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Vettonia obliga

Sobre el blog

En este blog quiero recoger algunas de mis lecturas, pasajes de mi vida académica y de mis viajes, así como ideas sobre la cultura y la sociedad actual.

methaodos.rcs 6 (1)

methaodos.org Posted on Thu, May 17, 2018 15:45

Hace poco apareció el volumen 6, número 1 de methaodos.revista de ciencias sociales con un monográfico sobre publicidad engañosa. Espero que os guste.



Sociología del moderneo

Libros Posted on Fri, April 27, 2018 22:23

Las variaciones de las subculturas juveniles urbanas son
enormes. Tanto las clases populares como las clases medias, y las siempre más reducidas
clases altas, han generado jóvenes que adoptan estilos subculturales
específicos. En los últimos tiempos se han escrito una serie de obras que
prestan atención a la subcultura predominante entre los jóvenes (y ya no tan
jóvenes gracias a la extensión de la juventud) de las clases medias. Hace un
tiempo ya reseñe en este mismo blog el libro del periodista David Brooks, BoBos en el Paraíso (2000),
en el que se mostraban algunas de las características de esta nueva
subcultura. Posteriormente, el también periodista Víctor Lenore publicó Indies, Hipsters y gafapastas (Madrid,
Capitán Swing, 2014). Este parece una continuación en clave castiza del libro
de Brooks. Mostraba las ansias de distinción de las subculturas juveniles hipster
o indie en España. Remarcaba su deseo de integración con
el mundo cultural anglosajón, su consumismo e integración en el capitalismo (“la
cultura de los modernos es el brazo
artístico del mundo corporativo”, p. 120) y un apenas oculto conservadurismo
político.

Iñaki Dominguez continúa esta tradición con su Sociología del moderneo (Melusina,
2017). Lo acabo de terminar y me ha producido una impresión muy grata.
Domínguez es filósofo y antropólogo y plantea una sociología del fenómeno del
moderneo (en el que se incluirían los BoBos, indies o hípsters de diverso
pelaje). El texto es más reflexivo que el de Brooks o Lenore, con múltiples
referencias a textos sociológicos, si bien se lee con soltura. No deja de ser
un ensayo y el autor consigue mantener la atención del lector con diversas
anécdotas personales o extraídas de los medios de comunicación y las redes sociales.
Esto se agradece, porque los sociólogos tenemos una marcada tendencia a
dejarnos caer por el tobogán del academicismo.

Plantea que el moderneo es un fenómeno que busca ante todo
la distinción. Es una estrategia a través de la cual jóvenes de clase media, de
modo mayoritario aunque no único, buscan un lugar en la sociedad española. Es,
además, un falso elitismo, porque es una corriente conseguida a través del
consumo y con vinculaciones con la misma subcultura a nivel internacional. Es
una subcultura con un pensamiento dogmático, donde prima el conformismo y la
ausencia de pensamiento crítico enmascarados con la idea de tolerancia. El
moderneo, cree Domínguez, está “entreverado y determinado en todas sus
manifestaciones por los principios del capitalismo” (p. 141). Y eso tanto en la
esfera del consumo, fuente de la construcción identitaria, como en la de la
producción, con la preferencia por trabajos creativos.

La descripción de la subcultura resulta convincente y,
seguramente, se aproxime mucho a la realidad. El trabajo, sin embargo, adolece
de algunas carencias precisamente de índole sociológica. Por ejemplo, cuando
Iñaki Dominguez se lanza a elaborar un perfil del moderno tipo nos dice que es
un “universitario de provincias de clase media que estudia en Madrid o
Barcelona” (p. 45). Puede ser, o tal vez no. Aquí encontramos el problema de la
cuantificación. ¿Cuántos son los modernos? ¿Qué proporción representan respecto
al conjunto de jóvenes en esas grandes ciudades? Este problema, no obstante, es
común a este tipo de descripciones. Cuando Dick Hebdige, en su famosa obra Subcultura. El signficado del estilo
(1979), describía a las “espectaculares” subcuturas juveniles británicas, en
especial la de los punkies, tampoco nos decía cuántos eran ni su proporción
respecto al conjunto de jóvenes en el Reino Unido.

En realidad, la cuantificación resulta difícil por varios
motivos. En primer lugar, la pertenencia a una subcultura no es en ningún caso
algo absoluto. La implicación puede ser temporal o de por vida, a tiempo
completo o tiempo parcial, completa o adaptada a los gustos del joven. Y, en
segundo lugar, no abundan las encuestas ni los estudios etnográficos sobre subculturas
juveniles (estos últimos, sin embargo, son algo más frecuentes, pero sin
tirar cohetes). Y en España menos. Lo que son más frecuentes son los
artículos periodísticos que, en su mayor parte, se quedan en el titular.

En todo caso, la adscripción de los modernos a la clase
media parece clara, su vinculación con barrios específicos de Madrid y
Barcelona también. Sin embargo, que vengan en su mayor parte de provincias no
me parece tan claro. Al menos pienso que debería profundizarse en ello.

Lo interesante de este tipo de subculturas, creo, es su cultura
matriz. Proceden de las clases medias. Afirmaba Stuart Hall al hablar de los
hippies, que la importancia de las subculturas de clase media radica en que
anticipan tendencias generales de la sociedad. Muestran desarrollos que la sociedad
en su conjunto terminará por hacer suyos. Esto parece claro, y los “modernos”
nos muestran tendencias que el conjunto de la sociedad aceptará (si no lo ha
hecho ya), como el consumismo, el conservadurismo acrítico, la valoración de la
juventud y la estética, la preferencia por trabajos “creativos” en detrimento
de profesiones más “industriales” o, entre otras, el deseo de distinción a
través del “parecer”, léase consumo, frente al “ser”.



