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Vettonia obliga

Sobre el blog

En este blog quiero recoger algunas de mis lecturas, pasajes de mi vida académica y de mis viajes, así como ideas sobre la cultura y la sociedad actual.

Cómo acabar con la contracultura

Libros Posted on Sun, July 29, 2018 12:54

Acabo de terminar una de las lecturas que había dejado para
este verano: Cómo acabar con la
contracultura. Una historia subterránea de España
de Jordi Costa (Madrid,
Taurus, 2018). Se trata a una obra recién salida de imprenta que analiza los
pormenores de la contracultura o cultura underground
en nuestro país. Con especial referencia al cómic, aunque también a la
música, el cine o la música pop.

Define la contracultura, con acierto, como una subcultura
que se opone a los valores dominantes, una subcultura juvenil que
se enfrenta a la axiología paterna (p. 32). Su misión consiste en retar y,
desde abajo, atacar los límites de la cultura a la que se enfrenta (p. 88).
Partiendo de aquí, describe con largas frases y gran profusión de nombres
propios e hitos culturales los vaivenes de la contracultura en nuestro país
desde finales de la Dictadura franquista hasta nuestros días.

La tesis fundamental de libro es que la contracultura se
enfrentó en un primer momento al consenso “nacionalcatólico” o “fascista”,
brilló durante un breve tiempo, y terminó siendo integrada en un nuevo consenso
“socialdemócrata”. Dejemos hablar al autor:

“El momento en que se manifestó la posibilidad de una utopía
contracultural en nuestro país también fue, de forma clara, un tiempo de los
monstruos. Y quizá el monstruo ahí fue la Contracultura, el ideario capaz de
abolir el viejo orden y de proponer una tabula
rasa
para trazar nuevas identidades, nuevos relatos y modos de relación,
nuevas formas colectivas (y participativas) de construir un futuro… Y lo que
acabó ocurriendo fue que el viejo mundo y el nuevo establecieron una línea de
continuidad sostenida sobre la perpetuación de privilegios de clase y la
configuración de un discurso de reconciliación (impuesta) para que se
neutralizasen las potencialidades más transformadoras del tiempo de los
monstruos. El viejo orden y el nuevo puentearon al monstruo, la Contracultura.”
(p. 299).

Esto, siendo cierto, me sugiere dos reflexiones. En primer
lugar, ¿podría haber sido de otra forma? Es decir, la contracultura
históricamente ha terminado integrada en la cultura general. Como afirmaba
Stuart Hall, su misión es la de prefigurar desarrollos culturales futuros, ya
que es mantenida en lo fundamental por los hijos de las clases medias. Estos
terminan cambiando determinados aspectos de la cultura de los padres a partir
de sus experiencias contraculturales. Por más que la cultura mainstream tenga continuidad.

Y, en segundo lugar, la idea de una continuidad entre la
cultura “nacionalcatólica” y la “socialdemócrata”, cada una con sus límites, no
deja de ser un recurso dialéctico que esconde más que aclara. ¿Es lo mismo la
censura franquista que la “censura” en la actual democracia? Quizá se soslayen
las diferencias. De hecho, hace falta un cierto grado de imaginación para
pasarlas por alto.

El libro, sin embargo, se lee con agrado y resulta interesante.
Un apunte postrero. El discurso en buena medida está construido en torno a elementos
visuales: películas, cómics o videos en YouTube. Quizá la inclusión de imágenes
de esas películas o cómics hubiese sido apropiada, sobre todo teniendo en
cuenta que muchos de los lectores seguramente no hayan leído esos comix underground o visto esas
películas.



Desigualdad mundial

Libros Posted on Sat, June 09, 2018 19:15

La verdad es que Branko Milanovic es uno de los economistas
más interesantes que uno puede leer en la actualidad. En su último libro Desigualdad mundial (México, FCE, 2017)
sigue trabajando en el análisis de la desigualdad de ingresos. Como el título
nos indica, se pregunta sobre las consecuencias de la globalización en la desigualdad
mundial de ingresos. Para ello utiliza los datos disponibles obtenidos de las
encuestas sobre hogares, mucho más fiables en su opinión que los datos
disponibles procedentes de las autoridades fiscales. El periodo comprendido es
desde el año 1988 hasta la actualidad, en lo que llama “alta globalización” o
lo que yo llamaría simplemente globalización.

El libro comienza con su famosa gráfica del
elefante
, en la cual se refleja el incremento relativo del ingreso per cápita en el periodo
comprendido entre 1988 y 2008. Con dicha gráfica se muestra que los ganadores
de la globalización han sido, por un lado, las clases medias de los países
emergentes (no obstante, relativamente pobres en términos absolutos comparadas
con la de los países ricos); y, por otro lado, las clases más pudientes, el
famoso 1%, de los países más ricos. Los perdedores, en el otro extremo, serían
las clases trabajadoras y medias de los países más ricos. Estas siguen siendo
mucho más ricas que las clases medias de los países pobres; sin embargo, sus
ingresos se encuentran estancados, mientras que las últimas ven aumentar los suyos. En términos psicológicos es algo clave, porque las personas suelen
valorarse en relación a su entorno vivencial inmediato, no frente a las
personas muy alejadas geográfica o culturalmente (por eso, por ejemplo, no
empatizamos tanto con los atentados terroristas ocurridos en oriente medio y si
lo hacemos con los que ocurren en nuestro país o en países vecinos). En todo
caso, las clases trabajadoras y medias se saben y se sienten perdedoras en el
reparto de la economía globalizada.

