Hace un tiempo escribí en este mismo blog una entrada sobre el triunfo de Donald Trump y el malestar de las clases medias en Estados
Unidos. Mi argumento principal, siguiendo las tesis de Branko Milanovic, era
que el triunfo del actual presidente respondía al impacto de la globalización
económica sobre amplias capas de la población trabajadora estadounidense. Compré
hace uno días Extraños en su propia tierra
(Capitán Swing, 2018) de la socióloga Arlie R. Hochschild. En el mismo se parte
de la misma idea, pero se intenta ir más allá, pues no solo vale entender los
fenómenos estructurales, sino que es necesario comprender cómo son vividos por
los actores implicados.

En un texto que los más ortodoxos sociólogos tacharán de
periodístico por su metodología –pero que, sin embargo, creo que es profunda y
radicalmente sociológico–, busca lo que denomina la “historia profunda” de los
seguidores del Tea Party (la extrema derecha estadounidense) y votantes de
Donald Trump. La historia profunda tiene que ver más que con los argumentos
racionales, con la estructura de sentimientos que enmarca las valoraciones
políticas y vitales de los individuos. En palabras de Hochschild: “La historia
profunda es una historia de lo que uno siente, el relato que cuentan los
sentimientos utilizando un lenguaje de símbolos y eliminando lo racional:
elimina los hechos y nos habla de la apariencia de las cosas” (p. 203).

Encuentra la socióloga que los seguidores del Tea Party,
pese a sus diferencias personales, suelen compartir una historia profunda
común. A saber, todos creen en el American
Dream
, esto es, que con esfuerzo, constancia y sacrificio conseguirán tener
éxito y alcanzar sus sueños materiales. Sin embargo, saben que muchos son los
llamados, pero pocos los elegidos. Esto lo saben, pero creen que en la cola para
lograr este sueño se les está colando mucha gente. El gobierno, de un modo
injusto, les quita impuestos y se los da a los no elegidos. Además, los cuela,
ya que las políticas de discriminación positiva hacen que colectivos como los
negros, las mujeres o los inmigrantes pasen por delante de ellos. Este relato
puede ser incierto, como muestran las estadísticas que recopila Hochschild en
el apéndice; pero ya sabemos que, según el teorema de Thomas, cuando tomamos
algo por real, aunque no lo sea, esto tiene efectos en nuestra conducta como si
lo fuese.

El perfil del votante de Trump es el de un varón blanco, con
estudios medios, de edad avanzada, de clase media o trabajadora y residente en
el sur del país. Suelen ser religiosos y comunitaristas. Es el retrato del perdedor
del actual proceso de globalización. Es una persona que, como dice el título
del libro, se siente “extraño en su propia tierra”. Y Trump, aunque sea en el
terreno simbólico, les devuelve el honor y el orgullo perdido. Además, con esta
problemática, sería lógico que este tipo de perfiles se volcara en políticas de
carácter socialista. Sin embargo, existen rasgos históricos y culturales específicos
de Estados Unidos que los hacen volverse más hacia una ideología libertaria que
hacia una socialista.

Me gustaría añadir, para concluir, que es un gran libro, que
nos afecta más de lo que pensamos. Si uno pasa unas horas viendo algunas
tertulias en 13TV, siguiendo algunos “despertares liberales” o leyendo algunas
entradas de Forocoches, encontrará un más que notable aire de familia entre las
propuestas de los contertulios, expertos e internautas con las que la derecha
estadounidense. Dejo al lector especular sobre el origen de esas coincidencias.