Libro actas CIECI 2018

Vida académica Posted on Mon, April 16, 2018 13:11

Aquí teneis el libro de actas del I Congreso Internacional de Estudios Culturales Interdisciplinares (CIECI), que se celebró en Madrid los días 7, 8 y 9 de febrero de 2018. Espero que os guste.



Sociología de las tendencias

Libros Posted on Mon, April 16, 2018 13:03

Sociología de las tendencias (Barcelona,
Gustavo Gili, 2013) es un libro breve y en apariencia sencillo, pero muy
ilustrativo. Está escrito en un tono divulgativo que no oculta el profundo
conocimiento sobre el mundo de las modas y las tendencias mostrado por el profesor
Erner Guillaume. Tras definir el objeto de la sociología de las tendencias en “los
objetos y las prácticas que dependen de los gustos colectivos repentinos y
convergentes” (p. 23), es decir, en los objetos y prácticas que dependen de
mecanismos no funcionales; trata de mostrarnos las carencias de las
perspectivas más habituales en el análisis de las mismas.

En primer lugar, rechaza las
visiones esencialistas que derivan la explicación de las tendencias del mensaje,
esto es, de la misma tendencia. En líneas generales plantea los límites de una
lectura semiológica de las tendencias. Y, en segundo, de las visiones que se
centran en el mensajero. Dicho de otro modo, en la difusión de las tendencias
de unos agentes a otros. En su lugar, contempla la moda y las tendencias como
el resultado natural de la sociedad moderna y democrática. Así, “el
individualismo democrático ha generado las tendencias” (p. 93) y estas son un
proceso sin sujeto concreto. Las tendencias son fruto de las consecuencias no
intencionales de las decisiones individuales de miles de individuos.

Esto, sin embargo, como muestra
en la conclusión es contrario a la opinión más generalizada: “El sentido común
rechaza aceptar la idea según la cual los gustos colectivos no tienen una lógica
propia. Por este motivo, en cuanto se trata de explicar la génesis la difusión
de las tendencias, florecen las teorías del complot. (…) La creencia en un politburó de las tendencias revela la
incapacidad de imaginar un poder cuya influencia llega a todas partes, sin
disponer de una sede” (p. 123). Esto último me parece especialmente relevante.
Por mi experiencia impartiendo clases en un entorno universitario, una de las
cosas más difíciles es transmitir la noción de procesos no intencionales y
remarcar su gran importancia en la vida social. La creencia en conspiraciones,
elites y clases dominantes lo puede todo. Resulta difícil aceptar que estas elites
y clases dominantes tienen un poder relativo y que, en muchas ocasiones, los
procesos sociales son ciegos y carentes de sentido. Creo que la búsqueda de
explicaciones causales y, las más de las veces, de culpables, nos ciega para
aceptar una realidad: la ausencia de sentido en muchas de las cosas que ocurren,
aunque tengan su origen en acciones racionales y conscientes de los actores
sociales.



CIECI 2018

Vida académica Posted on Tue, January 30, 2018 16:11

La semana que viene comienza CIECI 2018. ¡Os esperamos allí!



Nuevo artículo: “Ciudadanía global”

Vida académica Posted on Thu, January 25, 2018 10:08

Ha sido publicado mi nuevo artículo en la revista Arbor del CSIC bajo el título: “Ciudanía global. Un estudio sobre las identidades sociopolíticas en un mundo interconectado”. Espero que os guste.

Resumen:

Este artículo pretende realizar un estudio sobre la posible aparición de
un nuevo tipo de ciudadanía: la ciudadanía global. Buena parte de la
bibliografía de ciencias sociales lleva tiempo anunciando el
debilitamiento del estado-nación y de la ciudadanía nacional como
resultado del proceso de globalización. La consecuencia sería el aumento
del cosmopolitismo y la emergencia de una identidad ciudadana global.
Esta sería, en principio, especialmente acusada entre los colectivos más
globalizados. En el artículo se analizarán dos: los mochileros y los
expatriados corporativos. Sin embargo, se intentará mostrar que cuando
se utiliza la evidencia empírica disponible existen rasgos
contradictorios. Tanto los mochileros como los expatriados corporativos
comparten una retórica cosmopolita que no tiene un correlato tan claro
en la esfera de las prácticas.



El muro invisible

Libros Posted on Sat, December 16, 2017 16:46

El grupo Politikon presenta en El muro invisible (Barcelona, Debate,
2017) su visión sobre las dificultades que atraviesan los jóvenes en España. En
especial las dificultades emanadas de la crisis económica. El libro está
dividido en tres grandes partes: las dificultades de ser joven en España, las
causas y, por último, las consecuencias políticas de la situación de la
juventud. En la primera parte se revisan las dificultades. Entre ellas pueden
citarse: los altos niveles de desempleo y la mayor incidencia de la pobreza
entre los jóvenes –los jóvenes son los grandes perdedores de la crisis de
2008–, el retraso en la edad al matrimonio, la baja natalidad y el lento
proceso de emancipación, junto con la emigración de los más capacitados al
extranjero huyendo de esas situaciones.