En el segundo capítulo analiza la desigualdad en el interior
de las naciones, utilizando la idea de los “ciclos de Kuznets”, y el tercero
las desigualdades entre naciones. Dejo que el lector valore la bondad de los
análisis de Milanovic, que no obstante se encuentran fundamentados en los datos
disponibles y se presentan y defienden de una forma elegante y convincente. En
todo caso, en estos capítulos retoman muchas de las preocupaciones que el autor
había incluido en libros anteriores.

Donde quizá se encuentre lo más interesante es en los dos
últimos capítulos, en los cuales trata de describir cómo evolucionará la
desigualdad de ingresos a nivel mundial utilizando las teorías expuestas en los
dos capítulos anteriores. Es la parte más especulativa del libro, lo que
reconoce el propio autor, pero quizá por eso es la más interesante. Discute
también las consecuencias de la desigualdad global para el capitalismo y la
democracia.

Una nota final. Milanovic me recuerda mucho a Polanyi en el
uso de la economía para explicar sucesos históricos. Lo hace con solvencia. Sin
embargo, no cita a Polanyi. No sé el motivo, pero creo que ambos autores se
retroalimentan. De hecho, su visión de la integración económica mundial como un
proceso con ganadores y perdedores, por una parte, y la descripción de las
externalidades negativas de ese proceso, por otra, es similar. Además, el
concepto de “incrustación” de la economía en el resto de las esferas de la vida
social también está presente, aunque sin nombrarlo. En resumen, un libro
estupendo.



Estudios sobre globalización

Vida académica Posted on Fri, June 08, 2018 15:01

Es un placer presentaros un nuevo libro, en el que recopilo mis últimos trabajos sobre el fenómeno de la globalización. La edición corre a cargo de OMM Press. Espero que os guste.



Encuesta REAJ-URJC

Vida académica Posted on Mon, June 04, 2018 15:11

La Red Española de Albergues Juveniles junto a la URJC están realizando una encuesta, que coordino, sobre viajeros. Os agradecería mucho que la contestaseis. Se trata de un cuestionario que no os llevará más de 5 minutos completar. Por favor, os agradecería también que la compartáis.



Extraños en su propia tierra

Libros Posted on Sat, June 02, 2018 16:34

Hace un tiempo escribí en este mismo blog una entrada sobre el triunfo de Donald Trump y el malestar de las clases medias en Estados
Unidos. Mi argumento principal, siguiendo las tesis de Branko Milanovic, era
que el triunfo del actual presidente respondía al impacto de la globalización
económica sobre amplias capas de la población trabajadora estadounidense. Compré
hace uno días Extraños en su propia tierra
(Capitán Swing, 2018) de la socióloga Arlie R. Hochschild. En el mismo se parte
de la misma idea, pero se intenta ir más allá, pues no solo vale entender los
fenómenos estructurales, sino que es necesario comprender cómo son vividos por
los actores implicados.

En un texto que los más ortodoxos sociólogos tacharán de
periodístico por su metodología –pero que, sin embargo, creo que es profunda y
radicalmente sociológico–, busca lo que denomina la “historia profunda” de los
seguidores del Tea Party (la extrema derecha estadounidense) y votantes de
Donald Trump. La historia profunda tiene que ver más que con los argumentos
racionales, con la estructura de sentimientos que enmarca las valoraciones
políticas y vitales de los individuos. En palabras de Hochschild: “La historia
profunda es una historia de lo que uno siente, el relato que cuentan los
sentimientos utilizando un lenguaje de símbolos y eliminando lo racional:
elimina los hechos y nos habla de la apariencia de las cosas” (p. 203).

Encuentra la socióloga que los seguidores del Tea Party,
pese a sus diferencias personales, suelen compartir una historia profunda
común. A saber, todos creen en el American
Dream
, esto es, que con esfuerzo, constancia y sacrificio conseguirán tener
éxito y alcanzar sus sueños materiales. Sin embargo, saben que muchos son los
llamados, pero pocos los elegidos. Esto lo saben, pero creen que en la cola para
lograr este sueño se les está colando mucha gente. El gobierno, de un modo
injusto, les quita impuestos y se los da a los no elegidos. Además, los cuela,
ya que las políticas de discriminación positiva hacen que colectivos como los
negros, las mujeres o los inmigrantes pasen por delante de ellos. Este relato
puede ser incierto, como muestran las estadísticas que recopila Hochschild en
el apéndice; pero ya sabemos que, según el teorema de Thomas, cuando tomamos
algo por real, aunque no lo sea, esto tiene efectos en nuestra conducta como si
lo fuese.

El perfil del votante de Trump es el de un varón blanco, con
estudios medios, de edad avanzada, de clase media o trabajadora y residente en
el sur del país. Suelen ser religiosos y comunitaristas. Es el retrato del perdedor
del actual proceso de globalización. Es una persona que, como dice el título
del libro, se siente “extraño en su propia tierra”. Y Trump, aunque sea en el
terreno simbólico, les devuelve el honor y el orgullo perdido. Además, con esta
problemática, sería lógico que este tipo de perfiles se volcara en políticas de
carácter socialista. Sin embargo, existen rasgos históricos y culturales específicos
de Estados Unidos que los hacen volverse más hacia una ideología libertaria que
hacia una socialista.

