Compré hace unos días en la
sección de literatura de viajes un libro de V. S. Pritchett titulado El temperamento español. La verdad es
que no es un libro de viajes al uso. Aunque el autor viaja por el país, no nos
cuenta el viaje. Se dedica a teorizar sobre un supuesto carácter o “temperamento”
español. Este, según el autor, explica mejor España que la historia y la
sociedad.

La verdad es que el planteamiento
ya me resulta difícil de admitir. Mi formación sociológica se rebela ante este
intento. Los hechos sociales se explican por hechos sociales, no por la
psicología individual, como advertía temprano Emile Durkheim. Lo cierto es que resulta
complicado aceptar la existencia de un
carácter psicológico común en un país tan diverso como el nuestro.

El libro presenta una imagen de
los españoles como seres individualistas, crueles, fatalistas… Un dechado de
virtudes, sin duda. Y se regodea en lo “pintoresco”: el flamenco, los gitanos o
los toros. Sus viajes por nuestro país se realizaron sobre todo antes de la
Guerra Civil y en los años 50. No afirmo que los paisajes descritos no
existieran. Pero rechazo interpretar todos esos cambios en clave de una “psicología
de los pueblos”. Sostiene que España evoluciona pero el homo hispanicus no.

La fecha original de publicación
es de 1954. Si el autor viviera aún sería interesante preguntarle si cree que
la psicología española es la misma hoy. Cuesta creerlo. En todo caso, al lector
actual de nuestro país seguramente le cueste reconocerse en este retrato. Por
fortuna, diría yo.