Las causas de esos problemas las
encuentran en tres grandes áreas. En primer lugar, el mercado de trabajo. La
dualidad histórica del mercado de trabajo hace que las crisis se ceben
especialmente en los jóvenes, que sufren mayores niveles de temporalidad. Esto produce
que sus ingresos sean menores y que tengan un nivel de protección más bajo ante
las adversidades. En consecuencia, son un colectivo más vulnerable. En segundo
lugar, en un sistema educativo que contribuye a esa dualidad, ya que genera un
alto porcentaje de jóvenes con estudios universitarios, de un lado, y, de otro
lado, un alto porcentaje de jóvenes que o bien no acaban la educación básica o
no continúan estudiando (debido al abandono y a los altos niveles de
repetición). Ente ambos, la educación secundaria y profesional se encuentra
relativamente abandona. Y, en tercer lugar, mantienen que nuestro Estado de
Bienestar se encuentra volcado hacia los mayores, protegiendo relativamente
poco a los más jóvenes. “Nuestro Estado del Bienestar es una herencia del
pasado. (…) Tiende a proteger a los mayores –que fueron en verdad un colectivo
vulnerable en el pasado– en buena medida a costa de los jóvenes” (p. 146). Es
un modelo de Estado de Bienestar, además, que descansa en un modelo de familia
en declive y en un papel subordinado para la mujer.

Estas tres causas hacen que la
juventud se encuentre en una situación de desventaja frente a generaciones
anteriores a la hora de realizar sus proyectos vitales. Este análisis me parece
adecuado y en líneas generales puede darse por válido. Podría resumirse en la
manida frase: “los jóvenes actuales vivirán peor que sus padres”. Las
soluciones que plantean, sin embargo, son más problemáticas. Apuestan por
reducir la dualidad laboral, con soluciones sobre todo en el plano legislativo
(modificar la estructura productiva del país se antoja más difícil); y por
eliminar o reducir la repetición y favorecer que los jóvenes con dificultades
continúen estudiando para aliviar la dualidad educativa. Y respecto al Estado
de Bienestar creen que se debe “progresar hacia un modelo que haga compatible
el papel económico de las mujeres, la emancipación de los jóvenes y una
demografía saludable” (p. 163).

Estas soluciones pueden parecer
naturales, pero lo más interesante es que son una opción “política” no explicitada
(lo cual no resulta extraño teniendo en cuenta que el grupo que firma la obra
se llama Politikon). Y digo no explicitada, porque no exploran, ni siquiera
para rechazarlas, opciones fuera de su marco de referencia político. Pongo un
par de ejemplos. El primero en relación a la demografía. En todo el libro se
asumo que debe existir una “demografía sana” para mantener el equilibrio
intergeneracional y que funcione el sistema de bienestar, en especial la esfera
de las pensiones. Sin embargo, no se exploran otros caminos de tipo no
“natalista” para conseguir ese equilibrio. Si los españoles, como parece, no
tienen hijos, pues podrían admitirse mayores contingentes de inmigrantes. Al
final, el equilibrio poblacional se conseguiría vía inmigración y no vía natalidad.
(Esta solución, claro está, tiene sus propios problemas. Sin embargo, en el
libro no se maneja esta opción).

El segundo hace referencia al
presupuesto del equilibrio poblacional a la hora de mantener las pensiones y la
sanidad. Este presupuesto solo es necesario (vía natalidad o inmigración, como
hemos comentado) en el caso de que se apueste por un sistema de reparto. Sin
embargo, podría apostarse por un sistema contributivo. Tampoco se explora esta
opción, ni para rechazarla. Además, incluso aceptando el sistema de reparto,
tampoco está claro que un equilibro poblacional, como ellos llaman, una
“demografía saludable”, asegure la viabilidad de dicho sistema. En la
actualidad, los bajos salarios hacen que, pese a altos niveles de afiliación a
la Seguridad Social, las cotizaciones sean bajas y no cubran las necesidades
del sistema. La recaudación en un sistema así podría depender más de la
productividad del trabajo que de su abundancia. Menos trabajadores con altos
salarios podrían hacer más sostenible el sistema que muchos con bajos salarios.
Además, se podría optar por mantener las pensiones y las prestaciones del
Estado de Bienestar vía impuestos directos o indirectos. Es decir, de esto modo
el peso de las mismas recaería en la riqueza total de la sociedad y no solo en
las cotizaciones de los trabajadores. Valga esto para ejemplificar a que me
refiero cuando digo que hay presupuestos políticos no explicitados en toda la
obra.

En la última parte del libro,
como dije al comienzo, se recogen las implicaciones políticas de esta
situación. Se trata de ver cómo los jóvenes pueden articular sus peticiones. “La
idea es que los jóvenes pasen a ser ganadores en un sistema en el que hoy son
los más perjudicados. (..) Eso significa que hay otros que saldrán perdiendo,
al menos en el corto plazo” (p. 169). Creen, en primer lugar, que las reformas
tanto del mercado de trabajo como del Estado de Bienestar están bloqueadas por
las generaciones del baby boom hacia
arriba. Es decir, el actual statu quo está blindado por una línea generacional.
El bloqueo educativo, sin embargo, respondería a causas de enfrentamiento
político, que aprovecha fracturas normativas de los españoles en torno al bilingüismo,
la educación para la ciudadanía o las clases de religión. Resumiendo: “Si tuviésemos
que delinear un perfil del español tipo que defiende el statu quo regulatorio actual pensaríamos en un hombre, de
nacionalidad española, estudios medios, empleo fijo, vivienda en propiedad y
aspiración a la tranquilidad. Ese español tipo estaría en el centro, en el
núcleo protegido por el sistema. Los jóvenes, junto a las mujeres, los parados
de más de cincuenta años, los pobres y los inmigrantes se encuentran en los
márgenes” (p. 184).

