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Vettonia obliga

Sobre el blog

En este blog quiero recoger algunas de mis lecturas, pasajes de mi vida académica y de mis viajes, así como ideas sobre la cultura y la sociedad actual.

Punta Arenas

Viajes Posted on Tue, October 04, 2016 10:39

Punta
Arenas es una ciudad situada sobre el Estrecho de Magallanes, vamos en el fin
el mundo, y sin embargo es una ciudad
respetable, con una adecuada planificación y una población notable. Alejandro
Pelfini, compañero y buen sociólogo en la Universidad Alberto Hurtado, me dijo
que a él le había sorprendido, pues es una ciudad en un lugar donde uno no
espera encontrar nada. Hago mías sus palabras. Es una verdadera ciudad rodeada
de páramos semidesérticos y tiene cierto encanto.

Pasamos
allí un par de días. Tras recorrer la mayor parte de los hoteles de la ciudad,
nos alojamos en el de mayor categoría pues nos hicieron descuento. Es curioso,
pero en Chile era posible negociar un descuento hasta en los mejores
establecimientos hoteleros. Siempre había un cierto margen de maniobra. Era una
de las ventajas de moverse en un país donde hay una buena oferta de alojamientos
y los turistas no son tan abundantes como en otros lugares.

Recorrimos
la plaza de armas, rodeada de buenos edificios entre los que se encuentra la
Casa de España. En el centro de la misma una estatua dedicada, como no podía
ser de otra forma a Hernando de Magallanes. Visitamos también el casino de
Punta Arenas, un edificio moderno y de no demasiado buen gusto. Desde su planta
superior, donde hay un café, se tienen unas estupendas vistas de la ciudad y
del estrecho. Por la noche, terminamos en un “bailable” que nos habían
recomendado dos chicas por la calle en el cual éramos los únicos extranjeros. Había
buen ambiente y muchos puntarenenses con ganas de divertirse.


La
verdad es que toda la ciudad pivota en torno al Estrecho de Magallanes. Es,
pese a no ser nada más que una lengua de mar entre dos tierra, uno de los
atractivos de la ciudad. Anduvimos varios kilómetros paralelos al estrecho para
visitar una réplica de la Nao Victoria. El barco nos gustó, aunque esté
decorado con unos “muñecos” a modo de navegantes de pésimo gusto y factura. Uno
puede imaginarse lo que debió ser la convivencia de sus 42 tripulantes durante
tres años.

También
contaban con una réplica del bote James Caird con el cual Shackleton y sus
compañeros recorriendo 1.500 kilómetros en busca de ayuda y salvación. Si la
Nao Victoria sobrecoge, el caso de este bote aún más pues en comparación es
minúsculo. No sé cómo pudieron sobrevivir a las tormentas y las olas del Atlántico
sur en semejante embarcación.

Como curiosidad, en diversos puntos del
estrecho quedan restos de las pasarelas de madera a través de las cuales se
embarcaban miles de ovejas en el pasado con destino a los países más ricos.
Esta industria ha sido básica para la región, origen de fortunas y sigue siendo
la base de la economía local, como pudimos comprobar después al movernos por un
terreno enorme poblado únicamente por millones de ovejas.



Puerto Montt

Viajes Posted on Sat, October 01, 2016 17:27

Llegamos
a Puerto Montt por la tarde y buscamos un alojamiento para pasar la noche.
Encontramos una residencia con apartamentos que nos hizo un buen precio. No era
nada del otro mundo, pero era un alojamiento más o menos digno. Pasamos la
tarde dando un paseo por la ciudad. No es un lugar que destaque por nada en
especial. Tiene un cierto regusto portuario, con algunos personajes de mal
vivir recorriendo la costanera y las calles adyacentes. Ese día, además,
coincidió con el Teletón, y las calles estaban llenas de gente que acudía a ver
a las estrellas locales que actuaban sobre un escenario montado a tal efecto.
Este es un programa de televisión que busca recaudar dinero con fines
benéficos. Es todo un acontecimiento en el país. La gente pinta las lunas de
sus coches con la palabra “Teletón” y muchos voluntarios peinan las calles con
pequeñas huchas buscando recaudar fondos para el evento.

Por
la noche fuimos a cenar a un bar decorado como una taberna norteamericana, esto
es, un local forrado de tablas y con las paredes llenas de carteles y de una
decoración yanqui de los años 50 0 60, con una gran barra y muchas mesas de
madera frente a un amplio escenario. Esa noche tocaba un grupo de rock local,
que escuchamos mientras nos tomábamos unos schops. Al final nos marchamos,
porque en la mesa de al lado había un par de individuos un tanto bebidos que no
hacían más echarnos miradas retorcidas. O tal vez fuera solo mi impresión, pero
para esto la intuición no suele fallarme. Éramos los únicos turistas del lugar
y quizá nos contemplasen como una posible fuente de ingresos.

El
día siguiente entregamos el vehículo de alquiler y tomamos un taxi que habíamos
reservado la tarde anterior. El taxista, en el paseo hasta el aeropuerto, pues
distaba unos 20
kilómetros de la ciudad, nos contó que deberíamos haber
ido a Puerto Varas. La verdad es que fue un fallo personal, pues nos habría
dado tiempo a ir en coche. Pero bueno, las cosas son así. También nos dijo que
deberíamos haber visitado los bosques de alerces y ulmos, dos árboles de
crecimiento muy lento –de hecho, lo hacen durante miles de años–. Crecen en la
región y pueden alcanzar una altura de 40 0 50 metros. Las casas
típicas de la región están hechas de esa madera, lo que ha provocado una merma
en la extensión de dichos bosques. Los supervivientes están protegidos y la
posibilidad de repoblarlos es mínima: ¡se deberían esperar más de 1.000 años
para poder disfrutar de los árboles plantados!

Tras
unas horas en el aeropuerto, que matamos lo mejor que supimos, a mediodía
salimos para Punta Arenas.



