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Vettonia obliga

Sobre el blog

En este blog quiero recoger algunas de mis lecturas, pasajes de mi vida académica y de mis viajes, así como ideas sobre la cultura y la sociedad actual.

Comer y beber en Chile

Viajes Posted on Mon, October 17, 2016 18:59

Ha llegado el momento de hablar
de una de las mejores cosas de Chile: su gastronomía. Si os gusta comer visitad
el país, si no os gusta demasiado o queréis mantener la línea no lo hagáis. La
comida y la bebida son excelentes y, además, no están mal de precio. Con esto
último, sin embargo, hay que tener cuidado. No se está en el sudeste asiático.
Para comer y beber bien hay que gastar dinero (un poco menos que en España,
pero no tan poco como me hubiese gustado). Eso sí, la calidad suele ser buena y
uno sale satisfecho de los restaurantes, bares y tabernas.

No sé por dónde empezar, la
verdad. Quizá lo más típico son los asados chilenos. Estos lejos de hacerse en
un horno, como indica el nombre, son una parrillada de carne. Un buen asado
suele tener carne de vacuno (lomo liso, vetado o entraña), carne de cerdo,
pollo, chorizos criollos y prietas (morcillas). Todo ello se sirve acompañado
de ensaladas y pebre. Este último es un
aliño omnipresente en la gastronomía chilena. Se sirve en todas las comidas y
es habitual tomarlo como entrante sobre pan antes de comenzar a comer. Lleva cebolla,
tomate, ajo, cilantro, ají, aceite, vinagre o limón.
Otros platos habituales son las
cazuelas (guisos muy variados), porotos con almejas o con riendas, las
empanadas rellenas de todo lo que se pueda imaginar, el pastel de choclo, los
mariscos (ostiones, picorocos, machas, choros, erizos, locos, jibias o
langostas), los pescados (pejerreyes, congrio, merluza o salmón –de este último
en el sur del país hay gran cantidad de piscifactorías–), ossobuco (tradición
alemana), ensalada chilena, croquetas y un largo pero largo etcétera. Algo que hacen muy bien,
aunque el más famoso es el peruano, son los cebiches. También en esta línea se
puede comer carne molida (picada para nosotros) en “crudo”, es decir, aliñada
con lima o limones y mostaza, o en “Steak tartare”, parecido pero la carne mezclada
con huevo crudo. Y de postre solo cito
uno: leche asada. (Por cierto, si pasais por Santiago de Chile debeis comer en el “Liguria Providencia”, daos el capricho, no os arrepentiréis).
En caso de no querer hacer una
comida de mantel y servilleta, en Chile también es un paraíso para la comida
rápida (y sin acudir a los Macdonald o Burguer King de turno). Se puede pedir
una “chorrillana”, es decir, una bandeja de patatas cubierta de tiras de carne
de vacuno, vienesas (salchichas), huevos o cebolla pochada o frita. Los
ingredientes sobre las patatas varían de un restaurante a otro y de una región
a otra. También un lomo “a lo pobre”, es decir, un plato combinado con lomo,
patatas fritas, huevos y cebolla pochada.

Por otro lado, las vienesas son
muy populares. Son nuestros perritos calientes. Pero allí lo habitual es tomar
un “completo”, que es un perrito caliente cargado, pero cargado de todo tipo de
aliños. Los más habituales son la palta (guacamole), chucrut, tomate cortado en
dados, ají, kétchup, mostaza o mayonesa. Pero caben otros dependiendo del gusto
de la clientela o del cocinero.

Y donde la comida rápida llega a
la excelencia es con los “sanguches” chilenos. Se sirven en distintos tipos de
pan (frica, marraqueta, etc.) y lo que más llama la atención al extranjero es
que existen gran cantidad de tipos de sándwich diferentes con nombres ya
establecidos: Barros Luco, Barros Jarpa, Lomito, Mechado o, entre otros muchos,
Chacarero. Habitualmente se anuncian así y no se explicitan los ingredientes,
que el cliente ya conoce de antemano. Mi recomendación es pedirlos todos, no en
el mismo día claro, para así poder elegir el que más se adapte a tu paladar. A
mí me gustaba sobre todo el Chacarero con “harto ají”.

En cuanto a las bebidas, los
españoles llevaron la tradición vitivinícola al país y tienen muchísimas
variedades de uva, bodegas y marcas. En el vino, como ocurre en todos los
países productores, hay una gran diversidad de calidades: desde el peor vino
peleón (para hacer calimocho llamado allí jote) a vinos de altísima calidad. La
principal diferencia, desde mi punto de vista, es que envejecen menos los vinos
en barrica y además suelen elaborar “varietales”, es decir, vinos de un único
tipo de uva. La más representativa del país es Carménère. Esta cepa se consideraba
extinta en Europa, donde la filoxera acabó con ella, y sobrevivió en Chile.
También elaboran buenos vinos con la variedad Pinot Noir, Cabernet Sauvignon o,
entre otras, Merlot. He de decir que probé muchas y me quedo con los Carménère
y los Pinot Noir. Todos ellos, además, tienen unos precios estupendos incluso
en las mejores marcas. El vino chileno me entusiasmó, porque además coincide
con mis gustos: no me gusta demasiado el vino pasado de madera y, por tanto,
disfruto mucho de aquellos caldos más ligeros y afrutados.

Como derivación del vino se
encuentra el Pisco chileno, un aguardiente que se produce destilando el vino. Los
mejores suelen añejarse en barricas de roble, convirtiéndose en una bebida de
sabor parecido al coñac. Las dos marcas que ví con más frecuencia eran
Capel y Alto del Carmen, aunque existen muchísimas más. Como curiosidad, suelen
ser de diferentes graduaciones, encontrándose de 35, 40 y 45 grados. Recomiendo
este último, es más puro y si uno se excede la resaca es menos horrible. Los
chilenos suelen tomarlo antes de comer como aperitivo en el llamado Pisco-sour.
Está muy bueno, pero no es apropiado para los estómagos delicados pues suele
producir acidez (deben evitarse, además, los industriales de venta en grandes
superficies). Y como copa suelen tomarlo mezclado con cocacola: el famoso
piscola. Su sabor es similar al antiguo “España”, es decir, coñac con cocacola.
Recomendable.