Los autores aventuran que los
jóvenes españoles se encuentran “insatisfechos” con la democracia, piden más de
ella; pero no existe una “desafección”, es decir, un alejamiento del sistema
político. Además, los jóvenes tienden a no utilizar las mismas etiquetas
políticas que los mayores, ni en el mismo sentido. Sin embargo, en cuanto a su
participación política efectiva, debe decirse que el sistema de partidos no
presta demasiada atención a este colectivo por dos motivos. Uno, porque los jóvenes,
entre 18 y 35 años, son un colectivo no demasiado numeroso. Y dos, porque
tienden a participar poco en las elecciones. Los jóvenes tienden a participar
menos a través de mecanismos institucionalizados (elecciones o partidos
políticos) y más a través de mecanismos alternativos (huelgas, manifestaciones
o peticiones). Existen, así mismo, importantes diferencias en la participación
política de los jóvenes, pues existen sectores movilizados tanto en lo
institucional como a través de vía alternativas (jóvenes universitarios de
clase media y media alta) y jóvenes desmovilizados (el resto). Cuando los
jóvenes votan, además, lo hacen a partidos diferentes que los mayores. En
España, por ejemplo, Podemos y Ciudadanos captaron el voto joven en mucha mayor
media que el PSOE o el PP. Creen que la emergencia de estos partidos abre una
ventana de oportunidad para incluir una agenda volcada en los problemas de los
jóvenes y una redistribución de las ventajas del sistema.

El libro tiene un tono
divulgativo, alejado de la prosa académica, que a veces produce asertos
demasiado esquemáticos y poco matizados. Sin embargo, los autores intentan
fundamentar sus argumentos en datos e investigaciones rigurosas. Es un libro
interesante que acierta en la temática y el tono. Aunque no se esté de acuerdo,
o del todo de acuerdo, con las soluciones propuestas o con algún aspecto de
análisis, resulta pertinente. La verdad es que la crisis económica, causa de
muchos de nuestros problemas actuales, está volviendo a traer a la escena pública
un tipo de análisis estructural que se había perdido en las ciencias sociales,
presas de visiones más “postmaterialistas”. Y esta obra es una contribución
bien escrita y planteada desde esta perspectiva. Bienvenida sea.



Programa definitivo CIECI 2018

Vida académica Posted on Wed, December 13, 2017 16:01

Estimados/as amigos/as:

Se ha publicado el programa definitivo de I Congreso Internacional de Estudios Culturales Interdisciplinares (CIECI 2018). Espero que os guste.



Populismos

Libros Posted on Sun, December 10, 2017 15:21

En Los enemigos íntimos de la democracia, que reseñé en este mismo
blog, Tzvetan Todorov establecía que el populismo era uno de los tres
principales peligros para la misma. Fernando Vallespín y Máriam M. Bascuñán
ahondan en esta tesis en Populismos
(Madrid, Alianza, 2017). En el mismo intentan definir el populismo, no sin
dificultades, pues es una ideología sin ideología. Esto es, sin un aparato teórico
racional construido de un modo sistemático y coherente. Más bien, afirman, el
populismo descansa en un intento de construir un bloque político en torno a la
divisoria entre una élite y un pueblo definidos de modos diferentes en diversos
contextos geográficos y temporales. En nuestro país, por ejemplo, el populismo
de izquierdas ha aplicado esta forma de polarizar lo político con expresiones
como “ni izquierdas ni derechas, ahora la política va de los de arriba y los de
abajo”, las “casta” frente al “pueblo”, el “régimen del 78” o el “bloque
monárquico” contra la gente, y un largo etcétera. Así, el “populismo se reduce
al final a todo esfuerzo por construir comunidad a partir de diferencias y
conflictos presuntamente inconmensurables; es un principio formal carente de contenido propio” (p. 67).

Para conseguir generar esta “comunidad
imaginada”, en el sentido que le daba B. Anderson, la estrategia populista
apela más a la emoción que a la razón. Se rehúye la teorización, incluso la
evidencia empírica, el reino de los tecnócratas. El pueblo capta sus verdaderos
intereses subjetivamente. “Por eso el populismo no teme a la sencillez y falta
de trabazón teórica de sus discursos” (p. 80). De hecho, como recogen en el
tercer capítulo, Internet ha favorecido este tipo de respuesta emocional. La
posverdad, los “zasca” y la frase ingeniosa sustituyen a los hechos y los
argumentos racionales. Problemas técnicos complicados son condensados en 140
caracteres (ahora el doble) y, al menos en la esfera sentimental, la solución parece
posible.

Obviamente no todos los
populismos son iguales. En el cuarto capítulo revisan especialmente los
populismos de Estados Unidos, Francia y España, y en menor medida de otros
países. Sin embargo, todos presentan patrones comunes; porque, y esta es una
tesis fundamental del libro, el populismo, al menos en las democracias más
asentadas, es una reacción “hacia la impotencia de la política y el autismo y
la arrogancia tecnocrática de las élites” (p. 138). Dicho de otro modo, una
reacción a las limitaciones y problemas de las democracias liberales. Estas
limitaciones se intentan solventar apelando al pueblo, uno de los polos de la
democracia liberal. El voto del pueblo se convierte en el único requisito de la
democracia. Se olvida el otro extremo: el aparato constitucional que establece
un sistema de división de poderes para proteger a las minorías derrotadas en la
votación. Porque para el populismo el ganador, el pueblo se defina este como se
defina, se queda con todo. Y los perdedores, la “casta”, élite o cualquier otra
denominación, lo pierde todo.