Chiloé II

Viajes Posted on Fri, September 30, 2016 17:28

Bajamos
hasta la ciudad de Castro, el punto más al sur que visitamos en la isla, con el
fin de buscar un lugar para dormir. Es una ciudad con cierto encanto, llena de
casas de madera y con palafitos a orillas del mar. De hecho, esas casas
construidas sobre pilares de madera son unos de sus grandes atractivos.

Conseguimos un buen hotel al lado del mar. Estaba situado en un gran caserón de
madera pintada de azul. Aunque parecía un tanto destartalado, como muchos de
los edificios de madera que se encuentran por doquier en Chile, era cómodo y
limpio. De hecho, tras dar un paseo por el paseo marítimo y el puerto, y tras
no encontrar un lugar adecuado para cenar, terminamos haciéndolo en el hotel.
No fue una gran cena, pero calmamos el hambre y la sed. Además, ese día
estábamos cansados y caímos pronto en la cama.

El
día siguiente marchamos a visitar otras localidades pintorescas de la isla. Pasamos
una mañana agradable y por la tarde cruzamos al continente usando la misma
línea de transbordadores que habíamos usado a la ida.



Chiloé I

Viajes Posted on Thu, September 29, 2016 18:38

Chiloé,
es decir, la Isla Grande de Chiloé, se encuentra situada a unos 100 kilómetros de
Puerto Mont. Se llega por autopista y el viaje fue apenas un trámite. Para
cruzar a la misma se toma un pequeño ferri, que en poco más de media hora te
deja en la isla a un precio no demasiado elevado. El trayecto fue tranquilo y
una experiencia que disfrute. Cuando, ya bastantes años atrás, había pasado en
transbordador de Dover a Calais, al regresar de Inglaterra, la cosa había sido
bastante diferente. En aquella ocasión subimos a un barco enorme, con tiendas,
salas de espera y bares, mientras que ahora era un barquito para unos cuantos
coches con una barra en un lateral en la que servía bebidas calientes, algunas
empanadas y “sanguches”.

Cuentan
que Chiloé fue la última resistencia realista, es decir, pro-española cuando se
produjo la independencia del país. También que sus habitantes sacan la bandera roja
y gualda cuando quieren enfrentarse al centralismo de Santiago. Aunque, la verdad,
no es algo que haya visto y bien podría ser un mito.

Al
tocar tierra, nos dirigimos a la pingüinera de Ancud, en el extremo noroeste de la isla. Pasamos una mañana
entretenida, montando en barca para acercarnos a ver los pingüinos y demás aves
que habitan la costa y las rocas aledañas. A la hora del almuerzo, regresamos
a Ancud y cominos en un restaurante de
la localidad. La especialidad local es el curanto. Para realizar el guiso
tradicionalmente se cavaba un agujero en el suelo, se rellenaba piedras
previamente calentadas y se cubría de hojas. Encima se ponía marisco, carne de cerdo,
pescado, patatas y, entre otros alimentos, legumbres. Al final, se cubría de nuevo con
hojas y se tapaba todo con tierra. Esta forma de cocinar debe quedar reducida,
por lo aparatoso, a determinadas festividades. En los restaurantes ponen algo
similar, que llaman “curanto en olla” (por contraposición al “curanto en hoyo”).
Lo probamos de ese modo y los alimentos
quedan cocinados al vapor, lo que les da un sabor agradable y una apariencia
saludable.

Por
la tarde, recorrimos la isla para ver alguna de sus iglesias de madera (dicen
que hay unas 150) y las bien cuidadas
granjas. En ellas, los lugareños apilaban madera cortada junto a las cercas. Luego
nos enteramos del motivo: parece ser que la venden y es una fuente de ingresos
para las granjas. El paisaje era sorprendente. La verdad, encontramos unas
praderas tan verdes que teníamos la impresión de estar en algún país del norte
de Europa.



El desvío a Santiago

Libros Posted on Thu, September 29, 2016 15:37

Para un libro que escribo en la
actualidad, junto a otros compañeros, sobre turismo, estoy leyendo bastante
literatura “de viajes” o de “viajeros”. Uno de los últimos libros en caer en
mis manos ha sido El desvío a Santiago
del escritor y poeta neerlandés Cees Nooteboom. No es un libro nuevo, pues fue
publicado en 1992, y además sus capítulos están fechados varios años antes. Es
una obra interesante, aunque un aspecto me ha desagradado bastante. Me explico.

Nooteboom en varias partes del
libro afirma que España es una singularidad dentro del continente. España no
formaría parte de esa entidad llamada Europa. No me ha sorprendido el aserto en
sí, pues es un vieja prejuicio. Es una versión un poco más refinada de aquello
de “África comienza en los Pirineos”. Sin embargo, sí lo ha hecho su
permanencia. Un escritor notable y prolífico como Nooteboom continúa teniendo
esos viejos prejuicios. Tanto más sorprendente cuando dice ser un enamorado de
España, eso sí, por contraste. Le atrae, supongo, un cierto exotismo
orientalista (por usar el término de E. Said) presente supuestamente en nuestro
país.

Este prejuicio ya me fatiga un
tanto, pues es insostenible. España lleva siendo milenios siendo parte de
Europa para bien y para mal. La genética de los españoles es típicamente
europea, dicen los estudios al respecto, como también lo es nuestra lengua. La
historia de Europa no se entiende sin nuestro país y hemos intervenido en otros
países europeos o han intervenido otros en el nuestro de modo constante. Prácticamente
todas las corrientes religiosas, artísticas o de pensamiento europeas –o sus
versiones locales– están o han estado presentes en España. Pero bueno, aun así
por lo visto somos una singularidad.