Después de comer tienen
costumbre, aunque no tan extendida como aquí, de tomar una copa o “bajativo”.
Los más populares son el licor de almendras (amaretto), menta y el araucano.
Este último es el más especial. Es un licor de hierbas de color negruzco. Sabe
un poco como el Fernet, aunque más intenso. En sus orígenes, dicen, fue un
tónico de venta en farmacias y, la verdad, si tiene algo de sabor a jarabe de
regaliz.

Las cervezas también son
magníficas. Chile tiene una gran tradición cervecera fruto de las emigraciones
centroeuropeas del siglo XIX. Me gustaba especialmente la Kuntsmann Torobayo
(tostada), aunque la lager o la negra también eran muy buenas. Pero existían
muchas más marcas, nacionales o propias de regiones del país, de gran calidad:
Cristal, Escudo, Del Puerto o, entre otras, Austral.



Isla de Pascua (y V)

Viajes Posted on Fri, October 14, 2016 19:51

La última
noche fuimos a ver un espectáculo de danzas y cantos tradicionales. El
espectáculo, pese a estar orientado al turista, tenía mucha fuerza y resultó
interesante de principio a fin. Esa noche había, además, una fiesta en el local
para los participantes en el campeonato sudamericano de canotaje, que se
desarrollaba esos días en Rapa Nui. Se encontraba allí el millonario chileno
Leonardo Farkas. Todos degustaban una “res al palo”, es decir, una vaca abierta
en canal y asada entera, acompañada de abundantes bebidas. La noche, pese a mis
recelos iniciales, resultó interesante y divertida.

El tal
Farkas, del que cuentan gran cantidad de anécdotas ensalzando su generosidad,
es un recién llegado a las clases dirigentes chilenas. La élite empresarial,
política y cultural chilena es una casta estructurada y autoconsciente, que
defiende con fuerza sus privilegios. Los mismos apellidos se encuentran en
todos los intersticios de la sociedad chilena. Larraín, Matte, Piñera, Luksic,
Fabri, Said o, entre otros, Huidobro son frecuentes entre la alta sociedad.
Uno, cuando revisa los consejos de administración de las universidades, las
presidencias de las empresas o los gabinetes ministeriales, tiene la sensación
de estar en un cortijo, donde los puestos están reservados de antemano para
ciertas personas. Puede que esto pase en todos los países, España es un buen
ejemplo, pero aquí tal vez por mi condición de extranjero o por el pequeño
tamaño del país, se nota más.

Un
distintivo de esta élite –una marca de esta clase ociosa, de la que habló con
profusión Veblen– es que, en general, todos cursaron sus estudios
universitarios en la universidades locales, para terminar en haciendo un
postgrado en Europa o los Estados Unidos. Los estudios de economía en Estados
Unidos y de ciencias sociales y humanidades en Europa. Sin el master o el
doctorado en el extranjero es prácticamente imposible encontrar un puesto
decente en la universidad o en la dirección de las empresas.

El caso es
que Farkas visitaba Isla de Pascua y pagaba una vaca a los regatistas, pero la
isla tenía sus propios problemas que el gobierno chileno, y su élite, tampoco
solucionaban. Pongamos un ejemplo: la asistencia hospitalaria. Allí hay un
hospital a base de barracones instalado por el ejército chileno. La situación
anterior mejoró, porque al menos cubre las enfermedades más comunes. Esto es,
no mueres de una apendicitis. Los problemas vienen cuando es algo más grave. Si
el hospital no puede intervenirte, los habitantes de Pascua deben desplazarse a
Chile. En caso de poca gravedad, lo harán en vuelo regular (5 horitas) y si es
más complicado deberá hacerlo en un avión medicalizado. Aquí viene el problema,
según nos contó en la playa una rapanui mientras tomábamos unas cervezas, pues
la asistencia sanitaria chilena no lo cubre. O tienes un buen seguro privado o
lo pasarás mal. (Consejo al turista: llevar un buen seguro privado, no todo es perfecto en el “paraíso”). En todo
caso, lo conveniente sería tener un avión medicalizado permanentemente en la
isla.

Abandonamos
Isla de Pascua con mucho pesar, pues habíamos pasado unos días estupendos en la
misma.



Isla de Pascua (IV)

Viajes Posted on Fri, October 14, 2016 19:46

Unas
palabras sobre los moáis. Estos son las famosas estatuas antropomorfas que se
encuentran diseminadas por toda la isla. Suelen estar situadas en la costa,
mirando hacia el interior. Y los que vi con mayor frecuencia suelen formar
agrupaciones sobre una larga base de piedra. Los moáis son la parte más visible
de los monumentos, que se componen de tres elementos. La base es el llamado
ahu. Sobre la misma se sitúan los moáis propiamente dichos. En la cabeza de los
mismos se situaba un pukao o sombrero de piedra rojiza. Finalmente, los ojos se
solían rellenar con coral blanco para darle sensación de vida al conjunto.

He leído y
escuchado en algunos programas de “misterio y ocultismo” que se desconoce la
utilidad de estas enormes estatuas. No hay tal misterio, son monumentos funerarios.
La base, el ahu, es una gran mastaba en la cual se enterraban los líderes de la
comunidad rapanui. Hay una en especial que suele llamar la atención de estos
programas, porque se compone de grandes piedras de distintos tamaños finamente
encajadas (véase la foto). Parece ser que fue una de los primeros ahu en
construirse y tiene una construcción más “fina” que los posteriores. Además,
recuerda a las construcciones incaicas y algunas del antiguo Egipto. Esto, como
parece lógico, ha dado pie a todo tipo de teorías de extraterrestres. Esta
hipótesis no merece más comentario por
mi parte, sobre todo por la falta de pruebas para sustentarla.