Me gustaría añadir, para concluir, que es un gran libro, que
nos afecta más de lo que pensamos. Si uno pasa unas horas viendo algunas
tertulias en 13TV, siguiendo algunos “despertares liberales” o leyendo algunas
entradas de Forocoches, encontrará un más que notable aire de familia entre las
propuestas de los contertulios, expertos e internautas con las que la derecha
estadounidense. Dejo al lector especular sobre el origen de esas coincidencias.



methaodos.rcs 6 (1)

methaodos.org Posted on Thu, May 17, 2018 15:45

Hace poco apareció el volumen 6, número 1 de methaodos.revista de ciencias sociales con un monográfico sobre publicidad engañosa. Espero que os guste.



Sociología del moderneo

Libros Posted on Fri, April 27, 2018 22:23

Las variaciones de las subculturas juveniles urbanas son
enormes. Tanto las clases populares como las clases medias, y las siempre más reducidas
clases altas, han generado jóvenes que adoptan estilos subculturales
específicos. En los últimos tiempos se han escrito una serie de obras que
prestan atención a la subcultura predominante entre los jóvenes (y ya no tan
jóvenes gracias a la extensión de la juventud) de las clases medias. Hace un
tiempo ya reseñe en este mismo blog el libro del periodista David Brooks, BoBos en el Paraíso (2000),
en el que se mostraban algunas de las características de esta nueva
subcultura. Posteriormente, el también periodista Víctor Lenore publicó Indies, Hipsters y gafapastas (Madrid,
Capitán Swing, 2014). Este parece una continuación en clave castiza del libro
de Brooks. Mostraba las ansias de distinción de las subculturas juveniles hipster
o indie en España. Remarcaba su deseo de integración con
el mundo cultural anglosajón, su consumismo e integración en el capitalismo (“la
cultura de los modernos es el brazo
artístico del mundo corporativo”, p. 120) y un apenas oculto conservadurismo
político.

Iñaki Dominguez continúa esta tradición con su Sociología del moderneo (Melusina,
2017). Lo acabo de terminar y me ha producido una impresión muy grata.
Domínguez es filósofo y antropólogo y plantea una sociología del fenómeno del
moderneo (en el que se incluirían los BoBos, indies o hípsters de diverso
pelaje). El texto es más reflexivo que el de Brooks o Lenore, con múltiples
referencias a textos sociológicos, si bien se lee con soltura. No deja de ser
un ensayo y el autor consigue mantener la atención del lector con diversas
anécdotas personales o extraídas de los medios de comunicación y las redes sociales.
Esto se agradece, porque los sociólogos tenemos una marcada tendencia a
dejarnos caer por el tobogán del academicismo.

Plantea que el moderneo es un fenómeno que busca ante todo
la distinción. Es una estrategia a través de la cual jóvenes de clase media, de
modo mayoritario aunque no único, buscan un lugar en la sociedad española. Es,
además, un falso elitismo, porque es una corriente conseguida a través del
consumo y con vinculaciones con la misma subcultura a nivel internacional. Es
una subcultura con un pensamiento dogmático, donde prima el conformismo y la
ausencia de pensamiento crítico enmascarados con la idea de tolerancia. El
moderneo, cree Domínguez, está “entreverado y determinado en todas sus
manifestaciones por los principios del capitalismo” (p. 141). Y eso tanto en la
esfera del consumo, fuente de la construcción identitaria, como en la de la
producción, con la preferencia por trabajos creativos.

La descripción de la subcultura resulta convincente y,
seguramente, se aproxime mucho a la realidad. El trabajo, sin embargo, adolece
de algunas carencias precisamente de índole sociológica. Por ejemplo, cuando
Iñaki Dominguez se lanza a elaborar un perfil del moderno tipo nos dice que es
un “universitario de provincias de clase media que estudia en Madrid o
Barcelona” (p. 45). Puede ser, o tal vez no. Aquí encontramos el problema de la
cuantificación. ¿Cuántos son los modernos? ¿Qué proporción representan respecto
al conjunto de jóvenes en esas grandes ciudades? Este problema, no obstante, es
común a este tipo de descripciones. Cuando Dick Hebdige, en su famosa obra Subcultura. El signficado del estilo
(1979), describía a las “espectaculares” subcuturas juveniles británicas, en
especial la de los punkies, tampoco nos decía cuántos eran ni su proporción
respecto al conjunto de jóvenes en el Reino Unido.

En realidad, la cuantificación resulta difícil por varios
motivos. En primer lugar, la pertenencia a una subcultura no es en ningún caso
algo absoluto. La implicación puede ser temporal o de por vida, a tiempo
completo o tiempo parcial, completa o adaptada a los gustos del joven. Y, en
segundo lugar, no abundan las encuestas ni los estudios etnográficos sobre subculturas
juveniles (estos últimos, sin embargo, son algo más frecuentes, pero sin
tirar cohetes). Y en España menos. Lo que son más frecuentes son los
artículos periodísticos que, en su mayor parte, se quedan en el titular.

En todo caso, la adscripción de los modernos a la clase
media parece clara, su vinculación con barrios específicos de Madrid y
Barcelona también. Sin embargo, que vengan en su mayor parte de provincias no
me parece tan claro. Al menos pienso que debería profundizarse en ello.