Pensemos, sin embargo, en otro
país europeo de “pata negra”. Pongamos el caso de Finlandia. Nadie osaría decir
que los finlandeses no son europeos. Sin embargo, hablan una lengua que no es
indoeuropea. No formaron parte del Imperio Romano y, la verdad, su
participación en la historia de Europa es, por decirlo de alguna forma, mucho
menos destacada. Además, según los estudios genéticos los españoles están
íntimamente emparentados con, entre otros, franceses, ingleses alemanes y
neerlandeses y todos ellos claramente diferenciados de los finlandeses. Sin
embargo, Finlandia es Europa y España otra cosa. Vete a saber la razón.

Con todo esto, obviamente, no
niego la pertenencia de Finlandia a Europa (se defina esta entidad como se
haga). Rechazo, sin embargo, ese viejo prejuicio, mantenido incluso a nivel popular
por muchos españoles, que nos sitúan fuera de Europa. Un intelectual como Cees
Nooteboom es consciente de este prejuicio. Lo tiene en los primeros textos del
libro, luego en otro se da cuenta y dice que España se está normalizando y
finalmente recae en el mismo error en uno de sus últimos capítulos.

Por otro lado, el texto además de
aburrirme (cuando recorre la séptima iglesia empiezo a impacientarme) está
vacío. No hay españoles en un libro sobre España. Nooteboom parece amar España,
pero ama su historia, sus monumentos o sus paisajes. En El desvío a Santiago los españoles somos paisaje: viejas y viejos
vestidos de negro con la mala costumbre de hablar alto una lengua dura. En
pocos momentos del libro aparecen españoles diciendo cosas interesantes. Mejor
pensado, casi no dicen nada. Total, “pa´que”.

Además, y termino por no alargarme,
los textos están escritos entre 1981 y 1992. Un periodo, como sabe cualquier
conocedor de nuestro país, muy importante en lo cultural, social y político.
Pues si exceptuamos alguna referencia al terrorismo de ETA o al nacionalismo catalán
(presentados como muestra de nuestro localismo-tribalismo) y una postrera y
anecdótica referencia a la “movida”, España parece un país donde aún campa el
Cid y donde los moros luchan con los cristianos en cualquier esquina.

En fin, no pretendo criticar la
calidad literaria del texto, pues la tiene. Pero su visión de España es muy
particular. Es, creo, un buen ejercicio de “orientalismo en Europa”.



Hijos del hormigón

Libros Posted on Mon, September 05, 2016 16:57

Compré el libro de Julio Embid Hijos del hormigón. ¿Cómo vivimos en la
periferia sur de Madrid
? (Barcelona: Ediciones La Lluvia, 2016) el otro día
en una visita a la Casa del Libro (he de reconocer lo enfermizo de mis visitas
a las librerías, a esta y a otras). Lo he leído con simpatía, pues me he criado y aún vivo en un
pueblo del sur de Madrid. Y, la verdad, me ha dejado un cierto regusto
agridulce. El libro no está mal, pero podría haber sido mucho más de lo que
finalmente es.

Vamos por partes. Julio Embid,
dice la solapa del libro, es licenciado en Ciencias Políticas y en Periodismo.
Profesionalmente se ha formado en la Fundación Alternativas. Estos datos no
tienen mayor importancia y no pretendo utilizarlos para criticarle. Parece
alguien bien formado e implicado con su sociedad. Sin embargo, nos ayudarán a
entender algunos de los rasgos menos logrados, a mi juicio, de este breve
ensayo.

Embid, creo, es más politólogo
que periodista. El libro, en muchas partes, tiene un cierto regusto a informe
de la Fundación Alternativas. El uso de negritas para resaltar lo importante,
la insistencia en los gráficos y datos y un cierto aroma impersonal en su
comentario se encuentran por doquier. Esto podría tener sentido en un trabajo
académico, pero no parece el caso. Se trata más bien de un ensayo, en algunas
partes abiertamente militante.

El periodista, sin embargo, no
hace acto de presencia. Un ejemplo, en un momento habla de la proliferación de
los negocios de la “miseria ajena” (casas de apuesta o de empeños) y realiza un
recuento de los mismos en diferentes calles de Madrid. Lo curioso es que no
entrevista a ninguno de los propietarios o usuarios de esos negocios, o al
menos eso no aparece en el libro.

Este es uno de los problemas más
importantes del libro. Se presentan datos objetivos junto a opiniones del
autor, pero no se da voz a los habitantes de la periferia. Un periodista lo
hubiese hecho. Las historias han de tener aliento vital y el libro a veces
suena un poco hueco. Es como si un
agente externo explicase como viven los “pobres del sur”, pero sin dejar hablar
a esos mismos pobres.

Todos estos problemas pueden deberse
al intento de emular, como reconoce Embid en la propia introducción, a Owen
Jones en Chavs (reseñado en este
mismo blog). La cosa no funciona tan bien aquí. Jones enlaza todo en un relato
más coherente.

Con esto, sin embargo, no
pretendo demoler el libro. Tiene sus méritos y lo he leído con agrado. De hecho, recomiendo su lectura.
Proporciona una cierta fotografía, tal vez un poco distante, de la vida en los muchas
veces olvidados barrios del sur de Madrid. Recuerdo que hace un tiempo estaba
viendo en televisión uno de esos programas de recuerdos, en este caso dedicado
a la música Heavy. Salía una entrevista con el famoso grupo madrileño Leño (formado,
como curiosidad, por un madrileño de Carabanchel y dos catalanes). Al
preguntarle el entrevistador por la famosa “movida madrileña”, uno de los componentes
contestó algo así: bueno, esa gente vive “otro” Madrid, “otra” ciudad, no la “nuestra”.