Hay, sin
embargo, un misterio real. Los moáis se construían en una ladera de un volcán
del interior de la isla (se pueden ver varios abandonados a medio construir e
incluso algunos preparados, y también abandonados, para ir a su destino). Eran
enormes y muy pesados. El misterio es como los transportaban hasta su
emplazamiento en la costa. Hay varias hipótesis: trineo de madera, troncos bajo
el moái –el uso de árboles contribuyo, afirman, a la deforestación de la isla y
a la crisis ecológica mencionada antes– y, la más novedosa, caminando. Esto de
caminar es curioso. Según las leyendas, los moáis iban “caminando” hasta el
ahu. Los arqueólogos han comprobado que poseen una base redondeada y que, tal
vez, los antiguos rapanui ataban cuerdas a la cabeza del moáis y con movimiento
de un lado a otro iban haciendo avanzar lentamente la gran estatua como si
anduviese.

La isla cuenta,
además, con dos buenas playas, una abierta al público y otras cerrada, al estar
cerca de un acantilado donde se producen desprendimientos. La gente va a las
dos y, desde mi punto de vista, es mejor la del acantilado. Allí nos bañamos
rodeados de peces de colores. No he visto agua de mar más clara. Un tipo a mi
lado tomo un pez globo entre las manos y luego lo devolvió al agua.

También se
pueden visitar algunas cuevas volcánicas de fácil acceso. Fuimos a ver en una
de las construcciones rapanui una piedra volcánica perfectamente esférica. En
teoría no era de la propia isla. Los
primeros pobladores debieron traerla desde la Polinesia en sus primeros viajes.
Debía tener gran cantidad de metales, pues volvía locas las brújulas situadas
cerca de la esfera. La costumbre era tocarla, pues supuestamente tenía
propiedades curativas generalizadas. Nos dijeron que allí acudía gente de
muchas partes del mundo para poner las manos sobre esa roca.



Isla de Pascua (III)

Viajes Posted on Fri, October 14, 2016 19:39

Para recorrer la isla, alquilamos un pequeño todoterreno:
un Suzuki Jimmy. Resultó muy divertido y fácil de conducir. Además, para viajar
por una isla de apenas 24
kilómetros entre sus puntos más alejados, es más que
suficiente. Es conveniente llevar un 4×4, aunque sea en miniatura como este.
Los caminos fuera de la ciudad son todos de tierra y si llueve, algo frecuente
en ciertas épocas, es fácil quedar enfangado. Los coches de alquiler, además,
son caros y debes alquilarlos sin seguro a costa de una tarjeta de crédito. Si
tienes un accidente, difícil dado el bajo nivel de tráfico de la isla mas no
imposible, la reparación irá a tu costa y no debe ser barata, pues todos
recambios deben venir de Chile.

Es una isla pequeña, con un clima templado aunque no
demasiado caluroso. Damián se quejaba del clima, pues las Canarias eran mucho
más cálidas. La temperatura media es de unos 20ºC. Esta cubierta de un manto
verde y tiene algunos árboles, aunque en general está bastante despejada de
maleza y zonas arboladas. De origen volcánico, la isla tiene tres cráteres
inactivos. En ellos se almacena el agua de lluvia.

La población tiene un origen polinesio. Durante algunos
años hubo polémica, pues también se mantenía su posible origen americano. Thor
Heyerdahl con su famosa expedición Kon-tiki trataba de mostrar la viabilidad de
esta teoría. Sin embargo, los estudios genéticos actuales parecen mostrar que
son polinesios y la verdad es que nada más verlos da esa impresión. Parecen
maoríes. Las mujeres eran muy hermosas de jóvenes y muy gruesas al envejecer.
Los hombres suelen ser musculosos y no engordan tanto con el paso de los años.
Tanto los hombres como las mujeres suelen ser altos.

Nos contaron algunas leyendas sobre el origen de esta
población. Según las mismas, los rapanuis provienen de una tierra lejana que se
hundía en el mar (la posible interpretación podría ser algún tipo de catástrofe
natural en su originaria isla de la Polinesia). Mandaron a siete exploradores
en busca de una nueva tierra y encontraron Rapa Nui. Tras volver con noticias a
la polinesia, condujeron a su pueblo a su actual asentamiento. En el interior
de la isla se encuentran siete moáis, supuestamente construidos para albergar
las tumbas de los siete exploradores. Son los únicos moáis que miran hacia el
mar, porque el resto lo hacen hacia el interior de la isla.

Estos primeros pobladores prosperaron y construyeron una
sociedad jerarquizada. Llegaron a ser unos 10.000 habitantes en un espacio muy
reducido. La consecuencia de esta superpoblación fueron guerras constantes, nos
hablaron incluso de canibalismo, y cambios en la estructura política de la
isla. De esto había leído en un libro de Jared Diamond, Colapso, que explica la debacle en clave ecológica: se superó la
capacidad de carga del territorio.

En clave mítica se habla de una guerra entre dos grupos:
los orejas cortas o clase trabajadora y los orejas largas o clase dirigente.
Los orejas largas dominaban la sociedad y hacían trabajar a los orejas cortas,
entre otras cosas erigiendo los moáis en honor a los dirigentes. Se produjo una
guerra civil, donde se derrocó a los orejas largas. Prueba de ello, se aduce,
es que en los moáis fueron derribados por los propios isleños.

Sea esta explicación real, o se tratase de un proceso
diferente de confusas guerras tribales, el caso es que cambió el tipo de
sistema político y el tipo de monumentos. No se construyeron más moáis (se
dejaron abandonas algunos a media construcción) y se estableció un sistema de
liderazgo anual a través del rito del hombre-pájaro (Tangata manu) realizado en un poblado construido a ese propósito en
lo alto de uno de los volcanes. Con el mismo, accedía a la jefatura el hombre que
pudiese coger el primer huevo de un pájaro. Era una prueba atlética muy
complicada y exigente.

La llegada de los europeos complicó aún más la cosa para
los rapanuis. Trajeron consigo enfermedades que diezmaron su población y
también arribaron barcos esclavistas. Tomaron gran cantidad de rapanuis para
llevarlos a trabajar a Perú. Un repoblamiento posterior y la protección de esta
etnia permitieron aumentar la población hasta llegar a los 2.000 rapanuis que
viven en la isla en la actualidad (acompañados de unos 3.000 habitantes
procedentes en su mayoría de Chile).



