Me propongo comentar dos libros
que tratan de analizar el modo de conseguir superar la crisis económica actual
y regenerar España. El primer es de Luis Garicano El dilema de España. Ser más productivos para vivir mejor (Península,
2014). El segundo lo firma Javier Santiso España
3.0. Necesitamos resetear el país
(Deusto, 2015). Garicano es catedrático
de economía en la London School of Economics y ahora parece que se ha decidido
a entrar en política con Ciudanos. Javier Santiso es profesor de economía de
ESADE y Young Global Leader del Foro
de Davos, como parecer querer recordarnos en muchas de las páginas del libro.
El primer es un libro superior en cuanto a su estructura y redacción, más
sobria y eficiente. Javier Santiso adorna su prosa con algunas incursiones
poéticas que no terminan de funcionar y es demasiado prolijo en la enumeración
de empresas y experiencias de éxito empresarial. Pero salvando las diferencias
estilísticas ambos son una puesta por superar el abatimiento nacional
consecuencia de la crisis económica iniciada entre 2007 y 2008.

Las causas de la crisis y sus
consecuencias son bien sabidas: empacho de crédito, consumo público y privado
en ladrillo improductivo, corrupción política, desprestigio institucional o la
presencia de “elites extractivas” (concepto popularizado por Cesar Molinas, en
otra obra similar, Qué hacer con España:
del capitalismo castizo a la refundación de un país
, Destino, 2013). En todo caso, en ambos libros parece que todos
los males fueran endógenos, ya que no se hace demasiado énfasis en la crisis
mundial del sistema capitalista como una de las causas de nuestra crisis
patria. Sin duda en España hemos hecho cosas mal, pero también hay que recordar
que la crisis es global. Baste decir que antes de la crisis nuestra deuda
pública era una de las más bajas de los grandes países del continente y que el
Estado tenía superávits (otra cosa era la deuda privada). Garicano, más
consciente de la importancia de los factores externos, dedica un capítulo a
reconocer el peso de las deficiencias de la unión monetaria europea en nuestra
crisis. Santiso pasa de puntillas por este asunto.

Ambos autores coinciden en
describir las posibilidades de progreso en términos de mejora institucional
(ambos beben de la obra de Daron Agemoglu y James Robinson Porqué fracasan los países, editada en España por Deusto en 2012).
El problema, afirman, no reside en las personas, esto es, en los españoles, más bien se encuentra en el
entramado institucional, que debe cambiar. Para ello es necesario introducir la
denominadas killer apps de la
modernidad (este término es cortesía de Niall Ferguson La gran degeneración, Debate, 2013, un afamado historiador
conservador) con el fin de generar “instituciones inclusivas”. Se propone, por
tanto, reformas “estructurales” como medicina para nuestra situación actual y
nuestro bajo desempeño institucional. Ambos quiere alejarnos de las economías
fracasadas y acercarnos a la de países exitosos: Dinamarca para Garicano y
Corea del Sur para Santiso.

Luis Garicano establece una serie
de medidas necesarias, desde su punto de vista, para regenera el país:

1. Reducir el tamaño del Estado
para convertirlo en un órgano supervisor más eficaz del mercado.

2. Mejorar la educación de los
españoles, para mejorar su competitividad en la “economía del conocimiento”.

3. Reformar la política para que
no solo los “funcionarios” y “políticos profesionales” accedan a cargos de
decisión política.

4. Por último, deben solventarse
los problemas derivados de la crisis de deuda y de la deficiente construcción
del Euro. Para ello será necesario un acuerdo a nivel de la Unión Europea.

Javier Santiso, por su lado,
propone varias medidas para encauzar el rumbo de la economía española:

1. Mejoras educativas basadas en
dar un mayor peso a la ciencia y las matemáticas, crear centros educativos
superiores de élite (reformar la gobernanza de la universidad, introducir
criterios de competencia entre universidades o desfuncionarizar las plantillas
docentes) y fomentar la participación de la iniciativa privada en la
universidad.