Brexit

Actualidad Posted on Fri, June 24, 2016 15:59

El mundo global en el que vivimos está dividido en grandes bloques
regionales. El Brexit debilita uno de ellos: la UE. También al RU, claro
está. Si finalmente terminan rompiendo con la UE (no descartemos aún
algún tipo de acuerdo que permita su “reincorporación” en el medio plazo
tras la actual tormenta nacionalista) no lo notarán demasiado al
principio, sino en el largo plazo. Supongo que en ese caso para
compensar firmarán algún tipo de acuerdo con los EEUU, que les permita
seguir operando en el mundo (lo de la “commonwealth” está bien como
reminiscencia del Imperio, pero no es suficiente). La idea de ser un
estado “soberano” es muy atractiva, pero en un planeta tan
interconectado los estados solamente pueden luchar por definir su grado
de dependencia y la posición para negociar con los demás actores.

En todo caso, el futuro es incierto. Esto es lo que pasa cuando uno se
abandona a una religión laica como el nacionalismo, que persigue fines
colectivos sin reparar en los medios o en la situación de los individuos
concretos. Si fuese británico ahora me preguntaría: “nos vamos, ¿y
ahora qué?”.

Lo peor de todo es que nadie, y digo nadie, ha sido
capaz de explicar convincentemente las ventajas de la unión. Los
políticos europeos no han dado la talla. Cuenta la leyenda que hasta
Genghis Khan consiguió unir a las belicosas tribus de mongolia usando el
ejemplo de una flecha aislada, facil de romper, frente al haz de
flechas que nadie podía quebrar.

De todos modos, conviene no
volverse locos. La UE sin RU es menos Europa, pero no está liquidada.
Hoy todos los grupos nacionalistas y populistas europeos saltarán de
alegría, pero eso no significa que sus países vayan a seguir los pasos
del RU.



Nacionalismo banal

Libros Posted on Tue, June 21, 2016 15:08

“Quienes viven en las naciones
consolidadas –en el centro de los acontecimientos– se ven empujados a
contemplar el nacionalismo como el patrimonio de los otros, no de ≪nosotros≫. Aquí es donde la condición aceptada se vuelve
errónea: pasa por alto el nacionalismo de los estados-nación de Occidente” (p.
20). De este modo describía Michael Billig la tesis fundamental de su obra Nacionalismo banal. Este no es un libro
nuevo, la edición inglesa es de 1995 y
la castellana en Capitan Swing de 2014. Lo tuve que leer para la elaboración de
un artículo sobre ciudadanías cosmopolitas que ahora está en “evaluación”. Por
tanto, puede salir en el mejor de los
casos de aquí a un año. Sin embargo, es un buen libro del que he extraído
algunas ideas interesantes.

La idea fundamental es que en las
naciones desarrolladas tiende a reservarse el término nacionalismo para los
movimientos separatistas. Al tiempo, este no se aplica nunca a la propia
actuación del estado-nación. El profesor Billig cree, con razón, que esto es
erróneo, pues los estados-nación más consolidados también practican un
nacionalismo constante aunque “de baja intensidad”. Es decir, el nacionalismo
funciona como una prenoción. Forma parte del sentido común y de las categorías
naturalizadas con las cuales operan sus habitantes en la vida diaria. En
nuestras sociedades, el nacionalismo siempre es del “otro”, nunca “nuestro”.

Además de este planteamiento
vertebrador, incluye gran cantidad de ideas fructíferas para comprender y
analizar el fenómeno nacionalista. Por ejemplo, con una gran dosis de lucidez y
realismo afirma: “La lucha por crear un estado-nación es una batalla por el
monopolio de los medios de la violencia. Lo que se está creando, un
estado-nación, es en sí mismo un medio de violencia. El triunfo de un
nacionalismo concreto raras veces se obtiene sin la derrota de nacionalismo
alternativos y de otras formas de imaginar el sentimiento de pueblo” (p. 57).
Conviene no olvidar este aserto, sobre todo en la España del “procés”, ya que a
veces se olvida que detrás de la retórica nacionalista se dirima una lucha por
el poder, hard o soft, pero al final sobre los medios para ejercer la violencia.

También me llama la atención la crítica
a la popular dicotomía entre el nacionalismo cívico y el nacionalismo étnico. Él cita a Michael Ignatieff, pero podríamos incluir a muchos otros que
mantienen esa idea (p.e. aquí Francesc de Carreras habla de nación identitaria
y nación jurídica).
El caso es que, como a mí, esta solución no le parece muy congruente con los
hechos, porque Ignatieff:

“No describe cómo es posible que los ≪nacionalistas cívicos≫ crearan un estado-nación con mitos propios,
cómo reclutan las naciones cívicas a sus ciudadanos en época de guerra, cómo
trazan sus fronteras, cómo se diferencia de los ≪otros≫ que quedan
al otro lado de sus fronteras, cómo se defienden, con violencia si es
necesario, de esos movimientos que tratan de reorganizar las fronteras… y así
sucesivamente. En realidad, el nacionalismo del ≪nacionalismo cívico≫ parece escabullírsele” (p. 88).

El intento de conceptualizar un
nacionalismo cívico, jurídico o político como una unión racional de ciudadanos
sometidos al imperio de la ley frente a un nacionalismo étnico o identitario
presa del sentimiento y la tradición es un buen ejercicio teórico. Pero, en la
práctica no funciona tan bien. El caso es que no hay estados puramente
cívicos. Estados Unidos o Francia, que suelen ponerse como ejemplos, han
construido una nación identitaria o étnica con gran ahínco. Dicho de otro modo, en la realidad histórica, creo, las naciones políticas han ido de la mano con
las naciones culturales. Jürgen Habermas –un gran analista, aunque sus “soluciones”
son otro asunto– se dio cuenta de este hecho cuando planteó la idea de
patriotismo constitucional. La nación no podía ceñirse a una ley racional, un
supuesto nacionalismo cívico, pues era necesario que los ciudadanos sintiesen
una vinculación sentimental profunda con la misma. Dicho de otro modo, la identidad cívica
nunca podrá cubrir una necesidad humana básica: la integración sentimental con
la comunidad de pertenencia. El asunto reside en la interacción de ambos
principios, no en su contraposición.

El libro contiene mucho más, claro está,
pero eso se lo dejo al lector que espero animar con estas muy breves notas.