Lo interesante de este tipo de subculturas, creo, es su cultura
matriz. Proceden de las clases medias. Afirmaba Stuart Hall al hablar de los
hippies, que la importancia de las subculturas de clase media radica en que
anticipan tendencias generales de la sociedad. Muestran desarrollos que la sociedad
en su conjunto terminará por hacer suyos. Esto parece claro, y los “modernos”
nos muestran tendencias que el conjunto de la sociedad aceptará (si no lo ha
hecho ya), como el consumismo, el conservadurismo acrítico, la valoración de la
juventud y la estética, la preferencia por trabajos “creativos” en detrimento
de profesiones más “industriales” o, entre otras, el deseo de distinción a
través del “parecer”, léase consumo, frente al “ser”.



Libro actas CIECI 2018

Vida académica Posted on Mon, April 16, 2018 13:11

Aquí teneis el libro de actas del I Congreso Internacional de Estudios Culturales Interdisciplinares (CIECI), que se celebró en Madrid los días 7, 8 y 9 de febrero de 2018. Espero que os guste.



Sociología de las tendencias

Libros Posted on Mon, April 16, 2018 13:03

Sociología de las tendencias (Barcelona,
Gustavo Gili, 2013) es un libro breve y en apariencia sencillo, pero muy
ilustrativo. Está escrito en un tono divulgativo que no oculta el profundo
conocimiento sobre el mundo de las modas y las tendencias mostrado por el profesor
Erner Guillaume. Tras definir el objeto de la sociología de las tendencias en “los
objetos y las prácticas que dependen de los gustos colectivos repentinos y
convergentes” (p. 23), es decir, en los objetos y prácticas que dependen de
mecanismos no funcionales; trata de mostrarnos las carencias de las
perspectivas más habituales en el análisis de las mismas.

En primer lugar, rechaza las
visiones esencialistas que derivan la explicación de las tendencias del mensaje,
esto es, de la misma tendencia. En líneas generales plantea los límites de una
lectura semiológica de las tendencias. Y, en segundo, de las visiones que se
centran en el mensajero. Dicho de otro modo, en la difusión de las tendencias
de unos agentes a otros. En su lugar, contempla la moda y las tendencias como
el resultado natural de la sociedad moderna y democrática. Así, “el
individualismo democrático ha generado las tendencias” (p. 93) y estas son un
proceso sin sujeto concreto. Las tendencias son fruto de las consecuencias no
intencionales de las decisiones individuales de miles de individuos.

Esto, sin embargo, como muestra
en la conclusión es contrario a la opinión más generalizada: “El sentido común
rechaza aceptar la idea según la cual los gustos colectivos no tienen una lógica
propia. Por este motivo, en cuanto se trata de explicar la génesis la difusión
de las tendencias, florecen las teorías del complot. (…) La creencia en un politburó de las tendencias revela la
incapacidad de imaginar un poder cuya influencia llega a todas partes, sin
disponer de una sede” (p. 123). Esto último me parece especialmente relevante.
Por mi experiencia impartiendo clases en un entorno universitario, una de las
cosas más difíciles es transmitir la noción de procesos no intencionales y
remarcar su gran importancia en la vida social. La creencia en conspiraciones,
elites y clases dominantes lo puede todo. Resulta difícil aceptar que estas elites
y clases dominantes tienen un poder relativo y que, en muchas ocasiones, los
procesos sociales son ciegos y carentes de sentido. Creo que la búsqueda de
explicaciones causales y, las más de las veces, de culpables, nos ciega para
aceptar una realidad: la ausencia de sentido en muchas de las cosas que ocurren,
aunque tengan su origen en acciones racionales y conscientes de los actores
sociales.



CIECI 2018

Vida académica Posted on Tue, January 30, 2018 16:11

La semana que viene comienza CIECI 2018. ¡Os esperamos allí!



Nuevo artículo: “Ciudadanía global”

Vida académica Posted on Thu, January 25, 2018 10:08

Ha sido publicado mi nuevo artículo en la revista Arbor del CSIC bajo el título: “Ciudanía global. Un estudio sobre las identidades sociopolíticas en un mundo interconectado”. Espero que os guste.

Resumen:

Este artículo pretende realizar un estudio sobre la posible aparición de
un nuevo tipo de ciudadanía: la ciudadanía global. Buena parte de la
bibliografía de ciencias sociales lleva tiempo anunciando el
debilitamiento del estado-nación y de la ciudadanía nacional como
resultado del proceso de globalización. La consecuencia sería el aumento
del cosmopolitismo y la emergencia de una identidad ciudadana global.
Esta sería, en principio, especialmente acusada entre los colectivos más
globalizados. En el artículo se analizarán dos: los mochileros y los
expatriados corporativos. Sin embargo, se intentará mostrar que cuando
se utiliza la evidencia empírica disponible existen rasgos
contradictorios. Tanto los mochileros como los expatriados corporativos
comparten una retórica cosmopolita que no tiene un correlato tan claro
en la esfera de las prácticas.



