Fui a Valparaíso en mi primera salida de Santiago –aunque
repetí la experiencia más tarde–, buscando aventura y alejarme de la
contaminación e impersonalidad de la capital. Me alojé en el Hostal Aventura,
un lugar frecuentado por mochileros. Era limpio y, además, barato. Aunque, como
es habitual en estos sitios, hay que compartir los aseos y el agua de la ducha
matutina resulta algo más fría que caliente. El desayuno, sin embargo, era
fantástico. El establecimiento estaba regentado por una simpática pareja
chilena. Ella me contó que había estudiado en Alemania quince años atrás.

La estancia en el
Hostel
fue una experiencia curiosa, pues de repente me encontré inmerso en
el mundo de los mochileros. Todos eran del norte y del centro de Europa:
irlandeses, ingleses, suecos, holandeses o alemanes. El idioma oficial, off course, era el inglés y tuve que
desempolvar mis oxidados conocimientos de esa lengua.

Lo que me resultó más curioso de la experiencia fue
comprobar el tipo de viaje que realizan estos veinteañeros. La mayor parte
viajan durante dos o tres meses por Sudamérica. En general, no les importa
demasiado el país, sino que buscan puntos turísticos habituales: Machu Picchu,
San Pedro de Atacama, Valparaíso, Buenos Aires o Mendoza. No suelen hablar una
palabra de castellano e ignoran todo sobre el país en que se encuentran. Una
pareja irlandesa venía, por ejemplo, de Colombia, según ellos “a very safe country”. Su fuente de
información son las guías de viaje, como Lonely
Planet
o La Guide du Tronchard, y no leen mucho más sobre
las zonas que visitan.

Además, se relacionan entre ellos y su contacto con la
población del país es mínimo (el desconocimiento del idioma, claro, no ayuda en
esto). Un chico inglés, que estudiaba psicología en Oxford y que estaba aprendiendo
español en Buenos Aires (su novia era Argentina) para ir a trabajar a España (claro,
tenía familia en la Costa del Sol), dijo que vio un partido amistoso que se
jugó esos días entre la selección nacional española y la chilena “with the local guys”. Eso son los
chilenos, argentinos o peruanos: local
guys
.

De todas estas cosas, sin embargo, hablé más en la
investigación que realicé los meses siguientes fruto de la impresión que me
causo este tipo de turismo (véase el artículo de la revista Cuadernos de Turismo). La verdad es que
sin esos días en Valparaíso no se me hubiera ocurrido investigar sobre los backpackers. Otro punto a favor de
Valparaíso.