Antieuropeísmo

Actualidad Posted on Thu, June 09, 2016 17:36

Hay una cosa que no soporto de muchos
sectores de llamada “nueva política”: su antieuropeísmo. Yo siempre he
defendido la idea de una Europa unida y que, vista nuestra historia, España está
mejor dentro de una unión que fuera. Entramos en la Unión Europea (UE) como es
bien sabido en 1986 junto a Portugal. Durante mucho tiempo la mayor parte de
los españoles vio con buenos ojos nuestra incorporación a la misma, ya que de
un lado colmaba nuestros anhelos de formar parte del sistema decisorio del que
se habían dotado los países de nuestro entorno;
y de otro lado nos ayudaba a converger económica y socialmente con los
países más ricos del mundo. A este sentimiento sin duda contribuyeron los
160.000 millones de euros que recibimos a través de los fondos estructurales y
de cohesión. En la actualidad, llegados a cierto nivel de convergencia con la
UE, ya no recibimos dinero, sino que debemos aportarlo.

Como decía, ahora hay una fuerte
ola de escepticismo respecto a la UE coincidiendo con la crisis económica y con
las obligaciones económicas que nos impone. La idea que subyace, a veces
incluso la he leído y escuchado explícitamente, es que España no ha ganado nada
con la incorporación a la Unión Europea y que estaríamos mejor solos de nuevo. La
verdad es que muy pocos datos objetivos corroboran esta afirmación. Algunos
datos sobre España desde su incorporación a la UE hasta la actualidad nos
ayudarán a verlo.

Entre 1986 y 2016 el PIB de España
se ha cuadruplicado hasta llegar al billón de euros actuales. El PIB per cápita
era de 6.299 y en 2015 es de 23.300 euros. En el primer año la renta española
era el 72% de la renta media de la UE12, mientras que en la actualidad es del
94% de la UE28. La esperanza de vida al nacer en 1986 era de 76 y en 2016 es de
83 años.

Durante 1986 la tasa de desempleo
era del 21% y la tasa de desempleo juvenil se situaba cerca del 45%. En 2016 la
tasa de desempleo es del 21% y la tasa de desempleo juvenil es del 45%. Estábamos
mal, mejoramos mucho durante un tiempo, y hemos vuelto al punto de origen. Eso
sí, la población empleada era de unos 12 millones de personas, en una población
de 38,5 millones, mientras que en 2016 es de unos 18 millones para una
población de 46 millones de personas. Es decir, en 1986 trabajaba un 31% mientras
que en 2016 lo hace un 39% de la población española.

El Salario Mínimo
Interprofesional ha pasado de los 241 a 748 euros mensuales entre 1986 y 2016.
Es decir, se ha triplicado. Esto contrasta con el crecimiento del PIB, ya que
la riqueza se ha cuadruplicado mientras que el SMI solamente se ha triplicado.

Creo suficientes estos datos,
aunque sería viable aportar otros en la misma línea. Se podría objetar, con
razón, que solamente presento los datos positivos y obvio los negativos. Es
cierto. Pero no se podrá negar que son datos importantes: vivimos más, trabaja
más gente (aunque el problema del desempleo es estructural), somos más ricos y
hemos recibido enormes sumas de dinero desde que entramos en la UE. También se podría argumentar que habríamos conseguido todas esas cosas sin entrar en la UE. Es una idea, aunque visto nuestra recorrido anterior es difícil creerlo.

Las críticas, sin embargo, suelen
centrarse no tanto en la mejora general de la economía y las condiciones de
vida, sino en la pérdida de soberanía política y económica. Empezaré por esta
última. He llegado a escuchar que estaríamos mejor con una economía “no
intervenida” por la UE en la cual “los españoles” tuviesen soberanía sobre su
economía y su moneda. Existe, en este sentido, una añoranza de la peseta. Una
moneda propia nos permitiría tener una economía “autónoma” y superar las
dificultades actuales. En esto hay una mezcla de verdades y mentiras porque en
economía, como en tantas otras cosas, nada es absolutamente cierto. Es verdad
que tener una moneda propia permitía devaluar la moneda y ganar competitividad.
Pero también es cierto que cuando se devalúa una moneda todos pierden, ya que
los ahorros y los salarios se deterioran, y la inflación suele dispararse. Además,
los datos históricos tampoco invitan al optimismo. A principios de los años 80,
también bajo una intensa crisis internacional, estando fuera de la UE y con
nuestra propia moneda no lo hicimos demasiado bien. En 1980 la inflación
rondaba el 15% (Alemania el 5%) y las tasas de interés estaban en el 18%
(anoten este dato los hipotecados actuales). También se olvida que en la
actualidad en 70% de nuestro comercio se realiza hacia otros países de la UE.

No creo, la verdad, que una
moneda propia o una mayor autonomía económica respecto a la UE sea ninguna
panacea. Esto no me impide, claro está, ver las disfunciones de nuestro sistema
económico, pero desde mi punto de vista se superarían con una mayor integración
(Unión Bancaria, Eurobonos, etc.), no con una salida (estilo “Brexit”). Otra
crítica, creo que con más recorrido, se centra en la pérdida de soberanía política
y, sobre todo, en el déficit democrático de la UE. En esto concuerdo con los
críticos, ya que Europa necesita más democracia y menos tecnócratas en la toma
de decisiones. La ciudadanía no puede estar invitada a un banquete en el cual
no tiene voz. Esto, sin embargo, me puede volver escéptico, pero no anti-europeísta.
No creo que debamos desmontar el chiringuito, es necesario reformarlo.

