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Vettonia obliga

Sobre el blog

En este blog quiero recoger algunas de mis lecturas, pasajes de mi vida académica y de mis viajes, así como ideas sobre la cultura y la sociedad actual.

Nuevo artículo: “El turismo «backpacker» en Chile como expresión de una subcultura juvenil global”

Vida académica Posted on Mon, October 20, 2014 16:18

Hace poco apareció publicado mi nuevo artículo. Lo dejo por si os pudiese interesar el tema. Este es el resumen:

“Cada año miles de jóvenes viajan durante varios meses alrededor del mundo practicando un tipo de turismo cultural no estructurado o semiestructurado denominado «turismo backpacker». Esta experiencia produce una subcultura juvenil distintiva con un carácter global. El artículo presenta los resultados de una investigación de naturaleza cualitativa realizada con mochileros en Chile durante el año 2011. El artículo muestra, por un lado, las similitudes entre el perfil y la subcultura de los mochileros en todo el mundo y los mochileros en Chile y, por otro lado, sugiere la presencia de una ideología particular entre los mochileros latinoamericanos”.



¿El problema de los super-millonarios?

Libros Posted on Mon, October 20, 2014 16:03

La editorial Capitán Swing no deja de darme alegrías. Cada
libro que compró es una pequeña sorpresa. Esta editorial tiende a publicar
ensayos y reportajes periodísticos, alejándose –con buen tino– de la prosa más
académica. Estos últimos meses cayeron en mis manos Algodoneros de James
Agee, Historias desde la cadena de montaje de Ben Hamper y Por cuatro duros de Barbara Ehrenreich. Una característica de todos ellos es su encuadre
geográfico: hablan de la realidad estadounidense. Sin embargo, por su enfoque
la trascienden y nos acercan a la realidad de lo que en otro momento se
llamaron “las clases subalternas”.

El último que he leído, y del que pretendo hablar ahora, lo
firman Linda Mcquaig y Neil Brooks bajo el título El problema de los
super-millonarios
(ed. orig. 2013) y valora el gran enriquecimiento de algunos
individuos durante la crisis actual, en especial en EE.UU. y el Reino Unido. Se
pasa, pues, del análisis de la clase obrera al de las elites y el establishment.

Como punto de partida se encuentra el gran aumento de la desigualdad que
se ha producido desde los años 80 del siglo pasado en adelante y el
concomitante aumento en el número de multimillonarios. Era algo de lo que en
general éramos conscientes, pero que no ha pasado a preocupar a los ciudadanos
hasta el inicio de la actual crisis económica. Incluso la economía ha dado un
paso al frente y se ha preocupado del tema en serio, como muestra los debates
sobre el libro de Thomas Piketty Le capital au XXI siécle (ed. orig. 2013). El
caso es que cuando se tienen unos ingresos dignos o al menos se sobrevive, no
parece irritarnos tanto que algunos “se lo estén llevando”. Pero cuando hay
escasez actuamos por comparación –como sostenía Robert K. Merton en Teoría y
estructura sociales
– y comenzamos a mirar críticamente la vida de las elites,
esto es, a pensar que nuestra mala situación tiene algo que ver con la
felicidad que emana de las caras en las portadas del Hola de los ricos y famosos.

La industria cinematográfica de Hollywood ha reflejado la
vida y obra de las élites económicas, a veces de modo crítico. Oliver Stone nos
presentó en Wall Street (1987) las andanzas de Gordon Gekko, un despiadado y
avaricioso financiero. La apropiación y la ilegalidad se escondían bajo un
manto de distinción y clasismo. Los gestores financieros operaban como una
casta –utilizando un término de moda–, que buscaba distinguirse del resto de la
sociedad. Más recientemente Martin Scorsese dirigía El lobo de Wall Street (2013), que mostraba la vida del bróker Jordan Belfort. El ambiente no podía
ser más distinto. De la elegancia de Gekko, por mucho que escondiera una trama
criminal, se pasa a la chabacanería del personaje interpretado por Leonardo
DiCaprio. Es como si esas élites se
hubiesen desprendido de toda ética o, en caso de no tenerla, de todo principio
de moderación que les asegurara proseguir su carrera de expolio. La sensación
de impunidad generaba un ambiente en el cual los motivos antes ocultos pasaban
a ocupar el centro de un relato amoral. Los discursos de DiCaprio ante sus
trabajadores son una enorme contribución a la clarificación de este hecho.

El malestar actual ante el enriquecimiento y el
comportamiento de las elites seguramente es la que lleva a McQuaig y a Brooks a
publicar un libro como este. Buena parte del mismo lo dedican a rebatir la
ideología neoliberal en torno a los multimillonarios. Esta afirma que su
riqueza es legítima porque generan un beneficio enorme para la sociedad, que es
el mecanismo que incentiva la innovación y el sacrificio individual y, por
último, que los impuestos sobre esta riqueza son una forma de robo. McQuaig y
Brooks piensan que las aportaciones de los multimillonarios no son fruto del
genio individual, pues la sociedad tiene que ver mucho en ello –en esto
conviene leer el clásico de Norbert Elias sobre Mozart–. En segundo lugar,
creen que no es necesario que una única persona tenga más dinero que varios
millones para estar motivada. Probablemente, como ocurrió no hace tantos años,
con una pequeña fracción de ese dinero lo estará de igual modo. Por último,
niegan el carácter negativo de los impuestos, pues son la única manera de
financiar los “bienes comunes”.

En consecuencia, la solución que proponen a la desigualdad es
el uso de la política fiscal, es decir, la redistribución de la riqueza de un
modo más igualitario mediante impuestos. De hecho, una buena parte de su libro
trata de demostrar que los países con altos impuestos tienen mejores políticas
sociales y, al contrario de lo que afirma la teoría económica neoliberal,
economías al menos tan competitivas como la de los países con bajos impuestos. Estados
Unidos es uno de los países desarrollados con impuestos más bajos, uno de los
que peor comportamiento tiene en diversos indicadores sociales y económicos y
uno de los que tienen mayor desigualdad. España también es un país de bajos
impuestos, alta desigualdad y magros niveles en los indicadores sociales y
económicos.

Aumentar los impuestos a los super-millonarios, afirman,
sería además beneficioso para la democracia. Proponen cinco medidas –en principio
de aplicación en el Reino Unido, aunque podrían extrapolarse fácilmente a
nuestro país–, a saber: aumentar el impuesto a los millonarios aumentando la
progresividad de los impuestos directos, eliminar las desgravaciones fiscales a
las grandes fortunas, eliminar o controlar los paraísos fiscales, aplicar la Tasa
Tobin a las transacciones financieras y, finalmente, crear un impuesto sobre
sucesiones más progresivo.

Una obra interesante y bien escrita que hace accesible uno
de los problemas recurrentes de nuestras sociedades: la desigualdad. Se puede
no estar de acuerdo con las soluciones, pero es difícil no estarlo con el
análisis.