La solución sería combinar ambos
polos, el liberal (rule of law,
división de poderes, protección de las minorías) y el democrático (votaciones,
comunidad política). Para ello proponen el ideal republicano, si bien reconocen
que aunque teóricamente es una solución atractiva, en la práctica es difícil de
implementar (p. 265). El problema radicaría en conseguir amalgamar al pueblo
real, es decir, a las heterogéneas sociedades actuales, con el pueblo como “unidad”
política. Porque la política precisa de una unidad de acción que integre los
intereses fragmentarios de la comunidad sociológica. El populismo sería, creen
los autores, una falsa salida a esta aporía de la política. “Sería una contrademocracia en el sentido literal
del término, la total puesta en cuestión del orden político formal, pero
también de ese conjunto de actuaciones, instituciones y prácticas plurales e
indiferenciadas; representa una oposición visceral carente de una auténtica
voluntad por integrarse en el cuerpo político conocido si no es bajo los
presupuestos de la exclusión y la autoafirmación de un supuesto y amorfo pueblo auténtico bien tutelado por su
partido o líder” (p. 271). El resultado de la llegada al poder de los
populismos es, sostienen, bien conocido: una actitud depredadora del Estado,
clientelismo, no respeto de los derechos de las minorías, antiparlamentarismo y
autoritarismo, y por último un ataque a la división de poderes y los principios
formales.



Imperiofobia y Leyenda Negra

Libros Posted on Tue, August 22, 2017 00:09

El verano es un tiempo estupendo
para leer y he aprovechado para intentar disminuir algo la pila de libros que
suelo acumular en la mesilla de noche. Entre las cosas que he leído y que más
ha llamado mi atención se encuentra Imperiofobia
y leyenda negra. Roma, Rusia, Estados Unidos y el Imperio español
(Siruela, 2017) de María
Elvira Roca Barea. El texto ha tenido éxito editorial, pues he visto que han
sacado ocho ediciones. La autora parece haber dado con el “tema”. Esto es
realmente complicado. Libros magníficos duermen el sueño de los justos. Algunos
son rescatados y otros cogen polvo en bibliotecas. Años más tarde otro autor
puede escribir un libro, tal vez peor, sobre la misma temática y, de repente,
tener gran éxito. En ese caso el tema y el momento han coincidido.

La tesis central de libro afirma
que todo imperio genera fuerzas centrífugas que luchan contra el mismo. Cuando
estas fuerzas tienen el suficiente poder y son capaces de aunar un cuerpo
intelectual a su alrededor, suelen crear un relato descalificador sobre el imperio.
Es lo que se conoce como leyenda negra. Los imperios, además, debido a su
estructura inclusiva no suelen ser capaces de combatir la propaganda en su contra.
Siempre esperan integrar a los díscolos y hacer contrapropaganda atentaría
contra este objetivo.

De este modo, todos los imperios
tienen una leyenda negra propia. La tuvo Roma y la tienen el imperio ruso,
estadounidense y el extinto imperio español. Además, según la autora los
argumentos contra el imperio son similares en todos los casos. El que estudia
con más profusión es el del Imperio español. Para Roca Barea, la leyenda negra
es un relato propagandístico creado por las potencias nacionales que surgieron
durante los siglos XVI y XVII en lucha con el Imperio español, hegemónico en
aquel momento. Así, en los Países Bajos, Alemania, Italia e Inglaterra principalmente
se creó un relato con el objetivo de combatir a la potencia imperial en al
ámbito de las ideas.

Hasta aquí, afirma, sería normal
aceptar la existencia de estos relatos fruto de confrontaciones políticas. Lo
que no resulta tan frecuente es la persistencia de la Leyenda Negra (así, sin
adjetivo, suele referirse a la Leyenda Negra española). La causa se
encuentra, afirma una y otra vez a lo largo del libro, en que los países
protestantes del norte de Europa se constituyeron en Estados-nación en su lucha
contra el Imperio español. Las iglesias protestantes crearon el mito
fundacional de esas naciones y el antiespañolismo es consustancial a los
relatos legitimadores del poder.

Lo más curioso ha sido el éxito
de la propaganda antiespañola. Los mismos españoles la han hecho suya y hoy día
sigue influyendo en sus vidas. Eso es especialmente gravoso cuando “el Imperio
español es una unidad histórica ya fallecida (…) No hay continuidad entre
aquellos españoles y estos españoles” (p. 474). Es decir, la España actual no
tiene nada de imperial y, sin embargo, la imagen deformada del extinto Imperio español
creada por sus enemigos continúa jugando en contra de los actuales habitantes
de este país.

Recuerdo, sobre este punto,
cuando en Sudamérica algunas personas me hablaban del Imperio español y de las
cosas que hicimos allí los españoles. Las primeras veces no sabía cómo
contestar porque no sabía exactamente que le había hecho yo a esas personas. Me
pasó algo parecido en Melilla, cuando el rabino sefardita que nos enseñaba la
sinagoga nos llevó a su despacho y sacó una enorme llave. Según dijo, abría la
casa que sus antepasados habían abandonado cuando “los españoles los echamos”.
Los Reyes Católicos, se entiende, pero enfatizo el “españoles” refiriéndose a
nosotros.

