El recentísimo libro de Julio
Carabaña Ricos y pobres. La desigualdad
económica en España
(Catarata, 2016) se suma al vivo debate sobre la
desigualdad, en este caso en nuestro país. La tesis fundamental de la obra aparece
destacada en la misma portada del ensayo: “Si también se creyó lo de la
desigualdad, lea este libro”. Se trata, por tanto, de un ensayo crítico con la
idea de que la desigualdad está aumentando en nuestro país como consecuencia de
la última gran crisis económica. Se sostiene, al contrario, que la desigualdad
de rentas en 2013, punto álgido de la crisis económica, era igual que en los
años noventa, que esta no tiene correlación con los ciclos económicos y que es
mayor que la media de la UE-15 (aunque a menos distancia si se compara solo con
los grandes países de Europa).

La desigualdad es un tema
sensible socialmente y, por tanto, objeto de polémicas mediáticas y políticas.
Sobre todo porque existe un cierto consenso sobre el aumento de la desigualdad
en España como consecuencia de la última gran crisis. El libro de Carabaña
viene a poner en cuestión esta creencia. En esto he de decir que efectivamente
los medios de comunicación tal vez hayan venido a amplificar la dimensión real
del aumento de la desigualdad y de la pobreza. Recuerdo que hace unos años
recibimos en el departamento a un par de profesoras brasileñas. Realizaron una
estancia de investigación de un curso académico con nosotros. Los primeros días
nos comentaron sorprendidas lo bien que habían visto el país. Pensaban, pues
así lo venían en la televisión de su país, encontrar un país sumido en la
pobreza, con gente sin nada para comer pidiendo por las calles. Por otro lado,
también es cierto que estos años he visto escenas olvidadas: por ejemplo, en mi
antiguo barrio he llegado a ver familias esperando el cierre de un supermercado
para recoger la fruta destinada a la basura. La situación, por tanto, es ambigua
y este libro es un buen intento de delimitarla.

El libro comienza estableciendo
que el foco de interés es la renta y no el consumo o la riqueza. De hecho, cree
Julio Carabaña que la riqueza solamente tiene importancia en función de la
renta generada. Además, la riqueza solo es una parte menor de las rentas
totales. En esto se separa del trabajo de Piketty, pues este considera central
analizar la ratio capital-renta y, en todo caso, Carabaña no cuantifica que
parte de la renta disponible proviene del trabajo y cual lo hace de las
diferentes formas de capital (y mucho menos analiza las diferencias entre los
diferentes niveles de renta).

En el primer capítulo presenta de
un modo pormenorizado las principales medidas de la desigualdad de renta en
nuestro país desde los años 90 hasta nuestros días. Para ello describe las
principales fuente estadísticas disponibles, elaboradas por el INE, y analiza
sus virtudes y también sus lagunas. Al analizar las “decilas” y los índices donde
se resumen encuentra que el índice de Gini tiende a ser menos extremo que las
ratios s90/s10 o s80/s20. Y aunque utiliza todos, tiende a centrase sobre todo
en el análisis del índice de Gini tanto en su evolución histórica en España
como en la comparativa con la Unión
Europea. La principal idea del capítulo es que los datos no permiten hacer
afirmaciones altisonantes sobre el aumento de la desigualdad en España, más
bien hablaría de un ligero aumento de la misma durante la crisis no muy alejado
de los índices habituales durante los años 90 del pasado siglo. Lo que sí
parece ser cierto es que el aumento de la desigualdad durante la crisis de
debió sobre todo a la pérdida de rentas de los más pobres, pero no al
enriquecimiento de los ricos. Estos últimos han perdido muy poca renta. Más
bien se podría hablar de un estancamiento.

En el segundo capítulo analiza la
relación entre pobreza y desigualdad a través de las clases de renta. En líneas
generales, la crisis ha afectado a todas las clases de renta, pero sobre todo a
los pobres. La variación de la desigualdad, sostiene, se deben sobre todo al
aumento de la pobreza. El aumento de los pobres proviene sobre todo de las
clases medias, no de los ricos.

Analizar la eficacia de las
políticas públicas en la reducción de la desigualdad es el objetivo del tercer
capítulo. La desigualdad, sostiene, se puede reducir por dos vías: el mercado,
básicamente la creación de empleo, y las políticas distributivas, es decir,
impuestos y trasferencias de unos grupos de renta a otros. Según Carabaña el
mercado reduce la pobreza, pero no la desigualdad, pues aumenta la renta
disponible pero suele hacerlo para todos los grupos de renta. Solamente si se
produjera un crecimiento más alto en los grupos de renta más pobres disminuiría
la desigualdad, pero esto no es lo habitual. La desigualdad si se reduce a
través de las políticas distributivas: impuestos progresivos y trasferencias de
los grupos de renta alto a los bajos. Otro asunto es si reducir la desigualdad
es un objetivo deseable para las políticas públicas: está claro el efecto
negativo de la pobreza, pero se discute si la eliminación de la desigualdad es
deseable o si cierto grado de desigualdad es positiva (y en este caso cuál es
el óptimo). Como afirma Carabaña: “Hay poco peligro en dar por supuesto que la
pobreza es mala, pero se corren graves riesgos cuando se hace lo mismo con la
desigualdad” (p. 175).

En el último capítulo describe
las desigualdades en función de ciertas categorías de población. Separa a los
inmigrantes de los nativos y analiza de estos últimos su tipo de actividad. En
líneas generales, sostiene, los trabajadores por cuenta ajena no han aumentado
la desigualdad. El aumento proviene de los inmigrantes, los parados y los
trabajadores por cuenta propia (aunque entre estos últimos existen
dudas sobre la fiabilidad de las encuestas). Si se elimina a los trabajadores
por cuenta propia, al final el moderado aumento de la desigualdad estaría producido
por los inmigrantes y los parados. La fuente de la desigualdad, además, se encontraría
en el mercado, no en las rentas provenientes del estado. Estas últimas se
mantendrían.

Personalmente solo conozco otro
informe que mantiene una postura similar. Ignacio Moncada y Juan Ramón Rallo planteaban
tesis parecidas desde el Instituto Juan de Mariana. Ellos, sin embargo, tratan
de abarcar tanto la desigualdad de renta, como la de consumo y riqueza,
mientras que Carabaña se centra solamente en la de renta. Su conclusión era la
siguiente: “España es uno de los países de Europa con menor desigualdad
en la riqueza y en el consumo; además, es un país con una desigualdad de la
renta interme­dia en el contexto europeo si tenemos en cuenta el valor de los
alquileres imputados y la movilidad social” (La desigualdad en España, p. 8).

El libro de Julio Carabaña
muestra, por lo tanto, una visión alternativa a otros científicos sociales. Lo
hace además con una gran profusión de datos y tablas. De hecho, el libro se
encuentra en ciertos pasajes más próximos a un artículo científico que a un
ensayo. Los sociólogos, politólogos y demás fauna de las ciencias sociales lo
encontrarán interesante, pero tal vez el lector no especialista se desespera y
lo abandone. Los análisis complejos adolecen de este problema, pero son
necesarios para entender nuestra realidad. Nadie dijo que comprender la
realidad social fuese sencillo. En todo caso, el libro dará mucho juego al
debate entre especialistas.