Lo que más me molesta, sin
embargo, no es la crítica razonada al proyecto europeo. La discusión racional
permite avanzar. Lo realmente molesto es esa soberbia de nuevo rico que detecto
en muchos de los críticos, incluso entre gente educada. A veces olvidamos que
las carreteras por las que circulamos y los AVE en los que viajamos no los
hemos pagado nosotros, al menos completamente. También olvidamos que antes el
programa Erasmus no existía y que solamente podían estudiar fuera de su país
los más acomodados. Olvidamos que las vacaciones en París o Berlín eran una
rareza. Olvidamos que los europeos hemos estado en guerra constante durante
siglos los unos con los otros (y los españoles con casi todos). En fin, la UE
no es un remedio para todo, pero si es algo que merece la pena defender.



La España vacía. Viaje por un país que nunca fue

Libros Posted on Tue, May 17, 2016 11:11

En mi pueblo, en realidad el
pueblo de mis padres, pero siempre lo llamo así por la fuerte vinculación
sentimental que siento hacia el mismo, los días de las fiestas patronales
acostumbraba a traerse una orquesta. Nada raro, pues es algo que suele hacerse
en la mayoría de los pueblos de Castilla. Y digo acostumbraba porque las
fiestas han quedado tan mermadas que la orquesta ha sido sustituida por un mucho
más económico DJ. A primera hora suele poner los consabidos pasodobles y algunas
jotas. Pocas parejas los bailan, y la mayoría bien entradas en años. Cuando esto ocurre siempre siento algo de
pena, pues es la representación más patente de un mundo agonizante.

Algo así ha debido ver y
sentir en no pocas ocasiones Sergio del Molino. Quizá esto le llevó a escribir La España vacía. Viaje por un país que nunca
fue (Turner, 2016). Sergio del Molino escribe una prosa limpia y efectiva.
Se nota que es periodista y escritor, no uno de esos pesados científicos
sociales (entre los cuales me incluyo). La tesis principal de su ensayo es que
en nuestro país conviven dos culturas: una urbana y triunfante y otra rural y decadente.
A esta última la denomina la “España vacía”, localizada en las dos
Castillas y Aragón junto con algunos territorios limítrofes. Esta España, como
es bien sabido, emigró masivamente a los
pocos grandes núcleos urbanos de nuestro país entre los años 50 y 70 del pasado
siglo. El libro, en su núcleo, trata de mostrar los mitos urbanos respecto a la
España “vacía” y el desprecio por la cultura del mundo rural.

La consecuencia fue la aparición
de grandes urbes, pobladas mayoritariamente por “desertores del arao” (permítaseme
tomar la frase de una canción del grupo de rock Platero y Tú), que se sentían
avergonzados de sus orígenes (no todos, diría yo, como mostró la pujanza de las Casas Regionales). Sus hijos, mantiene Sergio del Molino, comenzaron
a reivindicar su lugar en la ciudad, de la cual no eran plenamente partícipes,
pero que empezaban a reclamar para sí. Sin embargo, lo más notorio es el papel
de las terceras generaciones, es decir, de los nietos de los emigrantes
rurales. Estos “viejovenes”, según la expresión del autor, están intentando
rescatar el terruño de los abuelos, pero lo hacen sin un conocimiento
sociológico del mismo. La España vacía se transforma en una “patria imaginaria”,
recreada más no vivida. El resultado es un olvido de la España rural real, bien
por vergüenza bien por crear una imagen idealizada de la misma.

Esta última tesis coincide con
los análisis sociológicos sobre algunos inmigrantes extranjeros en Europa. Así,
se ha dicho que muchos de los jóvenes europeos que se integran en el ISIS son nietos
de emigrantes. Desconocen el país de origen de sus padres, del cual a lo sumo
se han creado una imagen idealizada, pero combaten por él. Algunos, sin
embargo, tras unos meses se desilusionan al ver la realidad y tratan de
regresar o son asesinados por intentarlo. Me parece, y es ya una impresión absolutamente
personal, que en España también está pasando con ciertos jóvenes políticos,
tanto de derechas como de izquierdas, que viven el franquismo y el
antifranquismo de sus abuelos como una patria imaginaria. Funciona como una
construcción retórica para vivir el mundo actual, no como una recreación veraz
del pasado.

El libro, he de confesar, me ha
impactado mucho porque habla de mis orígenes y dialoga con el discurso que he
construido sobre mi identidad. De aquí esta larga entrada. Soy hijo de emigrantes
rurales. Esto, la verdad, me aleja un poco de idealizar el mundo rural. Para
bien o para mal, lo conozco –no como los que allí viven, pero sí lo suficiente
para hacerme una idea cabal del mismo– y sé de sus virtudes y defectos. A veces
tengo una cierta tendencia a reclamarlo con orgullo, pero un realismo congénito
en seguida me hace desechar esas ensoñaciones.

Con esto me pasa un poco como
cuando leo en las redes sociales a todas esas personas que afirman con orgullo
que “Yo estudie EGB” (Educación General Básica). Y lo hacen como si ese sistema
y ese tiempo fuesen maravillosos. La verdad, desconozco su experiencia, pero
mis recuerdos de mi paso por la escuela no son tan estupendos. Estudié EGB en
un colegio público de una ciudad del extrarradio madrileño. Un colegio de nueva
construcción hecho para dar servicio a todos los emigrantes que se habían apiñado en
esa ciudad. Recuerdo que el colegio no tenía biblioteca ni gimnasio (se
construyó mucho más tarde). De los idiomas ni hablamos, pues el inglés se daba
tarde y mal. Mis padres no me apuntaron a la clase de “religión”, cosa que
agradezco, una novedad del sistema. Sin embargo, al final en todo el colegio éramos
tres niños los que no lo hacíamos y los profesores nos entretenían en una
asignatura sin contenido llamada “Ética”. Tampoco había refuerzos ni apoyos a
los niños rezagados. “El que valía iba a BUP y el que no a FP”.