Vuelvo al hilo anterior, pues a
veces me pierdo en recuerdos más o menos relacionados. Para mí el Imperio era
una cosa de libros, ensayos y novelas, no una realidad presente. De hecho, comencé
a leer más cosas sobre el Imperio español a partir de esos comentarios. Cuando
les explicaba que en España lo del Imperio era algo “olvidado y enterrado” me
miraban con cierta desconfianza. Otro gallego intentado escaquearse, pesarían. Pero
la verdad es que en España el desconocimiento histórico sobre este tema es
enorme entre muy amplias capas de la población.

De todo el libro, lo más
llamativo es la insistencia de considerar la Leyenda Negra como una realidad
necesaria para la mentalidad protestante. Los protestantes, afirma, son
necesariamente antipapistas y antiespañoles. Precisan de un enemigo, mientras
que los católicos los consideran gente equivocada a la cual es necesario volver
a llevar al redil. No en vano, es una iglesia “universal”, no nacional. En ese
sentido, afirma, el catolicismo no ejerce una propaganda tan agresiva ni demoniza
al protestante.

El libro tiene muchas virtudes,
sobre todo la de intentar devolver un cierto orgullo nacional a la hipercrítica
España actual. Si uno se asoma a Twitter o a cualquier otra red social y lee lo
escrito por nuestros compatriotas sobre nuestro país seguro que se preguntará
por qué los españoles no salen huyendo de tan abyecto agujero –pero bueno, ese
es otro tema para otra entrada en el blog–. Sin embargo, en mi opinión el
ensayo también contiene algunos excesos. El principal, creo, es la creación de
una “Leyenda Blanca” en contraposición a la “Leyenda Negra”. Con esto me
refiero a la búsqueda de aspectos positivos en la actuación española como medio
de contrarrestar la propaganda negativa. Es verdad que en muchas ocasiones se
nos atacó injustamente y se faltó a la verdad, pero eso no justifica lavar
demasiado nuestra imagen.

La conquista de América tuvo, sin
duda, aspectos positivos como afirma Roca Barea (creación de hospitales, obras
públicas, universidades, la creación de un espacio económico amplísimo, etc.).
Pero esto no debe hacer olvidar que toda conquista es violenta y que se explotó
gravemente a los nativos y a otros pueblos –en todo el ensayo, por ejemplo, no
se habla de la práctica de la esclavitud dentro del Imperio español, que
existió–. Los conquistadores eran valientes, astutos y también unos
perfectos bandidos capaces de matar a quién fuera para conseguir sus objetivos:
oro, tierra, siervos, honor… (cuando leí la crónica de Bernal Díaz del Castillo
lo que más me sorprendió fueron las continuas trifulcas entre los propios
españoles).

Es verdad que la Corona creo
leyes para defender a los indios y que surgió un Derecho de Gentes muy avanzado,
pero también lo es que esas leyes se cumplían poco. América estaba muy lejos y
los españoles en América podían decir sin reparos “se acata, pero no se cumple”.
Además, cuando se lee a Roca Barea de la impresión de que la España de Carlos I
y de Felipe II era el reino de la libertad de pensamiento. Tal vez, pero
también es cierto, como reconoce Geoffrey Parker en su monumental biografía de
Felipe II, que este prohibió a los españoles salir a estudiar al extranjero.
Suficiente por el momento para mostrar a qué me refiero con “Leyenda Blanca”.

Además, aunque María Elvira Roca
Barea afirma que la Leyenda Negra se encuentra presente en personas de todas
las ideologías, tiene una cierta tendencia a hablar de “la izquierda” como
mantenedora del mito. No sé, me recuerda algunas argumentaciones ya pasadas en
las cuales no quiero entrar –por ejemplo, el antiamericanismo en España es
producto de la izquierda (pp. 81-82), pero nada se dice del antiliberalismo (la
pérfida Albión…) producto del franquismo y la educación nacionalcatólica–. Dicho
todo lo anterior, mucho para un post, pues no solemos leer demasiado delante de
una pantalla, recomiendo el libro. Al final del mismo, la autora afirma que el lector
a esas alturas será su amigo o su enemigo. Enemigo no. Tal vez un amigo
crítico. Simpatizo con el objetivo final, aunque en el camino hay diferencias sobre como vemos las cosas.



La sociedad que seremos

Libros Posted on Wed, June 14, 2017 17:50

Belén Barreiro, expresidenta del
CIS y directora-fundadora de la consultora MyWord, publica La sociedad que queremos. Digitales, analógicos, acomodados y
empobrecidos
(Barcelona, Planeta, 2017). En el mismo trata de mostrar, con
un evidente tono divulgativo, cuáles han sido los principales cambios sociales
en la sociedad española como consecuencia de la última crisis económica. Para
ello, construye una tipología de españoles resultantes de la crisis en torno a
dos ejes: digitalización y posición económica (Figura1).

Figura 1. Fuente: Elaboración
propia a partir de la obra de Belén Barreiro.

Los representa con la historia
de cuatro personas, a modo de tipo ideal. El primero sería Miguel, un
joven acomodado digital votante de Ciudadanos. El segundo es Sabino, un votante
del PP acomodado, de más edad y analógico. La tercera sería Alicia, una joven
digital empobrecida por la crisis y votante del Podemos. Por último, Josefa
sería una empobrecida analógica que vota al PSOE.

En el eje económico convivirían
dos Españas: “Los empobrecidos han dado marcha atrás en el tiempo,
retrocediendo a la España previa al consumismo, aquella que luchaba por
sobrevivir y en la que cabía aún la protesta. Los acomodados, a la vanguardia,
viven en un país con ansias de innovación, digitalizado y cosmopolita” (p. 93).
En el eje digital también convivirían dos Españas divergentes. Una analógica,
con un perfil femenino, de clase baja, con menores ingreso y menor nivel
educativo. Otra digital, con un perfil masculino, de clase media y alta, con
mayores ingresos y mayor nivel educativo (pp. 195-205). Los analógicos votarían
a los partidos tradicionales y los digitales a las nuevas formaciones.