2. Crear una cultura innovadora y
fomentar el emprendimiento y la aparición de startups.

3. Aumentar la
internacionalización de la economía española, creando incluso una
vicepresidencia o un ministerio a tal fin.

4. Convertir España en el hub latino de inversión.

5. Finalmente, crear fondos
bilaterales de inversión que ayuden a volcar la economía hacia el
emprendimiento en sectores tecnológicos y de alto valor añadido.

Se trata, en definitiva, de
consolidar el salto adelante que dimos al situarnos al nivel de muchos de
nuestros vecinos (España 2.0) creando una España 3.0 capaz de competir en la
nueva economía del conocimiento.

Un elemento común en estos dos
libros es que se centran sobre todo en la creación de riqueza, pero apenas
dicen nada sobre su reparto. Bueno, casi, Javier Santiso afirma: “Pero nos
olvidamos alegremente de que, en España, el porcentaje de riqueza de los más
ricos apenas ha crecido entre 1982 y 2012” (p. 292). Entiendo que esta frase, sin
ningún tipo de apoyo estadístico o bibliográfico, se refiere al porcentaje de
riqueza controlada por la población con más recursos respecto al resto de
población. Según Eurostat cuando analizamos cuantas veces gana de media más el
20% más rico de la población respecto al 20% más pobre, encontramos que en
España en 2004 era 5,5 mientras que en 2011 eran 7,11. Si aceptamos que el
argumento de Santiso es cierto y que el porcentaje el PIB total controlado por
los más ricos no ha crecido, eso significaría que el peso de la crisis ha
recaído en los menos pudientes. De esto Santiso también se olvida alegremente. En
todo caso, no dedica ni una línea a hablar sobre la distribución de la riqueza.
Habla sobre las condiciones para su creación, pero no de su reparto. Parece
creer, no sé si con ingenuidad, que una vez creada llegará a todos a través de
un proceso de trickle down. La
realidad, tozuda ella, no parece corroborar esta creencia.

Luis Garicano es más directo y cree
que la globalización genera desigualdad, pero lo considera inevitable. “El
incremento de la competencia y del tamaño del mercado tiene como consecuencia
inevitable el aumento de la desigualdad salarial” (p. 41). Ambos libros tratan
de ser una solución y ambos buscan mejorar la competitividad de nuestro país.
Toda mejora de nuestra posición, sin duda, requerirá un esfuerzo por parte de
los españoles. Y todo esfuerzo se realiza si existe una recompensa al mismo.
¿Por qué deben esforzarse los españoles en pos de una economía competitiva si
no se les habla de redistribución y ganancias? Ese es uno de los problemas de
estas propuestas. Como no hablan de esto, pues otros lo hacen y obtienen
seguidores, aunque se los tilde de populistas o “peronistas”.

También me ha llamado la atención
que Santiso cite el trabajo de Carmen M. Reinhart y Kenneth S. Rogoff sobre el
problema de que la deuda pública supere un 90% del PIB sin el mayor asomo de
crítica (estudio utilizado para justificar las políticas de austeridad como
medio para superar la crisis económica en muchos países). Desde 2013 sabemos
que ese estudio era deficiente, como demostró un estudiante de doctorado
llamado Thomas Herndon, al no haberse realizado correctamente los cálculos
estadísticos en los que estaba basado. Santiso en 2015 da por bueno el estudio
sin más. No aventuraré porque es así.

La verdad, y por concluir, cuando
termino de leer estos libros tengo un enorme deseo de escribir otro con mi
“receta” para regenerar el país. Al rato, sin embargo, me detengo y pienso que
sería como esos aficionados al fútbol que saben confeccionar una alineación mejor
que el entrenador nacional Y además no es meramente una cuestión de competencia
técnica, pienso que la “solución” a los problemas de un país democrático es una
cuestión política además de técnica.