Isla de Pascua (II)

Viajes Posted on Fri, October 14, 2016 19:35

Siguiendo
una de las recomendaciones de Damián, fuimos a bucear. La isla es uno de los
mejores lugares del mundo para hacerlo, porque el nivel de plancton es muy bajo
y se tiene una visibilidad magnífica debajo del agua. La idea era hacer un
bautismo, es decir, una pequeña inmersión con bombonas de oxígeno, acompañados
de un buzo experto. Sole, desde el comienzo, se mostró reacia. Pero una vez
allí no pudo con ello.

Al final, me
sumergí sólo con el guía y fue una experiencia interesante pero agotadora.
Realmente no haces un esfuerzo físico grande, pero los nervios unidos a la
necesidad de controlar la respiración en todo momento y la incapacidad de
controlar tus movimientos hacen que todo te resulte muy pesado. Además, el
hecho de estar descomprimiendo la presión sobre los tímpanos todo el tiempo
también resulta muy molesto. Pero, a pesar de todo, disfrute de la inmersión.

Bajamos unos
diez metros, el máximo permitido para la primera experiencia, y permanecimos
una media hora. La verdad, perdí la noción del tiempo, pues me pareció haber
estado menos de cinco minutos. Allí pude ver gran cantidad de peces de colores, y los puede incluso tocar, corales y erizos de mar. El “maestro” me hizo unas
fotos entre la fauna marina.

Descansamos
por la tarde, dando un paseo por Hanga-Roa, y fuimos a cenar. La gastronomía en
la isla está muy bien, sobre todo si te gusta el pescado. Siempre recordaré el
cebiche de atún, aunque también tomamos otros pescados de la zona muy sabrosos.
Uno de los días se lo compramos a unos rapanuis a primera hora de la mañana,
pues salen muy pronto a faenar, sobre la trasera de un pickup. Después los hicimos a la brasa en una de las cuevas de la
isla (lo pudimos hacer gracias a nuestro amigo canario, pues solo los lugareños
pueden hacer fuego). Deliciosos.

Comer y
beber solo tienen un inconveniente en Isla de Pascua: es muy caro. Excepto el
pescado, algo de carne y fruta, todo lo demás es importado desde Chile. Tienen
hasta una cerveza local, de buena calidad, pero como no vi campos de cebada en
la isla he de suponer que o bien importan la materia prima o simplemente es una
cerveza chilena etiquetada para la isla. En todo caso, dormir y comer en Isla
de Pascua es oneroso y merma las reservas del viajero, sobre todo si no tiene
gran capacidad adquisitiva. Además, las tiendas de comestibles también son caras.



Isla de Pascua (I)

Viajes Posted on Fri, October 14, 2016 12:31

Viajé a Isla de Pascua acompañado de mi mujer, que había llegados unos días antes para pasar un par de semanas conmigo. El vuelo a Isla de Pascua es
relativamente largo: unas cinco horas. Pero se hizo breve, ya que fue muy
reposado y además pude ver un par de películas que me interesaban. Recuerdo sobre
todo una de ellas, una película chilena que se estrenó por aquel entonces sobre
la vida de Violeta Parra. No era gran cosa, pero me gustó mucho la
ambientación. Los paisajes desnudos eran media película.

Nos alojamos en unas cabañas regentadas por un canario y
una madrileña en Hanga-Roa, la única población de la isla, llamadas de un modo
poco original: Rapa Nui Aventure. En general, casi todos los alojamientos son
cabañas y hospedajes rurales, si se exceptúan un par de hoteles de lujo. El pueblo,
porque realmente lo es, conserva todo su encanto, ya que el impacto del turismo
es muy reducido. La isla se encuentra protegida por las autoridades y el número
de turistas que llegan cada año es limitado.

El canarión se llamaba Damián. Nos contó su historia, cuanto
menos curiosa. Parece que pasó su infancia en las Canarias, hasta que a los
trece o catorce años trasladaron a su padre a la península. Entonces él, que no
deseaba vivir en ella, inició trámites legales para evitarlo. El juez lo
entrevistó y, finalmente, decidió emanciparle legalmente. Como consecuencia de
ese hecho, volvió a Canarias. Allí, pasando de un trabajo a otro, conoció a un
Rapa-Nui del cual se hizo amigo y le invitó a la isla. Esta le gustó tanto que
decidió afincarse allí. Ahora está integrado y es el único europeo al que
el consejo tribal le ha concedido tierras.

En Isla de Pascua, la tierra es propiedad de sus
habitantes Rapa-Nui, que la distribuyen a razón de una hectárea por familia.
Esta tierra es transmisible de padres a hijos, pero no enajenable fuera de la
comunidad tribal. En consecuencia, si un individuo no deja descendencia, sus
tierras revierten de nuevo en la comunidad. A Damián, le concedieron un lote,
que puede legar a sus hijos, pero en ningún caso vender a un tercero.

Él y su compañera, Sandra, viven de las cabañas y de los
cursos de buceo que imparte. Es decir, el turismo, así como la huerta y los
animales que tienen en la finca, son su principal fuente de ingresos. Eso les
permite llevar una vida modesta, como al resto de habitantes de la isla, pero
sana y, sobre todo, muy relajada. Me confesó una noche que Pascua es uno de los
pocos sitios en el mundo en el cual se puede vivir prácticamente sin trabajar.



Perito Moreno

Viajes Posted on Tue, October 11, 2016 14:39

Cuando regresamos al Perito
Moreno decidimos ir a visitar el Glaciar Perito Moreno. La verdad es que
teníamos apenas un día para hacerlo. Contratamos una excursión en autobús desde
Puerto Natales y, la verdad, fue un error. El glaciar se encuentra a unos 350
kilómetros de Puerto Natales, pero el trayecto se hacer eterno. Además, se debe
pasar el puesto fronterizo y siempre se producen retrasos. Estos, para más
complicación, cierran por la noche. De hecho, cuando volvíamos encontramos el
puesto cerrado y tuvimos que ir a otro paso más lejano, creo que en Rio Turbio,
que lo hacía más tarde.

