Siguiendo
una de las recomendaciones de Damián, fuimos a bucear. La isla es uno de los
mejores lugares del mundo para hacerlo, porque el nivel de plancton es muy bajo
y se tiene una visibilidad magnífica debajo del agua. La idea era hacer un
bautismo, es decir, una pequeña inmersión con bombonas de oxígeno, acompañados
de un buzo experto. Sole, desde el comienzo, se mostró reacia. Pero una vez
allí no pudo con ello.

Al final, me
sumergí sólo con el guía y fue una experiencia interesante pero agotadora.
Realmente no haces un esfuerzo físico grande, pero los nervios unidos a la
necesidad de controlar la respiración en todo momento y la incapacidad de
controlar tus movimientos hacen que todo te resulte muy pesado. Además, el
hecho de estar descomprimiendo la presión sobre los tímpanos todo el tiempo
también resulta muy molesto. Pero, a pesar de todo, disfrute de la inmersión.

Bajamos unos
diez metros, el máximo permitido para la primera experiencia, y permanecimos
una media hora. La verdad, perdí la noción del tiempo, pues me pareció haber
estado menos de cinco minutos. Allí pude ver gran cantidad de peces de colores, y los puede incluso tocar, corales y erizos de mar. El “maestro” me hizo unas
fotos entre la fauna marina.

Descansamos
por la tarde, dando un paseo por Hanga-Roa, y fuimos a cenar. La gastronomía en
la isla está muy bien, sobre todo si te gusta el pescado. Siempre recordaré el
cebiche de atún, aunque también tomamos otros pescados de la zona muy sabrosos.
Uno de los días se lo compramos a unos rapanuis a primera hora de la mañana,
pues salen muy pronto a faenar, sobre la trasera de un pickup. Después los hicimos a la brasa en una de las cuevas de la
isla (lo pudimos hacer gracias a nuestro amigo canario, pues solo los lugareños
pueden hacer fuego). Deliciosos.

Comer y
beber solo tienen un inconveniente en Isla de Pascua: es muy caro. Excepto el
pescado, algo de carne y fruta, todo lo demás es importado desde Chile. Tienen
hasta una cerveza local, de buena calidad, pero como no vi campos de cebada en
la isla he de suponer que o bien importan la materia prima o simplemente es una
cerveza chilena etiquetada para la isla. En todo caso, dormir y comer en Isla
de Pascua es oneroso y merma las reservas del viajero, sobre todo si no tiene
gran capacidad adquisitiva. Además, las tiendas de comestibles también son caras.