A estos dos ejes habría que sumar
la “brecha generacional”, ya que los jóvenes (sobre todo los llamados millennials) son más propensos a votar a
partidos nuevos frente a los tradicionales del “bipartidismo” y tienen mucha
mayor desconfianza en las instituciones tradicionales. Los jóvenes, además,
están mayoritariamente del lado empobrecido (p. 121).

Para desarrollar esta tipología
utiliza datos cuantitativos provenientes de fuentes oficiales, en especial del
CIS, y los estudios cualitativos de su propia empresa MyWord. Es algo que se
agradece, ya que todo el libro aparece fundamentado en datos, ante tanto ensayo aparecido en los últimos tiempos sobre los “males de
España” sin la más mínima base empírica.

Esta tipología, nos dice la
autora, no refleja toda la diversidad de la sociedad española, pero cree que es
una buena herramienta para analizar los cambios provocados por la crisis. Puede
ser, pero en mi opinión, los ejes arriba y abajo (acomodados vs. empobrecidos)
y analógicos y digitales si bien son necesarios, no son suficientes para
describir nuestra sociedad. Es verdad que incluir más dimensiones hubiese
complicado el análisis y la exposición, restando claridad al ensayo, pero sería
una aproximación más fidedigna. Desde mi punto de vista hay tres ejes más que
deberían ser incluidos:

1. Ideológico. La división
Izquierda-derecha, muchas veces declarada muerta por los más variados
analistas, se resiste a desaparecer. Las discusiones sobre la memoria histórica
(el Valle de los Caídos, los desaparecidos de la Guerra Civil o el callejero)
que tanto debate generan en la sociedad española no pueden entenderse sin el
eje ideológico. El eje arriba/abajo, popularizado por Podemos,
puede sumarse, pero no sustituye al eje ideológico.

2. Religioso-moral. Realidades
como el matrimonio homosexual, la llamada familia tradicional, la gestación
subrogada, la eutanasia o la enseñanza segregada siguen estando presentes con
mucha fuerza en el debate público. Y no pienso que puedan reducirse al eje
económico o comunicativo-digital. Estos hechos dividen a los españoles en
función de presupuestos religiosos y morales no encuadrables en la tipología
propuesta.

3. Identitario. Otro rasgo
destacado es la polarización entre los nacionalismos identitarios periféricos y
el nacionalismo identitario español. Y no es algo que pueda referirse al arriba
y abajo o a digitales y analógicos. Sería otra dimensión independiente a
contemplar en el puzle social de nuestro país.

Este panorama le hace hablar de
cuatro Españas, quizá en contraposición con las famosas dos Españas (una de las
cuales, es sabido, habría de helarnos el corazón). Un panorama que coincide con
el actual sistema partidista:

“La España cuádruple, por tanto,
ayuda a comprender la formación de un nuevo sistema partidista en nuestro país:
la revolución digital es propulsora de fuerzas políticas emergentes que, a su
vez, reflejan la fractura social que ha generado la crisis. Aun así, en todos
los partidos coexisten, en mayor o menor medida, las cuatro Españas. Otros factores, como la ideología o el
posicionamiento en la cuestión territorial, siguen siendo claves para entender
los comportamientos políticos
” (p. 217, cursiva añadida).

Son clave, pero el modelo no los
contempla. Es como si la economía y la tecnología (estructura) fueran básicas
frente a cuestiones como la moral, la religión, la ideología o la identidad (superestructura). En todo caso, no tengo claro si los
partidos políticos son reflejo de estas cuatro Españas o las cuatro Españas son
una construcción a partir del sistema político actual.

Por último, un comentario sobre
un aspecto metodológico: un modelo como el propuesto requiere variables dicotómicas. Así,
empobrecidos son los que tienen unos ingresos netos de 1500 o menos euros al
mes. Y acomodados los que superan esa cantidad. Quizá utilizar más tramos de
renta aclararía las cosas. E incluso aceptado esta dicotomía, ¿son lo mismo
1499 euros en Zafra o Don Benito que 1501 en Madrid o Barcelona? ¿Quién es el
empobrecido y quién el acomodado?

Dicho todo lo anterior, me parece
una obra interesante que intenta fundamentar sus conclusiones en datos. Ahora
bien, pese a que muchas de sus conclusiones son, desde mi punto de vista,
convincentes y acertadas, creo que un análisis con más ejes hubiese reflejado
más la diversidad y complejidad de la sociedad española y hubiese enriquecido
el libro (a cambio, soy consciente, de restarle claridad expositiva). Por
ejemplo, incluir el eje identitario hubiese explicado muchas cosas en regiones
como Cataluña, Galicia o el País Vasco. Porque, en definitiva, si algo caracteriza
a la sociedad española actual es la complejidad y la diversidad.



La economía castizo-irracional durante el boom inmobiliario

Actualidad Posted on Mon, May 29, 2017 19:11

Leyendo el capítulo que Schumpeter dedica a Böhn-Bawerk en 10 grandes economistas: de Marx a Keynes (Madrid,
Alianza, 1976), encuentro la siguiente teoría económica: “el valor de los
bienes presentes es por lo menos igual al de los futuros, y por lo general
existe en todo sistema económico un exceso de valor de los primeros bienes
respecto a los segundos” (1976: 248). El caso es que esta teoría me ha hecho mucha
gracia al recordarme una anécdota del pasado.