En fin, el resultado fue un día
pasado prácticamente en el autobús para estar unas horas viendo el glaciar. Lo
más sensato, sin duda, hubiese sido cruzar la frontera en autobús, pasar un día
en El Calafate –la población tiene, además, una animada vida enfocada al
turista– y visitar tranquilamente el Perito Moreno. Pero no disponíamos de
tiempo.

El viaje fue muy pesado. Recuerdo
ver pasar kilómetro tras kilómetro de estepa por la ventanilla, mientras el
conductor bebía mate que le cebaba el guía y escuchaba una y otra vez un mismo
casete. No sé el motivo, si tenían solo uno o algún tipo de fijación, pero ponían
el mismo una y otra vez sin descanso.

El glaciar es maravilloso. Lo vimos desde unos
barcos que se acercan al mismo y también desde el mirador. Hay excursiones para
recorrer un pequeño tramo del glaciar a pié. Hubiese estado bien, pero como
dije, el avión nos esperaba el día siguiente
y no pudimos hacer mucho más.



Torres del Paine

Viajes Posted on Fri, October 07, 2016 11:20

Decidimos visitar las Torres del
Paine y hacer la famosa “W”. La verdad, no la hicimos entera pues no
completamos algún tramo, pero sí en su mayor parte. El trayecto está muy bien
organizado, con autobuses hasta los puntos de partida, trasbordadores para
atravesar los lagos y buena señalización en todos los tramos que se deben
completar a pié. Además, los albergues son
muy buenos (también las zonas de acampada).

El primer día, tras dejar
nuestras cosas en el albergue, caminamos y nos acercamos al Glaciar Grey. Forma
parte del llamado Campo de hielo Patagónico Sur, la mayor mole de hielo a parte
de los polos. El clima fue estupendo durante esos días, pero cuando soplaba el
viento desde el glaciar sentíamos como se nos congelaba todo el cuerpo. En
invierno debe ser un lugar terrible y muy poco transitable.

El siguiente día hicimos la pata media
de la famosa W y dejamos para el último la subida hacia el mirador de las Torres.
El lugar, en general es de un enorme interés y belleza. Combina en la parte
baja la aridez de la estepa patagónica con paisajes de media y alta montaña.
Todo el recorrido está salpicado de ríos, arroyos y grandes lagos de un intenso
azul. En la fauna destacan los guanacos, omnipresentes, y en las alturas los
cóndores. También hay pumas, pero por fortuna no vimos ninguno.

Durante nuestra visita, además, estábamos
en verano y los días en esa latitud parecían no acabar. Tras la primera
jornada, terminamos en el bar del albergue tomando cerveza Austral. No fuimos
los primeros en llegar, pero si los últimos en irnos. Viendo la puesta de sol,
que parecía no retirarse nunca, acabamos con las reservas de cerveza del lugar.

En general, el recorrido habitual
no es de gran exigencia en cuanto a su dificultad. Se hace largo, pues las
distancias son enormes, pero no es excesivamente duro. Las cuestas se hacen más
duras solo cuando se sube hacia las Torres. De todos modos, casi todos los
visitantes lograban realizar el trayecto. Solo un matrimonio británico entrado
en años y con muchos kilos de más nos dijeron que habían preferido permanecer
en el refugio, pues no se veían capaces de hacer el camino.



El chileno y el europeo

Viajes Posted on Fri, October 07, 2016 10:47

Chile es un país que está cambiando muy
rápidamente sus valores. Esto se nota especialmente entre la juventud. Una
generación de chilenos tiene una moral mucho más relajada y tiene otras expectativas sobre su vida. En Puerto Natales
coincidimos y nos fuimos a tomar algo con un grupo de chicos y chicas que
encontramos andando por la calle. Mientras fumaban unos canutos, conducta allí
mucho menos socialmente aceptada que en España, nos comentaron que les
encantaba el acento español. Nos imitan como nosotros a los vascos. Cuando les
preguntamos si eran de allí, pues también hay visitantes de otras partes de
Chile, contestaron: “Sí, pero no nos gusta”.

Una sensación que tenía permanentemente
al tratar con los chilenos es que todos querían estar con un europeo. Es más,
pienso que lo que realmente querrían es estar en Europa. Este hecho, además, es
más frecuente cuanto más clara tienen la tez y mejor posición económica
ostentan –ambos hechos, lamentablemente, siguen yendo parejos en muchas
ocasiones–.

En todas las conversaciones, al hablar
de mi país encontré una de las siguientes posiciones. O bien me contaban sus
viajes por Europa o bien su deseo de cruzar el charco. Curiosamente muy pocos
hablaban de viajar a los Estados Unidos, pese a que quizá sea un destino de
migración más habitual. En el imaginario, Europa es la matriz y todos desean
acabar o, al menos, pasar una temporada allí. Luego, probablemente, vuelvan, ya
que la nostalgia del hogar es un sentimiento universal, pero el deseo está ahí.
Durante mi estancia, el diario La Tercera publicó una encuesta en la cual el
85% de los chilenos afirmaban tener deseos de trabajar en otro país y, de esos,
la mayor parte dirigían sus anhelos a Europa (en España, por comparación,
sumergidos en una de las crisis económicas más profundas que se recuerdan, las
encuestas hablaban de que el 65% de los españoles deseaban trabajar fuera de su
país).

Digo conscientemente Europa y no España,
pues existen importantes contingentes de población con orígenes alemanes o, por
ejemplo, británicos. Además, cuando hablaba con las más diversas personas,
sobre todo si son de las clases más favorecidas, todos tenían una curiosa
versión del proceso migratorio de sus antepasados. En general, solían enfatizar
los elementos europeos, eliminando las posibilidades de mezcla con la población
local, y sostenían descender de familias nobles. Alguno incluso me dijo al
hablar sobre el tema que solamente emigraron desde España las personas de alta
cuna, “como queda recogido en el Archivo de Indias”. Con otras justificaciones,
el argumento se repite en el caso de los inmigrantes de origen alemán. Además,
y aquí se muestran profundos prejuicios, los españoles llegados a Chile eran
godos, enfatizando sus rasgos norteños: altura, pelo rubio y tez clara.