El muro invisible

Libros Posted on Sat, December 16, 2017 16:46

El grupo Politikon presenta en El muro invisible (Barcelona, Debate,
2017) su visión sobre las dificultades que atraviesan los jóvenes en España. En
especial las dificultades emanadas de la crisis económica. El libro está
dividido en tres grandes partes: las dificultades de ser joven en España, las
causas y, por último, las consecuencias políticas de la situación de la
juventud. En la primera parte se revisan las dificultades. Entre ellas pueden
citarse: los altos niveles de desempleo y la mayor incidencia de la pobreza
entre los jóvenes –los jóvenes son los grandes perdedores de la crisis de
2008–, el retraso en la edad al matrimonio, la baja natalidad y el lento
proceso de emancipación, junto con la emigración de los más capacitados al
extranjero huyendo de esas situaciones.

Las causas de esos problemas las
encuentran en tres grandes áreas. En primer lugar, el mercado de trabajo. La
dualidad histórica del mercado de trabajo hace que las crisis se ceben
especialmente en los jóvenes, que sufren mayores niveles de temporalidad. Esto produce
que sus ingresos sean menores y que tengan un nivel de protección más bajo ante
las adversidades. En consecuencia, son un colectivo más vulnerable. En segundo
lugar, en un sistema educativo que contribuye a esa dualidad, ya que genera un
alto porcentaje de jóvenes con estudios universitarios, de un lado, y, de otro
lado, un alto porcentaje de jóvenes que o bien no acaban la educación básica o
no continúan estudiando (debido al abandono y a los altos niveles de
repetición). Ente ambos, la educación secundaria y profesional se encuentra
relativamente abandona. Y, en tercer lugar, mantienen que nuestro Estado de
Bienestar se encuentra volcado hacia los mayores, protegiendo relativamente
poco a los más jóvenes. “Nuestro Estado del Bienestar es una herencia del
pasado. (…) Tiende a proteger a los mayores –que fueron en verdad un colectivo
vulnerable en el pasado– en buena medida a costa de los jóvenes” (p. 146). Es
un modelo de Estado de Bienestar, además, que descansa en un modelo de familia
en declive y en un papel subordinado para la mujer.

Estas tres causas hacen que la
juventud se encuentre en una situación de desventaja frente a generaciones
anteriores a la hora de realizar sus proyectos vitales. Este análisis me parece
adecuado y en líneas generales puede darse por válido. Podría resumirse en la
manida frase: “los jóvenes actuales vivirán peor que sus padres”. Las
soluciones que plantean, sin embargo, son más problemáticas. Apuestan por
reducir la dualidad laboral, con soluciones sobre todo en el plano legislativo
(modificar la estructura productiva del país se antoja más difícil); y por
eliminar o reducir la repetición y favorecer que los jóvenes con dificultades
continúen estudiando para aliviar la dualidad educativa. Y respecto al Estado
de Bienestar creen que se debe “progresar hacia un modelo que haga compatible
el papel económico de las mujeres, la emancipación de los jóvenes y una
demografía saludable” (p. 163).

Estas soluciones pueden parecer
naturales, pero lo más interesante es que son una opción “política” no explicitada
(lo cual no resulta extraño teniendo en cuenta que el grupo que firma la obra
se llama Politikon). Y digo no explicitada, porque no exploran, ni siquiera
para rechazarlas, opciones fuera de su marco de referencia político. Pongo un
par de ejemplos. El primero en relación a la demografía. En todo el libro se
asumo que debe existir una “demografía sana” para mantener el equilibrio
intergeneracional y que funcione el sistema de bienestar, en especial la esfera
de las pensiones. Sin embargo, no se exploran otros caminos de tipo no
“natalista” para conseguir ese equilibrio. Si los españoles, como parece, no
tienen hijos, pues podrían admitirse mayores contingentes de inmigrantes. Al
final, el equilibrio poblacional se conseguiría vía inmigración y no vía natalidad.
(Esta solución, claro está, tiene sus propios problemas. Sin embargo, en el
libro no se maneja esta opción).

El segundo hace referencia al
presupuesto del equilibrio poblacional a la hora de mantener las pensiones y la
sanidad. Este presupuesto solo es necesario (vía natalidad o inmigración, como
hemos comentado) en el caso de que se apueste por un sistema de reparto. Sin
embargo, podría apostarse por un sistema contributivo. Tampoco se explora esta
opción, ni para rechazarla. Además, incluso aceptando el sistema de reparto,
tampoco está claro que un equilibro poblacional, como ellos llaman, una
“demografía saludable”, asegure la viabilidad de dicho sistema. En la
actualidad, los bajos salarios hacen que, pese a altos niveles de afiliación a
la Seguridad Social, las cotizaciones sean bajas y no cubran las necesidades
del sistema. La recaudación en un sistema así podría depender más de la
productividad del trabajo que de su abundancia. Menos trabajadores con altos
salarios podrían hacer más sostenible el sistema que muchos con bajos salarios.
Además, se podría optar por mantener las pensiones y las prestaciones del
Estado de Bienestar vía impuestos directos o indirectos. Es decir, de esto modo
el peso de las mismas recaería en la riqueza total de la sociedad y no solo en
las cotizaciones de los trabajadores. Valga esto para ejemplificar a que me
refiero cuando digo que hay presupuestos políticos no explicitados en toda la
obra.

