mediatización de la cultura y
eclecticismo; consumismo, ostentación y fascinación con lo extranjero; y un
cierto malestar en la cultura. Este conjunto de rasgos muestra, desde mi punto
de vista, un país en el que coexisten tendencias modernas y premodernas, con
una marcada inclinación hacia los valores de la cultura capitalista.

Lo cual no evita que lo religioso siga siendo
importante para una parte de la misma. Cuando visité el Campus de San Joaquín,
de la Universidad Católica, pude comprobar el amplio seguimiento que tenían los
servicios religiosos entre los alumnos de la institución. Mientras, los locales
de ocio nocturno santiaguinos se
encuentran llenos de jóvenes haciendo música y buscando nuevas formas de
expresividad.

Los valores religiosos también continúan teniendo
peso. En las Termas de Puritama, cerca de San Pedro de Atacama, vi a muchas
jóvenes que se bañaban con una camiseta sobre el bañador. La exhibición del
cuerpo continúa siendo vista como impúdica en algunos ambientes. Y, por
contraste, en Santiago me entregaron en la calle panfletos con publicidad de
hoteles por horas para parejas y todavía se pueden ver Cines X. Una sociedad en
transición, sin duda, también en lo cultural, desde valores tradicionales y
católicos a valores modernos (o post-) y seculares.

En todo caso, no creo que se pueda dar una imagen
cerrada del país. Todas las sociedades complejas viven presas de los matices y
las variaciones. Una sociedad vibrante. He escrito mucho del país, pero lo
mejor sin duda de Chile son los chilenos. A decir verdad, en los meses que
estuve allí no me sentí nunca maltratado. Tal vez los primeros día un poco solo,
pero no rechazado. Al contrario, cuando conocía gente siempre me sentía bien
tratado y acogido. Y puedo decir que hice amistades. En especial, he de
recordar a Juanjo, con el que sigo teniendo contacto (las tecnología favorecen
mucho esto). Nos conocimos en la barra de un bar –las costumbre españolas son
difíciles de perder– y a partir de ahí compartimos muchos y buenos ratos
juntos. También a Marcelo o a Alejandro, por mencionar a aquellos con los que
tuve más trato. Sin ellos, mi viaje no hubiese sido lo que fue.



Carreteando

Viajes Posted on Tue, October 18, 2016 12:59

Chile, sobre todo Santiago, es un
sitio estupendo para carretear, es decir, para salir de fiesta. La vida
nocturna es muy animada y la juventud tiene ganas de fiesta. Es verdad que los
chilenos son serios, discretos y en muchos sentidos familiares, pero también
les gusta salir a divertirse. Los restaurantes y bares de copas en Santiago
suelen estar muy concurridos incluso los días centrales de la semana. El
domingo, sin embargo, es un desierto. Es el día para la familia, por lo que es
mejor no hacer muchos planes.

Bellavista es el barrio más
famoso para ir de carrete, aunque en Providencia, Centro, Vitacura, Brasil o
las Condes también hay zonas animadas. La fiesta, como en España, comienza tarde,
a eso de las once de la noche y se extiende hasta las tres o cuatro de la
madrugada. Es posible, no obstante, extender la noche si se acude a algún after o discoteca. Si a eso le añades
que Santiago suele ser punto en el que actúan las mejores bandas
internacionales de pop y rock, la cosa pinta muy bien en lo de divertirse.

Una cosa interesante de Santiago
es la gran profusión de pequeños grupos musicales. Es, por tanto, frecuente
encontrar locales donde se toca música en directo. En los locales se pueden
escuchar todos los estilos de música y no suele haber graves problemas de
seguridad. Como es natural, siempre puede estallar alguna pelea, pero la noche
es tranquila y en líneas generales no hay mayor problema en salir por ahí y
tomar unos tragos.

También he de decir que yo salía de
fiesta, pero no tanto como cabría imaginar. La edad no perdona y si uno quiere
visitar el país de día no puede dedicarse a festejar sin pausa durante la
noche. Además, ya no soy tan joven y en ciertos ambientes tampoco me sentía
demasiado a gusto. Pero no lo voy a negar, disfruté la noche santiaguina.