En muchas cosas, el pensamiento colonial
no ha desaparecido. Todavía una parte importante de la población se ve a sí
misma como población europea trasplantada a otro continente. Esta visión,
además, se refuerza en Chile, porque su aislamiento histórico del resto de
América Latina ha fomentado el deseo de unirse a la matriz cultural que se
considera más avanzada, desarrollada y sofisticada. Opera una lógica similar al
deseo español de asimilación con Europa que desde el siglo XIX articula nuestra
política y cultura.



Puerto Natales

Viajes Posted on Wed, October 05, 2016 12:11

Tras ese par de días en Punta Arenas,
subimos a un autobús dirección a Puerto Natales y las Torres del Paine. Puerto
Natales se encuentra a unos 250 kilómetros en dirección norte. Fue un trayecto
largo y aburrido recorriendo la árida Patagonia chilena. Carlos se durmió
enseguida y no se despertó casi hasta el fin del trayecto. Al levantar la
cabeza me preguntó:

– ¿Qué has visto?

– Nada, tierra y ovejas.

En verdad, el paisaje está compuesto por
una sucesión de haciendas vacías, rodeadas de vallas bajas para evitar que se
escapen los esporádicos rebaños de ovejas. De vez en cuando una pequeña y
destartalada caseta aparece en esas estancias. El refugio de los pastores. Más
tarde nos comentaron que al ser el terreno tan árido, podía sostener muy poco
ganado: unas dos ovejas por hectárea. El rebaño típico tiene 10.000 ovejas. Por
tanto, una finca media tendría 5.000 hectáreas o 50 kilómetros cuadrados.

La región es inmensamente grande y está
muy despoblada. Tiene cerca de 260.000 kilómetros cuadrados y está poblada por unas
280.000 personas. La densidad de población es de aproximadamente 1,1 habitante
por kilómetro cuadrado. Además, la mayoría de los chilenos viven en poblaciones
como Punta Arenas (solo esta ciudad concentra a 130.000 personas), Coyhaique,
Puerto Aysén y Puerto Natales (17.000 habitantes). El terreno no urbano está
prácticamente desierto. La Patagonia chilena tiene unos 2.800 millones de
ovejas. Por tanto, la densidad es de algo menos de 11 ovejas por kilómetro
cuadrado. Más ovejas que personas.

Pero bueno, dejaré de lado estas cifras
y volveré al viaje. Puerto Natales es una ciudad diseñada en cuadrícula, con
amplias calles y avenidas, construida a base de casas prefabricadas de una o
dos plantas pintadas de colores. Se encuentra bien conservada, limpia y es una
bonita ciudad, sobre todo por estar enclavada en un entorno natural de gran
belleza. En toda la ciudad se encuentran repartidos multitud de hoteles y, sobre
todo, albergues para mochileros. La ciudad es un verdadero enclave mochilero,
desde el cual parten para visitar las Torres del Paine y otros lugares de la
Patagonia chilena. A causa de ello, hay muchos restaurantes, agencias de viajes
y tiendas para satisfacer a estos jóvenes turistas extranjeros.

Cerca de Puerto Natales se encuentra la
Cueva del Milodón. Era una especie de perezoso prehistórico gigante. El mismo
que Bruce Chatwin cita en su obra En la
Patagonia
como causa para iniciar su viaje. No fuimos a la cueva, pues nos
pareció que no tendría mayor interés (al parecer han puesto una reproducción
del milodón para hacer algo más atractiva la vista a ese lugar).

En su lugar, nos embarcamos en una
lancha para ver lobos marinos, los fiordos y algunos glaciares. Visitamos el
Glaciar Serrano. El trayecto fue interesante por los paisajes, aunque un tanto
largo. Para entretenernos nos anestesiaban con whiskey escocés enfriado con
hielo del glaciar.

A la hora de comer paramos en una estancia
ovejera que llevaba una familia de orígenes alemanes. Debían completar el
sueldo dando de comer a turistas, porque conocimos al dueño y estaba trabajando
con las ovejas. No era atrezo. Compartimos el almuerzo con unas simpáticas
enfermeras chilenas, también de vacaciones. La comida consistió, cómo no, en
cordero a la estaca, es decir, asado al aire libre en una especie de cruz de
hierro. Nos sorprendió, pues a pesar de ser ya una señora oveja, y no un tierno
corderito, tenía buen sabor y apenas se notaba la grasa.



Punta Arenas

Viajes Posted on Tue, October 04, 2016 10:39

Punta
Arenas es una ciudad situada sobre el Estrecho de Magallanes, vamos en el fin
el mundo, y sin embargo es una ciudad
respetable, con una adecuada planificación y una población notable. Alejandro
Pelfini, compañero y buen sociólogo en la Universidad Alberto Hurtado, me dijo
que a él le había sorprendido, pues es una ciudad en un lugar donde uno no
espera encontrar nada. Hago mías sus palabras. Es una verdadera ciudad rodeada
de páramos semidesérticos y tiene cierto encanto.

Pasamos
allí un par de días. Tras recorrer la mayor parte de los hoteles de la ciudad,
nos alojamos en el de mayor categoría pues nos hicieron descuento. Es curioso,
pero en Chile era posible negociar un descuento hasta en los mejores
establecimientos hoteleros. Siempre había un cierto margen de maniobra. Era una
de las ventajas de moverse en un país donde hay una buena oferta de alojamientos
y los turistas no son tan abundantes como en otros lugares.

Recorrimos
la plaza de armas, rodeada de buenos edificios entre los que se encuentra la
Casa de España. En el centro de la misma una estatua dedicada, como no podía
ser de otra forma a Hernando de Magallanes. Visitamos también el casino de
Punta Arenas, un edificio moderno y de no demasiado buen gusto. Desde su planta
superior, donde hay un café, se tienen unas estupendas vistas de la ciudad y
del estrecho. Por la noche, terminamos en un “bailable” que nos habían
recomendado dos chicas por la calle en el cual éramos los únicos extranjeros. Había
buen ambiente y muchos puntarenenses con ganas de divertirse.