En la última parte del libro,
como dije al comienzo, se recogen las implicaciones políticas de esta
situación. Se trata de ver cómo los jóvenes pueden articular sus peticiones. “La
idea es que los jóvenes pasen a ser ganadores en un sistema en el que hoy son
los más perjudicados. (..) Eso significa que hay otros que saldrán perdiendo,
al menos en el corto plazo” (p. 169). Creen, en primer lugar, que las reformas
tanto del mercado de trabajo como del Estado de Bienestar están bloqueadas por
las generaciones del baby boom hacia
arriba. Es decir, el actual statu quo está blindado por una línea generacional.
El bloqueo educativo, sin embargo, respondería a causas de enfrentamiento
político, que aprovecha fracturas normativas de los españoles en torno al bilingüismo,
la educación para la ciudadanía o las clases de religión. Resumiendo: “Si tuviésemos
que delinear un perfil del español tipo que defiende el statu quo regulatorio actual pensaríamos en un hombre, de
nacionalidad española, estudios medios, empleo fijo, vivienda en propiedad y
aspiración a la tranquilidad. Ese español tipo estaría en el centro, en el
núcleo protegido por el sistema. Los jóvenes, junto a las mujeres, los parados
de más de cincuenta años, los pobres y los inmigrantes se encuentran en los
márgenes” (p. 184).

Los autores aventuran que los
jóvenes españoles se encuentran “insatisfechos” con la democracia, piden más de
ella; pero no existe una “desafección”, es decir, un alejamiento del sistema
político. Además, los jóvenes tienden a no utilizar las mismas etiquetas
políticas que los mayores, ni en el mismo sentido. Sin embargo, en cuanto a su
participación política efectiva, debe decirse que el sistema de partidos no
presta demasiada atención a este colectivo por dos motivos. Uno, porque los jóvenes,
entre 18 y 35 años, son un colectivo no demasiado numeroso. Y dos, porque
tienden a participar poco en las elecciones. Los jóvenes tienden a participar
menos a través de mecanismos institucionalizados (elecciones o partidos
políticos) y más a través de mecanismos alternativos (huelgas, manifestaciones
o peticiones). Existen, así mismo, importantes diferencias en la participación
política de los jóvenes, pues existen sectores movilizados tanto en lo
institucional como a través de vía alternativas (jóvenes universitarios de
clase media y media alta) y jóvenes desmovilizados (el resto). Cuando los
jóvenes votan, además, lo hacen a partidos diferentes que los mayores. En
España, por ejemplo, Podemos y Ciudadanos captaron el voto joven en mucha mayor
media que el PSOE o el PP. Creen que la emergencia de estos partidos abre una
ventana de oportunidad para incluir una agenda volcada en los problemas de los
jóvenes y una redistribución de las ventajas del sistema.

El libro tiene un tono
divulgativo, alejado de la prosa académica, que a veces produce asertos
demasiado esquemáticos y poco matizados. Sin embargo, los autores intentan
fundamentar sus argumentos en datos e investigaciones rigurosas. Es un libro
interesante que acierta en la temática y el tono. Aunque no se esté de acuerdo,
o del todo de acuerdo, con las soluciones propuestas o con algún aspecto de
análisis, resulta pertinente. La verdad es que la crisis económica, causa de
muchos de nuestros problemas actuales, está volviendo a traer a la escena pública
un tipo de análisis estructural que se había perdido en las ciencias sociales,
presas de visiones más “postmaterialistas”. Y esta obra es una contribución
bien escrita y planteada desde esta perspectiva. Bienvenida sea.



Programa definitivo CIECI 2018

Vida académica Posted on Wed, December 13, 2017 16:01

Estimados/as amigos/as:

Se ha publicado el programa definitivo de I Congreso Internacional de Estudios Culturales Interdisciplinares (CIECI 2018). Espero que os guste.



Populismos

Libros Posted on Sun, December 10, 2017 15:21

En Los enemigos íntimos de la democracia, que reseñé en este mismo
blog, Tzvetan Todorov establecía que el populismo era uno de los tres
principales peligros para la misma. Fernando Vallespín y Máriam M. Bascuñán
ahondan en esta tesis en Populismos
(Madrid, Alianza, 2017). En el mismo intentan definir el populismo, no sin
dificultades, pues es una ideología sin ideología. Esto es, sin un aparato teórico
racional construido de un modo sistemático y coherente. Más bien, afirman, el
populismo descansa en un intento de construir un bloque político en torno a la
divisoria entre una élite y un pueblo definidos de modos diferentes en diversos
contextos geográficos y temporales. En nuestro país, por ejemplo, el populismo
de izquierdas ha aplicado esta forma de polarizar lo político con expresiones
como “ni izquierdas ni derechas, ahora la política va de los de arriba y los de
abajo”, las “casta” frente al “pueblo”, el “régimen del 78” o el “bloque
monárquico” contra la gente, y un largo etcétera. Así, el “populismo se reduce
al final a todo esfuerzo por construir comunidad a partir de diferencias y
conflictos presuntamente inconmensurables; es un principio formal carente de contenido propio” (p. 67).

Para conseguir generar esta “comunidad
imaginada”, en el sentido que le daba B. Anderson, la estrategia populista
apela más a la emoción que a la razón. Se rehúye la teorización, incluso la
evidencia empírica, el reino de los tecnócratas. El pueblo capta sus verdaderos
intereses subjetivamente. “Por eso el populismo no teme a la sencillez y falta
de trabazón teórica de sus discursos” (p. 80). De hecho, como recogen en el
tercer capítulo, Internet ha favorecido este tipo de respuesta emocional. La
posverdad, los “zasca” y la frase ingeniosa sustituyen a los hechos y los
argumentos racionales. Problemas técnicos complicados son condensados en 140
caracteres (ahora el doble) y, al menos en la esfera sentimental, la solución parece
posible.