Hace muchos años, cuando andábamos buscando casa, acudí con
mi novia, hoy mi esposa, a una feria inmobiliaria en Madrid. Eran los años de
la locura y conseguir un piso decente a un precio que pudiera pagar un profesor
ayudante era prácticamente imposible. Al menos, claro está, sin endeudarse
durante cuarenta años.

Pues bien, estando en dicha feria, acudimos a un stand donde
nos enseñaron los planos y una representación tridimensional de unos apartamentos
en una zona de nuestro gusto. El problema surgió cuando le pregunté el precio
al vendedor. Eran carísimos y, lo más extraño, eran más caros que la vivienda
ya construida en esa zona –como he dicho, era de nuestro gusto, y ya habíamos
realizado algunas pesquisas–. Cuando se lo hice notar al vendedor, este me
contestó muy serio:

– Claro, es que los pisos sobre plano son más caros que los
ya construidos. Puedes mirar en cualquier otro sitio.

Me dejó sin palabras, sobre todo por su aplomo al contestarme.
Mi teoría en ese momento es que debía ser justo al contrario. Debían ser más
baratos porque el comprador adelantaba dinero durante tres años para adquirirlos
y lo correcto es que el precio fuese menor para compensar, de un lado, el
riesgo y, de otro, el costo de vivir de alquiler durante esos tres años. Cuando
le dije esto al vendedor me miró como diciendo: “Mira chaval, tus teorías me
sobran, el que sabe soy yo, y eso no es así”. Al final no compramos el piso.

Esta teoría de Böhn-Bawerk me ha recordado ese momento. En
la España del boom, cuando todos éramos ricos, hasta las teorías de afamados
economistas eran puestas en duda por cualquier vendedor de pisos. En otro
momento contaré cuando en una agencia inmobiliaria me intentaron convencer, sin
mucho éxito, de que los “pisos no bajan nunca”. Aquella vendedora, además de
despreciar mi salario como profesor universitario, habían inventado la ley de
la inmutabilidad de los precios inmobiliarios. La realidad, pese a esa ley tan
castiza, siempre se impone.



IBEX 35

Libros Posted on Wed, May 17, 2017 11:16

El tema de las élites siempre ha
interesado a la sociología. El sociólogo Rubén Juste presenta ahora el libro IBEX35. Una historia herética del poder en
España
(Capitán Swing, Madrid, 2017), en el cual analiza sobre todo los
vínculos entre el poder político y los propietarios y gestores de las mayores
empresas del país que cotizan en bolsa. Y el libro es lo que promete el título,
al menos en parte, pues realiza una narración pormenorizada de los vínculos
entre el poder político y las grandes empresas, llena de nombres propios. A
veces, he de confesar, tanto nombre marea un tanto.

En lo que no estoy tan de acuerdo
es en lo de herético, pues parece que nos esté descubriendo algo nuevo. Las
relaciones entre el poder político y económico han sido estudiadas antes y no
parece que haya nada fuera de lo normal en hacerlo. Las “puertas giratorias” y
las “tramas” y “castas” varias no son nuevas. Lo que es verdad, sin embargo, es
que tal vez, presos de nuestra riqueza, pudimos dedicar nuestro tiempo a una
agenda postmoderna y olvidamos la economía política. En todo caso, hay obras
que con otras perspectivas han tratado estos temas.

Recuerdo ahora, por ejemplo, un
libro de Ramón Tijeras Las sagas del
poder
(Plaza y Janés, Barcelona, 1998). Lo leí hace
muchos años. Hoy, curiosamente, su autor es compañero en el Departamento donde trabajo. En
todo caso, lo recuerdo mucho más legible. Se nota que Tijeras es periodista y
Juste sociólogo. Por lo que sea, no podemos evitar la prosa densa.

En todo caso, el libro de Juste
resulta interesante como narración. Me hubiese gustado más análisis. Se centra
durante toda la obra en el narrare factum y hay poco análisis. Al final, en el
epílogo, se anima a ello, pero sin demasiada profundidad. Quedan, a mi modo de
ver, preguntas sin contestar. ¿Son las puertas giratorias propias de nuestro
país? ¿Ocurren en otros lares? ¿Es el modo habitual en el cual funciona el
capitalismo o es una nuestra de un “capitalismo castizo”? ¿Las élites funcionan
de un modo distinto al resto de la gente? Es decir, ¿las redes clientelares van
más allá de la cúspide y son propias del tejido social de nuestro país? En fin,
las preguntas más interesantes parecen quedarse en el tintero.

Con esto no pretendo negar el
valor de la obra de Rubén Juste. Lo tiene, y mucho. Siempre es necesario fotografiar
la realidad. Pero como sociólogo me gusta ir más allá de la instantánea y ver
las relaciones de lo visible con lo subterráneo. Aventuro que habrá una
segunda obra donde tratará estos temas. Esperaré y la leeré con interés.



Turismo mochilero

Vida académica Posted on Sat, May 13, 2017 12:27

Ya tenemos portada, cortesía de Septem ediciones, de nuestro nuevo libro “Turismo mochilero”. El contenido muy pronto.



methaodos.rcs 5 (1)

methaodos.org Posted on Tue, May 09, 2017 10:55

Acaba de salir un estupendo monográfico sobre “Turismo cultural” en methaodos.revista de ciencias sociales, volumen 5, número 1. Espero que os interese.



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