En fin, se habrá podido comprobar
a que me refiero con lo de ser realista. No tiendo a edulcorar el pasado. Con
esto no digo que EGB fuese un horror, también guardo recuerdos positivos, pero
desde luego no era la arcadia feliz que presentan algunos (en contraposición
con la “horrorosa” ESO). Lo mismo me pasa con la España vacía, cuyo pasado no
era en modo alguno ideal. De hecho, creo que en los pueblos se vive ahora mucho
mejor que en el pasado. El “con Franco se vivía mejor” no deja de ser una
ensoñación. Una anécdota para terminar. Mi madre siempre recordaba la leche de
cabra que bebía en su infancia, un manjar. Pues una vez, hace no mucho, le
regalaron un par de litros de ese tipo de leche. No pudo bebérsela y, al final,
se deshizo de ella. La leche formaba parte de un universo imaginario, pero en el
imaginario no se vive. Quizá sea mejor dejar de lado estas ensoñaciones y apoyar a
esa España vacía con actuaciones reales.



Manual para los atribulados profesores universitarios

Libros Posted on Sat, April 09, 2016 11:34

Por fortuna antes de entrar a la
universidad trabajé en diversas empresas y oficios. Digo por fortuna, pues me
permitió vivir fuera de la peculiar burbuja que es la universidad pública
española. Hice amigos en aquella época y, de hecho, suelo quedar con ellos con
cierta frecuencia. Habitualmente, aunque con menor asiduidad de la debida, salimos a cenar y a tomar unas copas. Allí acostumbro a contarles mis desventuras en la
universidad. Me escuchan entre sorprendidos e incrédulos. El caso es que
hace unos días uno de ellos fue a visitarme al trabajo por un tema que no viene
al caso. Pudo comprobar in situ algunas
cosas que les contaba. Cuando hablé posteriormente con él me dijo: no es lo
mismo oírlo que verlo en directo.

En este sentido, resulta muy
difícil compartir mis experiencias con gente ajena a la universidad. Tienden a
no creer mis relatos o a pensar que son exageraciones. No les culpo. Muchos de
mis recuerdos como profesor universitario son, vistos con distancia, verdaderas
marcianadas. Los profesores universitarios somos un colectivo peculiar.

Hace unos meses acudí a juzgar
una tesis doctoral en la Fundación Ortega y Gasset. Tras la misma, nos
invitaron a comer como suele ser habitual. Durante los postres y cafés se
iniciaron los típicos cotilleos laborales y las quejas y lamentos por la actual
situación de la universidad. El caso es que allí me hablaron de un libro del
profesor Carles Ramió (del que he reseñado hace nada otra obra) sobre la
situación del profesorado universitario, pues otro de los vocales era compañero
de departamento del autor. Es el ensayo que hoy comento y recomiendo: Manual para los atribulados profesores
universitarios
(Los Libros de la Catarata, 2014).

He de decir, para comenzar, que
todo lo que aparece en la obra me parece verosímil. No encuentro exageración en
la misma. Yo mismo, a pesar de mi menor experiencia en este mundo, podría
añadir anécdotas y ejemplos redundantes. Esta obra, sin duda, la disfrutarán
sobre todo los profesores universitarios y sorprenderá a quienes deseen iniciar
una carrera académica. Sin embargo, las personas ajenas a la universidad lo
leerán, temo, con menor interés. Se disfruta plenamente si se vive en
ese mundo, pero puede resultar un tanto extraña para los demás.

La lectura me ha producido
momentos de hilaridad pero, las más de las veces, de profunda tristeza. A mi
realmente me gusta mi profesión, pero tantas “externalidades” negativas a veces
me hacen dudar del sentido de mi trabajo. El libro del profesor Ramió hace una
estupenda descripción de todas ellas. Ciertas todas. Sin
embargo, lo único que no veo en el mismo es una búsqueda de soluciones. Parece
como si las disfunciones fueran algo connatural a esta institución. Es un
manual de supervivencia, pero no de reforma. No creo que estos problemas
sean fruto de la peculiar naturaleza del profesorado –de hecho, cuando abandona
la universidad y se marcha a otro trabajo, conozco varios casos, termina integrándose
en otra cultura laboral sin mayores problemas–, sino del modo en el cual se ha
construido la institución. Por eso, mi esperanza es que una reforma de la
institución acabe con el ambiente malsano predominante y nos acerque, en lo
posible, a una cultura laboral más aseada.



La renovación de la función pública

Libros Posted on Mon, April 04, 2016 11:14

De un tiempo a esta parte la
corrupción política es uno de los temas que más preocupa a los españoles. El
profesor Carles Ramió publica La
renovación de la función pública
(Los libros de la Catarata, 2016), donde
trata de abordar el impacto de la corrupción en la función pública de nuestro
país. Su tesis fundamental es que la corrupción en España afecta sobre todo a
la clase política, mientras que en la administración pública es prácticamente
inexistente. Además, piensa que ha afectado sobre todo al nivel local y
autonómico, y apenas al estatal. Así nos cuenta que:

“La tesis que defiendo es que los
empleados públicos no son corruptos en absoluto (o casi) y que se comportan con
unos estándares éticos mucho más elevados que la media de la clase política, la
clase empresarial y de la propia sociedad. No muestran actividades corruptas
por acción pero, en cambio, sí que por omisión han permitido la corrupción
política y empresarial” (p. 59).

La corrupción, aparte de sus problemas
morales, es un lastre económico y social
e impide el adecuado desarrollo y funcionamiento del Estado de Bienestar. Trata
de dibujar sus causas, que son variadas, aunque encuentra que la financiación
ilegal de los partidos políticos está entre las más importantes. Destaca
también, a mi modo de ver, la corrupción social, porque la sociedad acepta en
buena medida la corrupción en la vida cotidiana (pagar facturas sin IVA,
practicar el “enchufismo”, “tirar de contactos”…). En todo caso, no ve la
corrupción como un mal incurable y en el último capítulo trata de mostrarnos
las posibles soluciones para atajarla.