Obviamente no todos los
populismos son iguales. En el cuarto capítulo revisan especialmente los
populismos de Estados Unidos, Francia y España, y en menor medida de otros
países. Sin embargo, todos presentan patrones comunes; porque, y esta es una
tesis fundamental del libro, el populismo, al menos en las democracias más
asentadas, es una reacción “hacia la impotencia de la política y el autismo y
la arrogancia tecnocrática de las élites” (p. 138). Dicho de otro modo, una
reacción a las limitaciones y problemas de las democracias liberales. Estas
limitaciones se intentan solventar apelando al pueblo, uno de los polos de la
democracia liberal. El voto del pueblo se convierte en el único requisito de la
democracia. Se olvida el otro extremo: el aparato constitucional que establece
un sistema de división de poderes para proteger a las minorías derrotadas en la
votación. Porque para el populismo el ganador, el pueblo se defina este como se
defina, se queda con todo. Y los perdedores, la “casta”, élite o cualquier otra
denominación, lo pierde todo.

La solución sería combinar ambos
polos, el liberal (rule of law,
división de poderes, protección de las minorías) y el democrático (votaciones,
comunidad política). Para ello proponen el ideal republicano, si bien reconocen
que aunque teóricamente es una solución atractiva, en la práctica es difícil de
implementar (p. 265). El problema radicaría en conseguir amalgamar al pueblo
real, es decir, a las heterogéneas sociedades actuales, con el pueblo como “unidad”
política. Porque la política precisa de una unidad de acción que integre los
intereses fragmentarios de la comunidad sociológica. El populismo sería, creen
los autores, una falsa salida a esta aporía de la política. “Sería una contrademocracia en el sentido literal
del término, la total puesta en cuestión del orden político formal, pero
también de ese conjunto de actuaciones, instituciones y prácticas plurales e
indiferenciadas; representa una oposición visceral carente de una auténtica
voluntad por integrarse en el cuerpo político conocido si no es bajo los
presupuestos de la exclusión y la autoafirmación de un supuesto y amorfo pueblo auténtico bien tutelado por su
partido o líder” (p. 271). El resultado de la llegada al poder de los
populismos es, sostienen, bien conocido: una actitud depredadora del Estado,
clientelismo, no respeto de los derechos de las minorías, antiparlamentarismo y
autoritarismo, y por último un ataque a la división de poderes y los principios
formales.



Imperiofobia y Leyenda Negra

Libros Posted on Tue, August 22, 2017 00:09

El verano es un tiempo estupendo
para leer y he aprovechado para intentar disminuir algo la pila de libros que
suelo acumular en la mesilla de noche. Entre las cosas que he leído y que más
ha llamado mi atención se encuentra Imperiofobia
y leyenda negra. Roma, Rusia, Estados Unidos y el Imperio español
(Siruela, 2017) de María
Elvira Roca Barea. El texto ha tenido éxito editorial, pues he visto que han
sacado ocho ediciones. La autora parece haber dado con el “tema”. Esto es
realmente complicado. Libros magníficos duermen el sueño de los justos. Algunos
son rescatados y otros cogen polvo en bibliotecas. Años más tarde otro autor
puede escribir un libro, tal vez peor, sobre la misma temática y, de repente,
tener gran éxito. En ese caso el tema y el momento han coincidido.

La tesis central de libro afirma
que todo imperio genera fuerzas centrífugas que luchan contra el mismo. Cuando
estas fuerzas tienen el suficiente poder y son capaces de aunar un cuerpo
intelectual a su alrededor, suelen crear un relato descalificador sobre el imperio.
Es lo que se conoce como leyenda negra. Los imperios, además, debido a su
estructura inclusiva no suelen ser capaces de combatir la propaganda en su contra.
Siempre esperan integrar a los díscolos y hacer contrapropaganda atentaría
contra este objetivo.

De este modo, todos los imperios
tienen una leyenda negra propia. La tuvo Roma y la tienen el imperio ruso,
estadounidense y el extinto imperio español. Además, según la autora los
argumentos contra el imperio son similares en todos los casos. El que estudia
con más profusión es el del Imperio español. Para Roca Barea, la leyenda negra
es un relato propagandístico creado por las potencias nacionales que surgieron
durante los siglos XVI y XVII en lucha con el Imperio español, hegemónico en
aquel momento. Así, en los Países Bajos, Alemania, Italia e Inglaterra principalmente
se creó un relato con el objetivo de combatir a la potencia imperial en al
ámbito de las ideas.

Hasta aquí, afirma, sería normal
aceptar la existencia de estos relatos fruto de confrontaciones políticas. Lo
que no resulta tan frecuente es la persistencia de la Leyenda Negra (así, sin
adjetivo, suele referirse a la Leyenda Negra española). La causa se
encuentra, afirma una y otra vez a lo largo del libro, en que los países
protestantes del norte de Europa se constituyeron en Estados-nación en su lucha
contra el Imperio español. Las iglesias protestantes crearon el mito
fundacional de esas naciones y el antiespañolismo es consustancial a los
relatos legitimadores del poder.