La
verdad es que toda la ciudad pivota en torno al Estrecho de Magallanes. Es,
pese a no ser nada más que una lengua de mar entre dos tierra, uno de los
atractivos de la ciudad. Anduvimos varios kilómetros paralelos al estrecho para
visitar una réplica de la Nao Victoria. El barco nos gustó, aunque esté
decorado con unos “muñecos” a modo de navegantes de pésimo gusto y factura. Uno
puede imaginarse lo que debió ser la convivencia de sus 42 tripulantes durante
tres años.

También
contaban con una réplica del bote James Caird con el cual Shackleton y sus
compañeros recorriendo 1.500 kilómetros en busca de ayuda y salvación. Si la
Nao Victoria sobrecoge, el caso de este bote aún más pues en comparación es
minúsculo. No sé cómo pudieron sobrevivir a las tormentas y las olas del Atlántico
sur en semejante embarcación.

Como curiosidad, en diversos puntos del
estrecho quedan restos de las pasarelas de madera a través de las cuales se
embarcaban miles de ovejas en el pasado con destino a los países más ricos.
Esta industria ha sido básica para la región, origen de fortunas y sigue siendo
la base de la economía local, como pudimos comprobar después al movernos por un
terreno enorme poblado únicamente por millones de ovejas.



Puerto Montt

Viajes Posted on Sat, October 01, 2016 17:27

Llegamos
a Puerto Montt por la tarde y buscamos un alojamiento para pasar la noche.
Encontramos una residencia con apartamentos que nos hizo un buen precio. No era
nada del otro mundo, pero era un alojamiento más o menos digno. Pasamos la
tarde dando un paseo por la ciudad. No es un lugar que destaque por nada en
especial. Tiene un cierto regusto portuario, con algunos personajes de mal
vivir recorriendo la costanera y las calles adyacentes. Ese día, además,
coincidió con el Teletón, y las calles estaban llenas de gente que acudía a ver
a las estrellas locales que actuaban sobre un escenario montado a tal efecto.
Este es un programa de televisión que busca recaudar dinero con fines
benéficos. Es todo un acontecimiento en el país. La gente pinta las lunas de
sus coches con la palabra “Teletón” y muchos voluntarios peinan las calles con
pequeñas huchas buscando recaudar fondos para el evento.

Por
la noche fuimos a cenar a un bar decorado como una taberna norteamericana, esto
es, un local forrado de tablas y con las paredes llenas de carteles y de una
decoración yanqui de los años 50 0 60, con una gran barra y muchas mesas de
madera frente a un amplio escenario. Esa noche tocaba un grupo de rock local,
que escuchamos mientras nos tomábamos unos schops. Al final nos marchamos,
porque en la mesa de al lado había un par de individuos un tanto bebidos que no
hacían más echarnos miradas retorcidas. O tal vez fuera solo mi impresión, pero
para esto la intuición no suele fallarme. Éramos los únicos turistas del lugar
y quizá nos contemplasen como una posible fuente de ingresos.

El
día siguiente entregamos el vehículo de alquiler y tomamos un taxi que habíamos
reservado la tarde anterior. El taxista, en el paseo hasta el aeropuerto, pues
distaba unos 20
kilómetros de la ciudad, nos contó que deberíamos haber
ido a Puerto Varas. La verdad es que fue un fallo personal, pues nos habría
dado tiempo a ir en coche. Pero bueno, las cosas son así. También nos dijo que
deberíamos haber visitado los bosques de alerces y ulmos, dos árboles de
crecimiento muy lento –de hecho, lo hacen durante miles de años–. Crecen en la
región y pueden alcanzar una altura de 40 0 50 metros. Las casas
típicas de la región están hechas de esa madera, lo que ha provocado una merma
en la extensión de dichos bosques. Los supervivientes están protegidos y la
posibilidad de repoblarlos es mínima: ¡se deberían esperar más de 1.000 años
para poder disfrutar de los árboles plantados!

Tras
unas horas en el aeropuerto, que matamos lo mejor que supimos, a mediodía
salimos para Punta Arenas.



Chiloé II

Viajes Posted on Fri, September 30, 2016 17:28

Bajamos
hasta la ciudad de Castro, el punto más al sur que visitamos en la isla, con el
fin de buscar un lugar para dormir. Es una ciudad con cierto encanto, llena de
casas de madera y con palafitos a orillas del mar. De hecho, esas casas
construidas sobre pilares de madera son unos de sus grandes atractivos.

Conseguimos un buen hotel al lado del mar. Estaba situado en un gran caserón de
madera pintada de azul. Aunque parecía un tanto destartalado, como muchos de
los edificios de madera que se encuentran por doquier en Chile, era cómodo y
limpio. De hecho, tras dar un paseo por el paseo marítimo y el puerto, y tras
no encontrar un lugar adecuado para cenar, terminamos haciéndolo en el hotel.
No fue una gran cena, pero calmamos el hambre y la sed. Además, ese día
estábamos cansados y caímos pronto en la cama.

El
día siguiente marchamos a visitar otras localidades pintorescas de la isla. Pasamos
una mañana agradable y por la tarde cruzamos al continente usando la misma
línea de transbordadores que habíamos usado a la ida.



Chiloé I

Viajes Posted on Thu, September 29, 2016 18:38

Chiloé,
es decir, la Isla Grande de Chiloé, se encuentra situada a unos 100 kilómetros de
Puerto Mont. Se llega por autopista y el viaje fue apenas un trámite. Para
cruzar a la misma se toma un pequeño ferri, que en poco más de media hora te
deja en la isla a un precio no demasiado elevado. El trayecto fue tranquilo y
una experiencia que disfrute. Cuando, ya bastantes años atrás, había pasado en
transbordador de Dover a Calais, al regresar de Inglaterra, la cosa había sido
bastante diferente. En aquella ocasión subimos a un barco enorme, con tiendas,
salas de espera y bares, mientras que ahora era un barquito para unos cuantos
coches con una barra en un lateral en la que servía bebidas calientes, algunas
empanadas y “sanguches”.