Me ha gustado también el intento
de combatir algunos de los bulos que alientan la baja valoración de la clase
política y del papel de la administración. Por ejemplo, es bien conocido el
meme que circula por las redes sociales que afirma que España es el país con
más políticos del mundo, con casi 400.000. De esto nos dice:

“Los datos más solventes son los
que ofrece el Tribunal de Cuentas y el Ministerio de Economía, que fijan la
cantidad total de personal de naturaleza política en 122.000. Cantidad que es
tan voluminosa debido a que en España hay 68.700 concejales y alcaldes, pero
solo un 10% de ellos perciben algún tipo de retribución. En definitiva, la
cifra más exacta de políticos que cobran del erario público (…) no alcanza por
poco los 63.000” (p. 34).

Se trata, en definitiva, de una obra interesante y una buena
contribución al debate. Un último apunte. La edición presenta
múltiples erratas que afean el texto. Esto no se puede achacar al escritor,
sino al editor.



El temperamento español

Libros Posted on Wed, March 30, 2016 09:46

Compré hace unos días en la
sección de literatura de viajes un libro de V. S. Pritchett titulado El temperamento español. La verdad es
que no es un libro de viajes al uso. Aunque el autor viaja por el país, no nos
cuenta el viaje. Se dedica a teorizar sobre un supuesto carácter o “temperamento”
español. Este, según el autor, explica mejor España que la historia y la
sociedad.

La verdad es que el planteamiento
ya me resulta difícil de admitir. Mi formación sociológica se rebela ante este
intento. Los hechos sociales se explican por hechos sociales, no por la
psicología individual, como advertía temprano Emile Durkheim. Lo cierto es que resulta
complicado aceptar la existencia de un
carácter psicológico común en un país tan diverso como el nuestro.

El libro presenta una imagen de
los españoles como seres individualistas, crueles, fatalistas… Un dechado de
virtudes, sin duda. Y se regodea en lo “pintoresco”: el flamenco, los gitanos o
los toros. Sus viajes por nuestro país se realizaron sobre todo antes de la
Guerra Civil y en los años 50. No afirmo que los paisajes descritos no
existieran. Pero rechazo interpretar todos esos cambios en clave de una “psicología
de los pueblos”. Sostiene que España evoluciona pero el homo hispanicus no.

La fecha original de publicación
es de 1954. Si el autor viviera aún sería interesante preguntarle si cree que
la psicología española es la misma hoy. Cuesta creerlo. En todo caso, al lector
actual de nuestro país seguramente le cueste reconocerse en este retrato. Por
fortuna, diría yo.



Sociedades comparadas

Libros Posted on Fri, March 11, 2016 15:46

El último libro de Jared Diamond
es un pequeño resumen de sus obras anteriores. Bajo el título Sociedades comparadas (Debate, 2016)
presenta sus principales preocupaciones intelectuales y personales. Defiende el
papel de la geografía a la hora de explicar las diferencias de riqueza entre
naciones. Acepta el papel de las instituciones humanas como mecanismos generadores de riqueza (como hacen Daron Acemoglu y James A. Robinson en una obra bien
conocida), pero piensa que si se
retrocede en el tiempo y se busca la “causa última” reaparecen los factores
geográficos. Es decir, los países ricos tendrían instituciones inclusivas
porque están en un entorno geográfico que permitió su aparición. De lo cual se
deduce que la posibilidad de descargarse las instituciones clave, como
planteaba Niall Ferguson en Civilización.
Occidente y el resto
, y trasplantarlas en otro contexto geográfico no es
algo tan directo y sencillo. En todo caso, para Diamond la geografía sigue
siendo clave en la explicación de este hecho.

Posteriormente repasa la
emergencia y las características de China, como afrontan algunas sociedades las
crisis, como se evalúan los riesgos en las sociedades tradicionales y en las
industriales o los diferentes tipos de enfermedades que se padecen en entornos
tradicionales y modernos. Finaliza recogiendo los tres problemas fundamentales
que tiene la humanidad: el cambio climático, la desigualdad y la gestión de los
recursos naturales. Advierte que no son, claro está, todos los problemas que se
podrían listar, pero al menos sí los más acuciantes para nuestra especie.

Siempre me ha parecido que
Diamond es el sucesor natural de Marvin Harris en al menos dos sentidos. Por un
lado, en el estilo. Da gusto leer a cualquiera de los dos, pues son capaces de
presentar los temas más aparentemente arduos de una forma amena y comprensible.
Y por otro lado, en su planteamiento científico. Ambos mantienen tesis fuertes
que conducen sus obras. Marvin Harris el materialismo cultural y Jared Diamond
una lectura geográfica y ecológica de la historia y las ciencias sociales.

En todo caso, se trata de un pequeño
libro, como dice la portada “sobre grandes cosas”, de buena factura y que hace
llegar el planteamiento del autor, siempre interesante, a un público muy
amplio. Cosa que no puede decirse de todos los científicos sociales.



Nuevo artículo: “El desarrollo histórico del sistema de la moda: una revisión teórica”

Vida académica Posted on Fri, March 04, 2016 12:50

Ha aparecido el nuevo artículo sobre el fenómeno de la moda. Os
dejo el resumen y el enlace por si os interesa.

Resumen:

En este ensayo muestro los principales modelos con los cuales se ha
tratado de explicar el sistema de la moda. Intento describir como estos
modelos siempre han mostrado la moda como una relación entre el sistema
de la moda y el conjunto de la población. Para ello, por un lado realizo
un recorrido histórico por los desarrollos más significativos de la
moda. Y por otro lado recojo las teorías científicas que han tratado de
explicar este fenómeno. Concluyo afirmando que en la actualidad existen
tres teorías básicas que tratan de explicarla: el modelo trickle-down,
el modelo de la resistencia subcultural y el modelo de la virulencia o
del contagio. Todos ellos son insuficientes ya que no suelen estar
explicitados y presentas graves carencias analíticas.

Athenea Digital. Revista de pensamiento e investigación social (ReDi-UAB)



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