Lo más curioso ha sido el éxito
de la propaganda antiespañola. Los mismos españoles la han hecho suya y hoy día
sigue influyendo en sus vidas. Eso es especialmente gravoso cuando “el Imperio
español es una unidad histórica ya fallecida (…) No hay continuidad entre
aquellos españoles y estos españoles” (p. 474). Es decir, la España actual no
tiene nada de imperial y, sin embargo, la imagen deformada del extinto Imperio español
creada por sus enemigos continúa jugando en contra de los actuales habitantes
de este país.

Recuerdo, sobre este punto,
cuando en Sudamérica algunas personas me hablaban del Imperio español y de las
cosas que hicimos allí los españoles. Las primeras veces no sabía cómo
contestar porque no sabía exactamente que le había hecho yo a esas personas. Me
pasó algo parecido en Melilla, cuando el rabino sefardita que nos enseñaba la
sinagoga nos llevó a su despacho y sacó una enorme llave. Según dijo, abría la
casa que sus antepasados habían abandonado cuando “los españoles los echamos”.
Los Reyes Católicos, se entiende, pero enfatizo el “españoles” refiriéndose a
nosotros.

Vuelvo al hilo anterior, pues a
veces me pierdo en recuerdos más o menos relacionados. Para mí el Imperio era
una cosa de libros, ensayos y novelas, no una realidad presente. De hecho, comencé
a leer más cosas sobre el Imperio español a partir de esos comentarios. Cuando
les explicaba que en España lo del Imperio era algo “olvidado y enterrado” me
miraban con cierta desconfianza. Otro gallego intentado escaquearse, pesarían. Pero
la verdad es que en España el desconocimiento histórico sobre este tema es
enorme entre muy amplias capas de la población.

De todo el libro, lo más
llamativo es la insistencia de considerar la Leyenda Negra como una realidad
necesaria para la mentalidad protestante. Los protestantes, afirma, son
necesariamente antipapistas y antiespañoles. Precisan de un enemigo, mientras
que los católicos los consideran gente equivocada a la cual es necesario volver
a llevar al redil. No en vano, es una iglesia “universal”, no nacional. En ese
sentido, afirma, el catolicismo no ejerce una propaganda tan agresiva ni demoniza
al protestante.

El libro tiene muchas virtudes,
sobre todo la de intentar devolver un cierto orgullo nacional a la hipercrítica
España actual. Si uno se asoma a Twitter o a cualquier otra red social y lee lo
escrito por nuestros compatriotas sobre nuestro país seguro que se preguntará
por qué los españoles no salen huyendo de tan abyecto agujero –pero bueno, ese
es otro tema para otra entrada en el blog–. Sin embargo, en mi opinión el
ensayo también contiene algunos excesos. El principal, creo, es la creación de
una “Leyenda Blanca” en contraposición a la “Leyenda Negra”. Con esto me
refiero a la búsqueda de aspectos positivos en la actuación española como medio
de contrarrestar la propaganda negativa. Es verdad que en muchas ocasiones se
nos atacó injustamente y se faltó a la verdad, pero eso no justifica lavar
demasiado nuestra imagen.

La conquista de América tuvo, sin
duda, aspectos positivos como afirma Roca Barea (creación de hospitales, obras
públicas, universidades, la creación de un espacio económico amplísimo, etc.).
Pero esto no debe hacer olvidar que toda conquista es violenta y que se explotó
gravemente a los nativos y a otros pueblos –en todo el ensayo, por ejemplo, no
se habla de la práctica de la esclavitud dentro del Imperio español, que
existió–. Los conquistadores eran valientes, astutos y también unos
perfectos bandidos capaces de matar a quién fuera para conseguir sus objetivos:
oro, tierra, siervos, honor… (cuando leí la crónica de Bernal Díaz del Castillo
lo que más me sorprendió fueron las continuas trifulcas entre los propios
españoles).

Es verdad que la Corona creo
leyes para defender a los indios y que surgió un Derecho de Gentes muy avanzado,
pero también lo es que esas leyes se cumplían poco. América estaba muy lejos y
los españoles en América podían decir sin reparos “se acata, pero no se cumple”.
Además, cuando se lee a Roca Barea de la impresión de que la España de Carlos I
y de Felipe II era el reino de la libertad de pensamiento. Tal vez, pero
también es cierto, como reconoce Geoffrey Parker en su monumental biografía de
Felipe II, que este prohibió a los españoles salir a estudiar al extranjero.
Suficiente por el momento para mostrar a qué me refiero con “Leyenda Blanca”.

Además, aunque María Elvira Roca
Barea afirma que la Leyenda Negra se encuentra presente en personas de todas
las ideologías, tiene una cierta tendencia a hablar de “la izquierda” como
mantenedora del mito. No sé, me recuerda algunas argumentaciones ya pasadas en
las cuales no quiero entrar –por ejemplo, el antiamericanismo en España es
producto de la izquierda (pp. 81-82), pero nada se dice del antiliberalismo (la
pérfida Albión…) producto del franquismo y la educación nacionalcatólica–. Dicho
todo lo anterior, mucho para un post, pues no solemos leer demasiado delante de
una pantalla, recomiendo el libro. Al final del mismo, la autora afirma que el lector
a esas alturas será su amigo o su enemigo. Enemigo no. Tal vez un amigo
crítico. Simpatizo con el objetivo final, aunque en el camino hay diferencias sobre como vemos las cosas.



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