Cuentan
que Chiloé fue la última resistencia realista, es decir, pro-española cuando se
produjo la independencia del país. También que sus habitantes sacan la bandera roja
y gualda cuando quieren enfrentarse al centralismo de Santiago. Aunque, la verdad,
no es algo que haya visto y bien podría ser un mito.

Al
tocar tierra, nos dirigimos a la pingüinera de Ancud, en el extremo noroeste de la isla. Pasamos una mañana
entretenida, montando en barca para acercarnos a ver los pingüinos y demás aves
que habitan la costa y las rocas aledañas. A la hora del almuerzo, regresamos
a Ancud y cominos en un restaurante de
la localidad. La especialidad local es el curanto. Para realizar el guiso
tradicionalmente se cavaba un agujero en el suelo, se rellenaba piedras
previamente calentadas y se cubría de hojas. Encima se ponía marisco, carne de cerdo,
pescado, patatas y, entre otros alimentos, legumbres. Al final, se cubría de nuevo con
hojas y se tapaba todo con tierra. Esta forma de cocinar debe quedar reducida,
por lo aparatoso, a determinadas festividades. En los restaurantes ponen algo
similar, que llaman “curanto en olla” (por contraposición al “curanto en hoyo”).
Lo probamos de ese modo y los alimentos
quedan cocinados al vapor, lo que les da un sabor agradable y una apariencia
saludable.

Por
la tarde, recorrimos la isla para ver alguna de sus iglesias de madera (dicen
que hay unas 150) y las bien cuidadas
granjas. En ellas, los lugareños apilaban madera cortada junto a las cercas. Luego
nos enteramos del motivo: parece ser que la venden y es una fuente de ingresos
para las granjas. El paisaje era sorprendente. La verdad, encontramos unas
praderas tan verdes que teníamos la impresión de estar en algún país del norte
de Europa.



El desvío a Santiago

Libros Posted on Thu, September 29, 2016 15:37

Para un libro que escribo en la
actualidad, junto a otros compañeros, sobre turismo, estoy leyendo bastante
literatura “de viajes” o de “viajeros”. Uno de los últimos libros en caer en
mis manos ha sido El desvío a Santiago
del escritor y poeta neerlandés Cees Nooteboom. No es un libro nuevo, pues fue
publicado en 1992, y además sus capítulos están fechados varios años antes. Es
una obra interesante, aunque un aspecto me ha desagradado bastante. Me explico.

Nooteboom en varias partes del
libro afirma que España es una singularidad dentro del continente. España no
formaría parte de esa entidad llamada Europa. No me ha sorprendido el aserto en
sí, pues es un vieja prejuicio. Es una versión un poco más refinada de aquello
de “África comienza en los Pirineos”. Sin embargo, sí lo ha hecho su
permanencia. Un escritor notable y prolífico como Nooteboom continúa teniendo
esos viejos prejuicios. Tanto más sorprendente cuando dice ser un enamorado de
España, eso sí, por contraste. Le atrae, supongo, un cierto exotismo
orientalista (por usar el término de E. Said) presente supuestamente en nuestro
país.

Este prejuicio ya me fatiga un
tanto, pues es insostenible. España lleva siendo milenios siendo parte de
Europa para bien y para mal. La genética de los españoles es típicamente
europea, dicen los estudios al respecto, como también lo es nuestra lengua. La
historia de Europa no se entiende sin nuestro país y hemos intervenido en otros
países europeos o han intervenido otros en el nuestro de modo constante. Prácticamente
todas las corrientes religiosas, artísticas o de pensamiento europeas –o sus
versiones locales– están o han estado presentes en España. Pero bueno, aun así
por lo visto somos una singularidad.

Pensemos, sin embargo, en otro
país europeo de “pata negra”. Pongamos el caso de Finlandia. Nadie osaría decir
que los finlandeses no son europeos. Sin embargo, hablan una lengua que no es
indoeuropea. No formaron parte del Imperio Romano y, la verdad, su
participación en la historia de Europa es, por decirlo de alguna forma, mucho
menos destacada. Además, según los estudios genéticos los españoles están
íntimamente emparentados con, entre otros, franceses, ingleses alemanes y
neerlandeses y todos ellos claramente diferenciados de los finlandeses. Sin
embargo, Finlandia es Europa y España otra cosa. Vete a saber la razón.

Con todo esto, obviamente, no
niego la pertenencia de Finlandia a Europa (se defina esta entidad como se
haga). Rechazo, sin embargo, ese viejo prejuicio, mantenido incluso a nivel popular
por muchos españoles, que nos sitúan fuera de Europa. Un intelectual como Cees
Nooteboom es consciente de este prejuicio. Lo tiene en los primeros textos del
libro, luego en otro se da cuenta y dice que España se está normalizando y
finalmente recae en el mismo error en uno de sus últimos capítulos.

Por otro lado, el texto además de
aburrirme (cuando recorre la séptima iglesia empiezo a impacientarme) está
vacío. No hay españoles en un libro sobre España. Nooteboom parece amar España,
pero ama su historia, sus monumentos o sus paisajes. En El desvío a Santiago los españoles somos paisaje: viejas y viejos
vestidos de negro con la mala costumbre de hablar alto una lengua dura. En
pocos momentos del libro aparecen españoles diciendo cosas interesantes. Mejor
pensado, casi no dicen nada. Total, “pa´que”.

Además, y termino por no alargarme,
los textos están escritos entre 1981 y 1992. Un periodo, como sabe cualquier
conocedor de nuestro país, muy importante en lo cultural, social y político.
Pues si exceptuamos alguna referencia al terrorismo de ETA o al nacionalismo catalán
(presentados como muestra de nuestro localismo-tribalismo) y una postrera y
anecdótica referencia a la “movida”, España parece un país donde aún campa el
Cid y donde los moros luchan con los cristianos en cualquier esquina.

En fin, no pretendo criticar la
calidad literaria del texto, pues la tiene. Pero su visión de España es muy
particular. Es, creo, un buen ejercicio de “orientalismo en Europa”.



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