El periódico más antiguo del país es el Mercurio de Valparaíso, que sacó su
primer número el 12 de septiembre de 1827. Recogía el asesinato de un militar
chileno, José María Muñoz, a manos de un oficial de la marina británica, Mr.
Fallarton, y los posteriores disturbios entre las autoridades del pueblo y los
compañeros del oficial que trataron de rescatarlo de la prisión. De hecho, al
final lo consiguieron.

La prensa chilena es tremendamente parroquial. Apenas
recogen asuntos que traspasen las fronteras del país. El fútbol, la televisión
y los famosos, los sucesos y la política nacional son el grueso de las
informaciones. Incluso la prensa seria presta menos atención al resto del mundo
que en España o en el Reino Unido. Además, en general, es una prensa orientada
políticamente hacia la derecha.

Las dos principales cabeceras chilenas: El Mercurio, en
sus ediciones de Santiago y Valparaíso, y La Tercera, son periódicos profundamente
conservadores. En el periodo que estuve ambos mostraron su rechazo a la ley del
aborto, tal como hicieron antes con la del divorcio. Me llamó especialmente la
atención un editorial de La
Tercera que rechazaba la futura ley del aborto porque
permitía esa práctica en el caso de malformaciones y trisomías. Dicho de otro
modo, que según la línea editorial de
ese diario, un Síndrome de Down no era causa suficiente para interrumpir un
embarazo –algún político en España hizo suya este tesis más tarde–. En este
tema la iglesia católica es muy beligerante (véase, por ejemplo, una fotografía
tomada en la iglesia de Toconao, al norte del país).

La verdad es que la Iglesia Católica, que controla
instituciones educativas como la Pontificia Universidad Católica de Chile
–donde se educa buena parte de la élite del país –, la Pontificia Universidad
Católica de Valparaíso, la Universidad Católica del Norte, la Universidad
Católica de Temuco, la Universidad Católica de Maule, la Universidad Católica
de la Santísima Concepción, la Universidad Católica Raúl Silva Henríquez, de
los salesianos, o la Universidad Alberto Hurtado, de la Compañía de Jesús,
ejerce un gran peso en la sociedad chilena. Habría que sumarle el papel de
grupos como el Opus Dei, que controla la Universidad de los Andes, o de los Legionarios de
Cristo, con la
Universidad Finis Terrae. Otras dos universidades, Gabriela
Mistral y Santo Tomás, se declaran inspiradas por la doctrina social de la
iglesia. A todo esto habría que sumar los colegios e institutos de orientación
católica. Otras universidades han sido fundadas por hombres de negocios
chilenos o pertenecen directamente a grandes corporaciones educativas
mundiales, al igual que ocurre en los niveles educativos preuniversitarios.