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Vettonia obliga

Sobre el blog

En este blog quiero recoger algunas de mis lecturas, pasajes de mi vida académica y de mis viajes, así como ideas sobre la cultura y la sociedad actual.

Chavs

Libros Posted on Wed, November 26, 2014 13:14

Owen Jones publicó en 2011 con éxito editorial un
alegato en defensa de la clase obrera británica bajo el título Chavs. La demonización de la clase obrera
(publicado aquí por Capitán Swing, 2013). El término Chavs –con la
misma raíz etimológica que nuestro “chavales”–, se utiliza en Reino Unido para
referirse a los miembros de la clase obrera, estereotipados por vestir ropa
deportiva, por ser zafios, obesos, vivir en familias desestructuradas y
desarrollar conductas definidas como antisociales (violencia gratuita, robo o
estafas al estado de bienestar). Jones afirma que este estereotipo esconde
fuertes prejuicios de clase, en especial de la clase media.

Sitúa el origen de la demonización de la clase
obrera y su estilo de vida en las políticas neoliberales de Margaret Thatcher.
Estas atacaron a la clase obrera en un doble frente. Por un lado, la
desindustrialización y el ataque a los sindicatos debilitaron las estructuras
comunales que daban sentido a la vida de las clases populares. Cuando se
desintegró la comunidad de clase obrera surgieron los problemas sociales que se
asocian a los chavs. Estos fueron, por otro lado, convenientemente
aireados por los medios de comunicación, lo cual reforzó la creación del
estereotipo. Sin embargo, Jones afirma que estos problemas aunque reales (la
clase obrera sufre más los efectos de la delincuencia, por ejemplo) han sido
sobredimensionados. Los medios de comunicación buscaron los casos más extremos,
presentándolos como la situación normal, cosa alejada de la realidad.

Uno de los aspectos más destacados de esta
dinámica, mantiene, es que el Partido Laborista mimetizó los argumentos de la
derecha y se apartó de sus bases sociales tradicionales. El Nuevo Laborismo
pasó de reforzar a la clase obrera a intentar “elevarla” y “convertirla” en clase
media. Inglaterra se definió como una sociedad de clase media donde no había
lugar para la clase obrera. Esto operó, no obstante, en el terreno de lo
simbólico, pues los trabajos de clase obrera seguían existiendo (de hecho,
siguen siendo mayoritarios, si bien no en la industria sino en los servicios).
Este retraimiento de la izquierda y el abandono de las bases comunales explican
el ascenso de partidos nacionalistas de extrema derecha, que se han volcado
precisamente con las comunidades de clase obrera. Según Owen Jones la izquierda
británica, además, se centró demasiado en las políticas de identidad, asociadas
al multiculturalismo, y dejó de lado las políticas de clase. Se intentó tratar
los problemas de clase como si fuesen problemas identitarios y no funcionó.

Encontramos, en definitiva, un libro combativo, que
tiene el mérito de traer el fenómeno de la clase social a la primera línea del
debate político. Desde una perspectiva periodística nos acerca a los problemas
de aquellos más afectados por la crisis. Curiosamente los que además están
pagándola. Una obra interesante que destila empatía por una clase social muchas
veces vilipendiada. En esto concuerdo con Jones, pues siempre he creído que,
como decía Michael Maffesoli, “el desprecio de las almas cándidas es la piedra
de toque de la actitud intelectual”.

Resulta asimismo interesante leer el libro extrapolando
sus argumentos a nuestro país. Los paralelismos son, en muchos aspectos, más
que interesantes.



Valparaíso (IV)

Viajes Posted on Wed, November 26, 2014 12:51

Los chilenos suelen considerar que Valparaíso es una
ciudad poco segura. Y lo cierto es que transmite esa sensación, aunque el trato
de los porteños no se diferencia demasiado del que se encuentra en otras partes
del país. Un hecho, sin embargo, contrasta con Santiago: la escasa presencia
policial. En la capital, los Carabineros son omnipresentes, mientras que en
Valparaíso cuesta encontrarlos. Esto, junto al sinuoso trazado de la ciudad y
un cierto aire de puerto decadente, puede explicar su fama. Aunque, claro está,
si los propios chilenos piensan eso de la ciudad, no seré yo quien les quite la
razón.

Hay una cosa en la que Valparaíso defrauda: uno espera un
ambiente sórdido y tabernario, de marineros buscando hembra dispuestos a
dejarse la soldada en ruidosos y ahumados burdeles. Pues de eso nada de nada.
Michael, un alemán afincado en Valparaíso por cuestiones sentimentales y que
ejerce de guía turístico bajo el apodo “el pirata alemán”, me dio la clave. Los
marineros de los actuales cargueros apenas pasan 24 horas en el puerto, y las
tareas de carga y descarga los mantienen ocupados en el barco. La armada está
establecida permanentemente en el puerto, no tolera bien esos comportamientos
(ha incorporado a la mujer en todos los puestos) y, lo que es más importante,
al estar asentada allí hace que los militares puedan convivir con sus familias
en el pueblo o cerca de él. En definitiva, esos negocios casi (alguno hay) no
existen, porque no tienen mercado.

Otro hecho curioso, por lo demás común en el país, es que los servicios de bomberos son
ejercidos por compañías de voluntarios. Las bombas, como se denominan, se
agrupan por la nacionalidad de origen (remota, a veces) de sus integrantes:
Bomba Germanía o Bomba España. Suelen, además, contar con un equipamiento de
segunda mano obtenido en esos países. Para financiarse organizan rifas. En
Valparaíso sorprende, al menos a ojos de un europeo actual, que un servicio así
sea amateur. Más teniendo en cuenta que los incendios son habituales, ya que
las casas tienen la estructura de madera y que el mantenimiento suele ser
deficiente.