El fin de semana que volvía a Chile partimos hacia los
Andes, con el fin de disfrutar del fin de semana entre Argentina y Chile.
Llegamos a San Martín de los Andes, pues Bariloche, la joya del turismo en la
región, se encuentra en pleno epicentro de la lluvia de ceniza procedente del
volcán Puyehué. Además, el volcán Hudson, situado bastante más al sur, también había entrado en erupción. Durante el camino de ida a San Martín y el
posterior desplazamiento hasta la frontera puede apreciar los efectos de la ceniza.
Uno tiene la impresión de encontrarse ante un paisaje nevado de un color
ligeramente grisáceo.

San Martín de los Andes afortunadamente se encontraba
libre de la ceniza que afeaba el paisaje un poco más al sur. Es un pueblo muy
bello. Las edificaciones
tienen un marcado tinte centroeuropeo. Uno tiene la impresión de encontrarse en
un pueblo de Suiza o de Alemania, más que en Sudamérica. Su actividad principal
es el turismo, orientado a su estación de esquí y a paseos en barca por el Lago
Lacar de aguas de un azul intenso. La oferta de alojamientos y restaurantes es enorme.
Además, el turismo había desertado huyendo de la ceniza, por lo que encontramos
un alojamiento muy barato y de gran calidad a orillas del lago.

Allí probé una parrillada argentina, que me desagradó un
poco ya que para mi gusto se sirve con un exceso de casquería. Por la noche,
Javi y yo visitamos el casino local, llamado Magic, que está lejos de ser el
sitio elegante que es en Europa. La población local se desplaza ante los mismos
a jugar y tomar unos tragos en un ambiente que recuerda al de los locales de
tragaperras que adornan las ciudades españolas. Una cosa saqué clara, lo mío no
es el juego, no conseguí ni una mala moneda en la ruleta.